La designación de Rodolfo “Manino” Iriart no es un mero cambio de funcionarios: es la intervención lisa y llana de la Secretaria Municipal de Seguridad en Mar del Plata por decisión del gobernador Daniel Scioli, harto de los continuos yerros que se han dado en una ciudad que ocupa el lugar mítico de ser la base de construcción política electoral del hombre color naranja.
Scioli se cansó del parlanchinerío de Pulti y de los constantes choques con jefes policiales que provocaba con su accionar soberbio Adrián Alveolite, quien a un tris de tener que enfrentar un juicio oral y público y con causas en proceso, se exponía en cada ocasión en que cuestiones vinculadas a la seguridad se presentaban en esta comunidad.
Iriart llega como el resultado de la imperiosa necesidad de Alberto Pérez, jefe de Gabinete provincial, de colocar a su hombre de confianza en la grilla de las PASO. Iriart, con una profusa actuación en la comunidad desde hace ya más quince años, no despega en las encuestas en el orden local, y exponerlo en esta temática (seguridad), que concita la atención mayoritaria de la población, tiene riesgos, pero ofrece la recompensa de la visibilidad mediática, que hoy construye, en definitiva, la visibilidad política.
La intervención provincial había comenzado con la designación de Néstor Franco en la Secretaría de Seguridad. El funcionario de marras ostenta un título poco frecuente: ser un funcionario provincial afectado al servicio en un solo partido, General Pueyrredón. La propia gacetilla municipal indicaba: “La tarea que desarrollará Franco se circunscribe exclusivamente a General Pueyrredón; trabajará en el control de la eficacia de los servicios policiales, en el desarrollo de la gestión policial y la coordinación con la Secretaría de Seguridad del Municipio, trabajando en forma conjunta”. El texto pretendía salvar del papelón a Alveolite y al propio Pulti.
Pero el varapalo mayor llegó con el llamado desde La Plata, que indicaba que Iriart pasaba a ocupar dicha secretaría, y, obviamente, no reporta a Pulti. Claro está que, experto en generar distracciones, el actual intendente, que satura los medios de corte y pegue con encuestas falsas que lo dan en lugar expectante a la hora del voto, lanzó su candidatura, alegando:“estaba tomando mates con militantes y me embalé”.
Relato, no tienen otra, y sólo pueden intentar perdurar dado el estrepitoso estado de las finanzas públicas, fruto del desmanejo vicioso del dinero que la sociedad deposita en términos de tasas en las arcas municipales. Iriart al frente de Seguridad es un clavo en el zapato de Pulti. Muchas cuestiones que hacen al manejo que se ha llevado por medio de Alveolite y Ventimiglia van a salir a la superficie, pero será otra historia, u otra instrucción penal preparatoria.