A diario, la búsqueda de colocar a la gestión comunal en un lugar de inacción e ineficacia juega partidas mediático políticas de una estupidez proporcional a la de los estúpidos que las impulsan. Lógicamente, da para la comidilla del patético “círculo rojo” desteñido que hace de intelligentsia vernácula.
Es exactamente lo que ocurrió con la intrusión del ministro de Gobierno de la Provincia Joaquín de la Torre, quien se puso al frente de las acciones posteriores al impacto por la última inundación en la ciudad, justificando su accionar en una manda directa de la gobernadora Vidal. ¿Qué se adujo? Que la Gobernadora en persona había evaluado que hacía falta urgente presencia de la Provincia, y que la misma debía ser garantizada por De la Torre.
Ahora bien: cómo juega en este escenario el acompañamiento de Lucas Fiorini, hasta hace tres meses concejal opositor y co-líder de las maniobras antidemocráticas que golpearon en su momento a Vilma Baragiola y Nicolás Maiorano para desalojarlos de la Presidencia del Concejo Deliberante, es un dato pleno de interrogantes. Lo que no es un interrogante es la posición de Florencio Aldrey Iglesias y su amanuense Marcelo Pasetti, que buscan por cualquier vía colocarse en un plano de árbitros de lo que pasa y lo que se dice en la ciudad. Gastarían menos energía si prestaran atención a sus propios lectores, ya que seguramente advertirían que en el plano local no gozan de credibilidad ni siquiera en el universo de sus seguidores. Ninguna de todas las mentiras consuetudinarias tiene traducción en la bajada de la política a la comunidad.
De la Torre llevó adelante una reunión multitudinaria en el Centro de Operaciones Municipales (COM). Allí bajó línea señalando que no debía haber fotos de funcionarios entregando ayuda y pidiendo conmiseración para los necesitados, y así se evitaría usarlos como propaganda política. Valiosa posición que no se puede menos que compartir. Sin embargo, De la Torre aparece luego en la edición del sábado del diario La Capital junto a Lucas Fiorini en un extenso artículo que carga, una vez más, sobre la comuna, y hace una vez más referencia a la ausencia de Baragiola al momento del meteoro. Triste si creen, el propio De la Torre y Fiorini, que así harán diferencia para discutir lugares en las listas con vistas a octubre.
Joaquín de la Torre viene de una pequeña localidad del Conurbano: no tiene ni la más pálida idea de cómo asir al electorado local. Si va por el camino que le indica la dupla Fiorini/Pasetti, saldrá trasquilado. Datos: Mar del Plata soportó 220 milímetros de lluvia en pocas horas sin una sola víctima (amén); La Plata, con 160, dejó un saldo luctuoso de ochenta y nueve muertos. Mar del Plata está atravesada por siete arroyos, y es una secuencia de lomas y valles cruzados por cañadas de distinta altura y pendiente que ha sido urbanizada insensatamente en los últimos cincuenta años. La foto que atemorizó a la Gobernadora y la lleva a esta sobrerreacción es la foto de un momento; pero la película/secuencia revela claramente que antes de transcurrida una hora luego del impacto de la lluvia, la ciudad, en un 90% por ciento, estaba en parámetros normales.
La imagen publicada por La Capital, dándoles a De la Torre y Fiorini un protagonismo insólito -uno que además referiría directamente a una gestión supuestamente ineficiente que no está cuando hay que estar y no sabe qué hacer cuando la naturaleza golpea con fuerza- atrasa treinta años, política y mediáticamente, además de que no suma votos y sólo crea rencor. Cambiemos, ¿cambiaremos algún día?