Una raya en la arena

Lo anticipamos largamente en varios artículos en los que revelamos el grado de servicia y complacencia de las administraciones de Aprile, Katz, Pulti que permitieron el tremendo latrocinio que implica el apoderamiento de la zona de Playa las Toscas además del área de servicios que por décadas se conoció como “los barcitos”. Era cantado que el Intendente llevaría adelante la caducidad de la concesión que fraudulentamente poseía Aldrey Iglesias.

El cierre del Casino Mar reportó, en la fallida defensa ante Lotería de la Provincia, elementos que no estaban a la vista y conforman un auténtico fraude al estado, otra situación que expone la connivencia de actores políticos y funcionarios de turno en pasados años.

Si la caducidad impacta, le denuncia penal que se dará a conocer en días próximos, firmada por un estudio jurídico de alto nivel, lo hará aun mas. Toda acción sobre Blas Aurelio Primo Aprile esta extinguida por su fallecimiento. Distinto es el caso en relación al ex intendente Daniel Víctor Katz Jora, el ex secretario de gobierno Oscar Pagni y el ex secretario de hacienda Gustavo Schoeder. Van a tener que hamacarse lindo.

La construcción de este poder malicioso que hoy Arroyo demuele con convicción republicana funcionó por el miedo. Miedo que fue impuesto en los tempranos ochentas siendo intendente Ángel Roig. En 1984, primer año de la democracia, la temporada fue un real fracaso. Allí comenzó una campaña feroz para eliminar una gabela del siete por ciento sobre el bordereau que percibía la Municipalidad.

Se negaban de plano dos ediles: María del Carmen Viñas y Daniel Medina del PSP. ¿La respuesta? Invisibilizarlos. Las ediciones del diario recortaban cada imagen en la que parecían estos dos representantes del pueblo. Dio tanto resultado que se hizo costumbre: si alguien no gustaba al pequeño coruñés emprendedor, era suprimido en imagen y relato.

Como en la Rusia soviética, el fascista Aldrey borraba del diario a los dirigentes que no eran de su agrado o no se sometían. El punto alto fue doblegar a Aprile. En 1991 la Liga Marplatense de Fútbol presentó un proyecto para techar el estadio mundialista. Abría sido el primer estadio techado al sur del Rio Bravo.

La Capital publicó un título: “Corrupción en el consejo”, reclamado una licitación y exponiendo a Aprile —concejal en esa época— en una caricatura ponzoñosa. Aprile, presentante del proyecto, lo retiró en menos de 24 horas. Para justificarse, en la puerta de canal 8 me dijo: “a nadie le gusta salir mal en la tapa de los diarios”.

De allí en más, el intendente que hacía de la honestidad su prédica se entregó a los deseos de Iglesias y acuñó otro demérito feroz. Al presentase interesados en invertir en Mar del Plata proponía: “pregúntenle a Florencio a ver qué le parece”.

Katz jugó a ser distinto. El expediente de la concesión —ahora caduca— devela que era una escena para los giles, sólo eso. De Pulti, ¿qué agregar? Fue su felpudo más dilecto y despreciado.

No es la caída de una concesión: es la recuperación de la dignidad republicana y el poder de la ciudad. Una raya sobre la arena que le dice que no al fascismo y sí a la República.