Y no es el Chavo del 8, sino Florencio Aldrey Iglesias, quien de manera impenitente avanza en dar su nombre al nuevo shopping construido en el predio de la ex terminal de ómnibus de la ciudad.
La desaprobación a la decisión unilateral del pequeño coruñés emprendedor quedó reflejada en un testimonio fotográfico tomado por Christian Heit, que literalmente voló en las redes sociales hasta transformarse en viral. Amén de expresiones soeces, habituales en las redes sociales urbi et orbi, el rechazo a la conducta de quien se cree amo y señor de los destinos de Mar del Plata es casi unánime.
Este emprendimiento, en gran medida financiado con fondos propios por Alejandro Rossi, dueño de las firmas Rossi & Rossi, Express y Dumbledor, viene a completarse con un crédito afianzado mediante el FOBAGA, que alcanzó el monto necesario para una apuesta muy temeraria en términos económicos a futuro. De una superficie aproximada a la de Alto Palermo, el nuevo espacio comercial de bizarra denominación es un interrogante en cuanto a su viabilidad comercial futura: está muy lejos de la escala de negocios que hoy brinda la ciudad, y es una duda aceptable si esta comunidad puede asimilar la oportunidad de consumo que el espacio propone.
El shopping Los Gallegos, habitualmente juzgado como “muy chico” en el cotilleo diarioqueda pequeño treinta, cuarenta y cinco días por año; el resto del año, en condiciones normales de consumo de los propios marplatenses, no. Un espacio tan grande como el nuevo shopping deberá tener una política y una dinámica de negocios en muy alta frecuencia para quedar fuera de la categorización “siempre vacío”.
Más allá de la presencia en el emprendimiento de este triste personaje menor al que la mediocridad de la dirigencia le permite hacer de amo de la comunidad, no sería bueno para Mar del Plata que el espacio fracase. No es un buen mensaje, en general. Hasta aquí se llegó como consecuencia de años de medianía de la clase política local, una que de una u otra manera ha tenido sus muertos en el placard y cayó en el silencio y consentimiento de las pretensiones de este hombre por miedo. Este hombre hoy pretende autoerigirse un monumento, y la aprobación de la maniobra es otro cachetazo a la dignidad de los marplatenses.
El inicio de esta historia data de hace ya unos meses, cuando Iglesias pretendió imponer su nombre al espacio por medio de ordenanza. Recibió rechazos varios en diversos tonos, siempre cuidadosos del léxico utilizado. Hoy, el avasallamiento al sentido común está consagrado: el cartel que quedará firmemente colocado en las próximas horas todo lo dice.
Florencio Aldrey Iglesias se siente y actúa como dueño de la ciudad. Nada ni nadie parece querer o poder colocarlo en el lugar que corresponde, el de un ciudadano más, en igualdad de derechos y obligaciones, fuera de ese sitio de amo medieval con derecho de pernada.