Una de las maneras que encontró el kirchnerato para vender su fraudulenta mercadería, fue la de suspender las obras en ejecución iniciadas por el gobierno de Mauricio Macri, y reiniciarlas —o, cuando menos, anunciarlo en actos políticos—, para denunciar un supuesto “abandono”.
No les ha dado mucho resultado porque, en lo que a obra pública se refiere, la actual oposición les ha contestado fuerte y claro, dejándolos al descubierto. Uno de los que quedaron muy mal parados fue Gabriel Katopodis, quien hizo anuncios ficticios al respecto de obras que, o ya estaban en curso, o bien ya habían sido finalizadas.
El colector Marcos Sastre es un ejemplo de esta política de mentiras: el proyecto elaborado por OSSE tenía los fondos de nación aprobados ya durante el gobierno de Mauricio Macri. Al inicio del gobierno de Alberto Fernández, la obra fue paralizada y se bajó la orden de hacer todo de nuevo. Así, fue visado y aceptado lo que es, en esencia, el mismo proyecto: la única diferencia son los valores, como consecuencia lógica del fuerte deterioro de la economía a causa de la feroz inflación provocada por las políticas económicas del actual gobierno nacional.
El único oferente para el proyecto, una vez abierta la licitación, fue COARCO S.A. Al haberse presentado una sola empresa, el contrato debe recibir obligatoriamente la aprobación del Concejo Deliberante. Un dato interesante es que la propuesta de la empresa marplatense es un 12,3 % más baja que el presupuesto oficial. Aún en esas condiciones, el bloque del Frente de Algunos Todos se niega a votarlo.
A esta conducta miserable de los concejales kirchneristas —liderados por la candidata a renovar, Virginia Sívori— la dejo en negro sobre blanco Vilma Baragiola: «Tenemos una propuesta en el Concejo Deliberante que hay que votarla rápidamente, que es la terminación de una obra del Colector Marcos Sastre para el norte de la ciudad de Mar del Plata. Es una obra de 590 o 600 millones de pesos que ya tiene el dinero gestionado entre municipio y nación. La realidad es que los concejales del Frente de Todos no la votan. No quieren que la obra le salga a Montenegro, porque beneficiará a varios barrios del norte de la ciudad. Si seguimos aplazando el tiempo, este tipo de obras tiene tiempos de entrega, de carpetas, de aprobaciones; y se cae».
Juegan a eso: a la miseria de la sociedad. Al inicio de la cuarentena —que transformaron en cuarenterna— el juego era la sumisión por miseria. No trabajes, privilegiá la vida, que el Estado te cuida. Les explotó en las manos. Las 40 mil bolsas de comida que buscaban repartir, no les trajeron adhesiones. Por el contrario, hay gente —demasiada para el FDT— que literalmente pasó, de adherir, a detestar las medidas restrictivas. Es una realidad que se percibe claramente, no en las encuestas, sino en la calle, aún en los barrios de la periferia de la ciudad.
Es casi ridículo que, gente que lleva toda su vida en la política, aún no comprenda por dónde va la vida. Argentina es un país de cultura emergente. Aspiracionalmente, de clase media. No es bolsas de comida u obras que no se hacen, sino todo lo contrario.