Un honor de 5 centavos

La concejal Angélica González halló su microsegundo de fama en la escena pública volteando el ordenamiento del valor de la tarifa plana del transporte público de pasajeros; otra invitada al baile que cree que el baile inicia cuando ella llegó.

El desarrollo del programa del 29 de junio en la 99.9  era para mí como otro día de la marmota, una historia que se repite una y otra vez como si nada pudiera cambiar aunque varíe el reparto de actores. Siempre hay un político que cree que su suerte cambiará  a favor o en contra de un aumento del valor nominal de la tarifa del colectivo, como se reconoce popularmente este engorro.

El primero que picó en punta fue un lector /oyente que, tarde en la noche del 28, envió un mail hablando de la incuria que implica que el dinero de los viajes, una vez depositados en la SUBE, quede en poder de los empresarios. Ergo, la idea es que depositado un monto X, esos fondos pasan a ser parte del flujo financiero de las empresas, que obtendrían un beneficio indebido dado que disponen de un monto importante en tanto los viajes se desarrollan de a uno a lo largo de un lapso de tiempo; digamos, un mes.

La tarjeta SUBE es operada a nivel nacional por el Ministerio de Transporte de la Nación, y los fondos son administrados por un fideicomiso del Banco Nación, que liquida por viaje efectivamente realizado. Nadie se queda ni obtiene beneficios indebidos o técnicamente permitidos, como se suele repetir. Emocionada hasta las lágrimas, la curul González sostuvo que los cinco centavos que la alejaron de votar favorablemente la tarifa propuesta eran el fruto de su honor en juego ante la sufrida población que viaja en el transporte público.

El valor de la tarifa es la determinación de una fórmula conocida como pasajero/kilómetro, que significa que cada pasajero transportado, por cada kilómetro recorrido, da un promedio que es el que en definitiva establece el valor del boleto a abonar. González dice que “hay cosas que no están claras”, aunque no identifica cuáles. Parece ignorar que, por ejemplo, el valor del tramo de cada viaje en Neuquén es de $18,07, en Bahía Blanca $17,30; para Río Gallegos $15,90, y en Rosario se paga $14,80. En Europa, el valor del tramo en líneas generales equivale a un litro de diesel, y en USA supera el valor del galón de combustible.

Es obvio que a todos nos impacta que, como consecuencia de la inflación que padecemos, los cuadros tarifarios se modifiquen y pongan en crisis nuestra cotidianeidad. Aumentos que impactan implica modificar nuestras opciones de gasto y nos colocan ante preguntas complejas. En Mar del Plata, poner toda la carga exclusivamente en este tema es políticamente irresponsable y antiguo. Lo novedoso es saber que hay alguien que tasa su honor en cinco centavos de nuestro devaluado peso, eso sí que constituye toda una novedad.