Estos días iniciaron en Mar del Plata el rodaje de cambios que en un tiempo generarán, por la vía de la punición, modificaciones en conductas y hábitos arraigados.
Un estudio publicado en 2005 reveló, como denominador común de la sociedad argentina, un bajo grado de conocimiento de la Constitución junto a un alto nivel de irrespeto por la legalidad. “El 86% de la población entrevistada considera que la Argentina vive la mayor parte del tiempo al margen de la ley, mientras que para el 88% de los entrevistados, los argentinos son desobedientes y transgresores -aunque la mayoría no se ubica a sí mismo en esa categoría. Particularmente grave es el hecho de que los políticos en primer lugar (con un 74%), seguidos de los policías (56%), los funcionarios públicos (49%) y los jueces (41%) sean percibidos como los mayores y principales violadores de la ley”, señalaba la publicación. El resultado de esta observación sigue tan vigente como hace 13 años. Se hace evidente, a poco de que vemos el desprecio por las normas de tránsito, por la higiene urbana, por el estado general de los frentes de edificios y viviendas, plagados de pintarrajeadas que difícilmente puedan llamarse “arte”.
El cambio en nuestra ciudad arranca por la puesta en marcha del sistema de multas a distancia desde el COM en corredores establecidos y señalados correctamente. Un inicio, subrayo: falta mucho que hacer. En los días 8 y 9 de este mes, el Municipio recogió más de 870 toneladas de residuos; es el acumulado por el Departamento de Higiene Urbana del EMSUR y por la cuadrilla de limpieza de la empresa 9 de Julio, que estuvieron desarrollando acciones en los barrios Jorge Newbery, Colina Alegre, Las Heras, Don Emilio, Faro Norte, Las Margaritas, Alvarado al 8400 y por Av. Fortunato de la Plaza desde Av. Polonia a la calle 190. 870.000 kilos de mugre urbana producida por los propios vecinos, que si fueran consultados al respecto, arrojarían un porcentaje alto de respuestas del estilo “la ciudad está sucia” o “todo es una mugre, nadie cuida nada”.
En el barrio de Sierra de los Padres -donde hay un nonato movimiento independentista, cuyos impulsores se quejan habitualmente de no importarle a nadie del mundo político-, existe un contenedor en la Delegación Municipal, en el que la vecindad arroja la basura. Si el contenedor está lleno, directamente la arrojan en la puerta de la delegación. La imagen de por sí es espantosa y reveladora. Es espantoso ver la mugre acumularse en la vía pública de modo tan indiferente. Pero hace al resultado de la muestra: 88% de rebeldes negadores de la ley, a quienes todo les da más o menos lo mismo, pero esquizofrénicamente reclaman por una ciudad limpia y cuestionan a la administración de turno por la higiene urbana o a la empresa bajo contrato y control comunal.
Cambiar es una tarea en conjunto. El espíritu CAMBIEMOS, consigna política devenida en aglutinante de aliados variopintos, es un desafío para todos: no lo deberíamos ignorar por nuestro propio bien, decidamos por quien decidamos en las urnas en cada ocasión que estemos citados a votar.