Una vuelta más

Y no estamos hablando del notable espacio periodístico de TN, sino del remanido y cansador debate sobre el costo de la transportación pública en Mar del Plata. Tal como es de entender, la suba sistemática de todos los componentes que hacen a la denominada fórmula polinómica y la restricción de los subsidios, decidida por el gobierno nacional, empujan hacia un blanqueo del valor real de la tarifa del transporte en colectivo.

Como en cada ocasión, en esta economía inflacionaria, con una moneda detonada en su intrínseco valor de compra, el único precio que conmueve a los ediles de turno es el del valor del tramo de transporte público. El municipio presentó un estudio de costos que da un valor por tramo de $91.87, a todas luces impagable con los niveles de los salarios en la actividad registrada.

Para hacerse notar, el concejal Vito Amalfitano lanzó un bulo menor. Expresó: «es curioso que las empresas y el municipio utilicen la misma metodología». Sería curioso lo contrario. Hay un esquema que se llama «promedio pasajero-kilómetro», esto es, que por cada kilómetro de recorrido, a mayor cantidad de pasajeros transportados, es menor el costo de cada pasaje. Pero, para evaluarlo, hay que entender el universo de componentes que están en juego.

Esta fórmula común, que a Amalfitano le resulta tan curiosa, incluye: el valor del chasis, el de la carrocería, y el costo del mantenimiento —que incluye combustible, rodamiento, salarios, aporte de ley, impuestos en general y siguen los ítems—. Esos son públicos, y se emplean como sistema —con más o menos variación— en todo el país.

Lo que impacta del valor requerido, es el efecto deformante de la inflación, que destroza la economía. La tarifa de la transportación pública es central por su fuerte impacto en el salario, pero no es baja en ninguna parte del mundo. Sin ir más lejos, el hijo de un empresario de esta ciudad que se encontraba en el año 2009 haciendo un máster en Londres, decidió comprarse una bicicleta porque el costo de movilizarse en transporte público en libras esterlinas era muy alto para su mesada mensual.

La política post-convertibilidad que instauró los subsidios al transporte y la energía es lo que nos ha llevado a este complejo momento. Históricamente, se entendía que tres valores eran simétricos en la economía: un café, un diario, y el tramo de transporte público. Hoy, esos valores están todos fuera de esquema, y lo que viene en el tema de valores del combustible y neumáticos, por sí solo, van a profundizar esta ya grave asimetría de valores.

El esquema ideal hubiera sido salir suavemente de la política de subsidios en un plazo de tres a cinco años. Nada se hizo, y hoy la única opción, es la cruda realidad. La tarifa está al borde de los cincuenta centavos de dólar. Hoy, por caso, el costo del tramo en Nueva York es de US$2.75. Esa sola comparación devela que, aún por enorme que sea para nuestros escuálidos bolsillos, el valor pretendido por el tramo de transporte está muy lejos de ser la tarifa adecuada para el normal desenvolvimiento del sistema.