Estas últimas fueron semanas intensas y complejas, entre la marcha de quienes fantasean con que está en riesgo la educación pública y gratuita en nuestro país, y el acallado escándalo de cómo se usan los fondos recaudados con la tasa municipal sobre los combustibles.
En Mar del Plata hay algunas cuestiones que están ya establecidas como, por ejemplo, que tras la reelección, y durante la segunda gestión, se pagan las cuentas que quedaron pendientes en la primera.
El nuevo paradigma impuesto por la conducción nacional del Estado ha puesto en crisis a la sociedad toda. En particular, a los estamentos oligárquicos amancebados por el presupuesto público.
El de Guillermo Montenegro es todo un caso. No sé si de chaleco, pero todo un caso. Ya vio el curso de los acontecimientos y el sentir social, así que va en rumbo de convertirse en el mejor alumnito de Javier Gerardo Milei… lo que debe ser una gran preocupación para Alejandro Carrancio y su troupe.
Los cambios que impulsa el gobierno nacional marcan agenda, y tienen un sesgo que es complejo de ignorar. Si se lo hace, el riesgo es quedarse fuera del presente y generar —¿provocar?— situaciones inmanejables.
La fecha del 24 de marzo expresa, en el recuerdo, un momento crucial de la historia argentina: fue el día del golpe de Estado que llegó para cambiarlo todo.