Un acto político que expone una enorme debilidad

En la era digital, todo puede parecer otra cosa. El ángulo de la lente, el tratamiento de las imágenes, son elementos que son parte de un mundo vitual en el que todo se puede embellecer y magnificar… o minimizar. Es lo que ocurrió con el acto en el Club Once Unidos, en donde se escenificó el lanzamiento de la candidatura a gobernador del diputado provincial Maxi Abad, el presidente del comité provincial de la UCR.

Se trató de un montaje, del cual, tanto los medios locales como provinciales presentes eligieron ser parte. Lo que no se puede modificar, es el testimonio y los datos reales de un acto que no despertó la pulsión del ciudadano de a pie por ser parte, por estar, por sentir que había, en esta expresión de la política, algo de interés, algo que permita avizorar un cambio de signo que implique un cambio de rumbo.

Según reveló Roberto García Moritán en la FM 99.9, la legislatura de la provincia de Buenos Aires nos cuesta a los ciudadanos $77 millones por día. La de CABA algo menos: $33 millones diarios de nuestra devaluada moneda. Antes de la era digital, allá por 1987, preguntado Raúl Alfonsín para un medio platense sobre cuál era su parecer al respecto de la Casa del Pueblo de la Provincia —eso es lo que debería ser la legislatura—, dijo: «La legislatura de la provincia de Buenos Aires está creando una nueva casta oligárquica con el dinero de los bonaerenses».

Años después, en 1999, le pregunté a su hijo, Ricardo, quien aspiraba a una banca provincial por estos dichos de su padre y si él actuaría como legislador para corregir lo denunciado. En un farfullo, se limitó a dar una respuesta de ocasión. En ese momento lo acompañaba un dirigente de la Franja de Derecho, quien luego fue su asesor. Hoy esa misma persona asesora a Abad, y recientemente adquirió una casa de medio millón de dólares en nuestra ciudad.

La concurrencia al acto no fue masiva: debieron colocar grandes banderas con el logo de la UCR para lograr ese aspecto de masividad. El acto estuvo integrado por añoso ex militantes de la otrora poderosa Coordinadora, empleados públicos municipales y provinciales, y numerarios de la Universidad.

Tan triste como Pantriste. Llegaron al punto de pedirle asistencia a la «barra de Alvarado»: en un momento, los thermosapiens arrancaron con la marcha peronista, cuestión que dio para la risotada y también mucha pena. Lo más fuerte, es que esta puesta en escena le permitió a los compañeros de ruta del PRO contarles las costillas.

Si la idea fue subirse el precio con un acto que exponga músculo político, quedó en claro que les faltan anabólicos. Que la plata no es todo. Que repartir cargos no implica hacer política. Y que la UCR, por donde va, se encamina a su desaparición como fuerza política de relevancia.

Tal como señaló un actor relevante del PRO en el acto encabezado por Patricia Bullrich: «Si eso es lo que son, que pidan poco, o vayan solos». Van a quedar como Moreau en 2003, con un magro 2,3% de los votos en la malhadada elección que llevó a Néstor Kirchner a la presidencia de la nación.