Sombras en el Palacio de la Injusticia

tap966

Llevo años diciendo que en Mar del Plata opera una mafia judicial. He sido demandado por ello, y he sido exonerado de culpa y cargo porque todas las cuestiones desdorosas señaladas fueron demostradas fehacientemente.

El ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, manifestó recientemente: “Hoy tenemos una Justicia que goza de poca confianza en la comunidad. Justicia 2020 busca volver a reconstruir esa relación”. Justicia 2020 es el programa que el ministro presentó para ordenar y cambiar un estado de las cosas en la Justicia federal que huele por todos lados.

En el Departamento Judicial Mar del Plata se desarrolla un capítulo de extrema tensión que enfrenta a viejos compañeros de ruta. Jorge Ferro, el camarista federal más camaleónico de la historia vernácula, ha mutado en sus alianzas (una vez más) para quedar brutalmente enfrentado con el juez de primera instancia Santiago Inchausti, pelea que tiene capítulos expuestos y otros implícitos.

En la causa federal por trata de personas -una de las obsesiones de Inchausti- contra el local nocturno Madaho’s, pese a la revocación de la Cámara Federal, Inchausti siguió su norte y su propósito, y avanzó sobre un fideicomiso cuyo titular es Alejandro Ferrarelo, sujeto de bajísimo perfil, operador de años del camarista Ferro. Ferrarelo es, además, amigo de otro operador judicial, Fernando Villaverde, íntimo amigo del ex titular de ARBA Iván Budassi (amistad que llega al punto de cercanía en que Budassi se aloja en Mar del Plata en la casa de Ferrarelo). No son nimiedades por cierto estas relaciones personales; todos los nombrados, así como el hoy titular de la AGN, Ricardo Etchegaray, se vinculan desde UPAU, el brazo universitario de la UCD en los ochenta.

La investigación sobre Ferrarelo ha provocado una movida que altera los acuerdos para adentro del sistema mafioso en la Justicia federal. Ha llegado a oídos de Jorge Ferro que Santiago Inchausti lo está investigando. Ni lerdo y jamás perezoso, Ferro se presentó en el despacho de Inchausti reclamando saber si efectivamente esto era así. Tremendo momento en que el superior jerárquico le dice al inferior si él es motivo de interés procesal. La reconstrucción de la escena tiene ribetes de comedia italiana. Jorge Ferro arribó al despacho de Inchausti acompañado por su abogado personal, un ex juez federal que supo ocupar ese mismo despacho, hoy defensor oficial por contrato. Ante los requerimientos de Ferro, Inchausti abría y cerraba las manitos -al parecer un gesto característico de Usía-, negándose a decir la frase ansiada “No doctor, en lo absoluto”, lo que provocó la ira de Ferro, quien salió dando un portazo de Bolívar  y Viamonte y vociferando de forma audible. Y la historia siguió.