Hay un dato cierto que el público marplatense merece saber: no hay crónica policial en nuestra ciudad. Lo que hay, son partes de prensa que se escriben en la Jefatura Departamental, y que luego se cortan y pegan hasta con el mismo título, el que cocina la encargada de medios de dicha institución del Estado.
La editora de los textos y títulos policiales es la comisario Cintia Tarantino. Muy creativa por cierto, quizás fue ella quien ideó la historieta de los tres pibitos que se fueron hasta el depósito judicial en Tres Arroyos y Garay para robar manojos de cable de los vehículos incendiados.
Estos tres pibitos —unos genios—, junto a otros dos, detenidos previamente, serían los responsables de una trama de negocios oscuros, por lo cual, primero imaginaron quemar los vehículos para luego hacer plata vendiendo los manojos de cables. Unos genios los ladris, y los pibitos.
La actual política económica abre todos los días un negocio. No son los que imagina la «portavoza» (sic), sino los que genera la restricción de importaciones por la falta de dólares y el excedente de pesos. Entre otras cosas, esta política pega directamente en sector automotor. Hoy por hoy, hay tres maneras habituales de conseguir repuestos: en un concesionario o casa de repuestos, en un desarmadero oficial con recupero de vehículos dañados —como el que opera exitosamente Lucas Moure, el hermano del fiscal del mismo apellido—, o los que se obtienen del robo, liso y llano.
Pero ahora hay una cuarta opción: las partes de los vehículos secuestrados en el predio de Garay y Tres Arroyos, en particular la pila inmensa de vehículos policiales que están arrumbados en el lugar. Esta es la opción explotada por los propios funcionarios policiales. Hay un par de vecinos de Mar del Plata, y otros de alguna localidad cercana, que han hecho mucho, pero mucho dinero.
En una reciente conversación al respecto, un funcionario municipal fue muy claro: «Los vemos, sabemos quiénes son, están las cámaras de seguridad, pero es un tema de los azules, no podemos hacer nada». Poder, pueden. Pero no hacen nada por una extraña connivencia con las autoridades policiales, a las que les toleran, entre otras cuestiones, que hayan literalmente privatizado la seguridad en buena parte de la ciudad de Mar del Plata.
Si hay algún afectado por el contenido de estas líneas, vengan de a uno, nos vemos en Tribunales si alguien se da por herido en su nombre, por no hablar de honor: no se puede dañar lo que no se tiene. El incendio, que provocó la explosión y destruyó vehículos en el predio obviamente se les fue de control y puso —al menos por un momento— la atención pública sobre un lugar que, para el marplatense, en general, pasa muy desapercibido.
Tal como señaló en la 99.9 el fiscal del fuero de menores, Walter Martínez Soto, hay que darle otra dinámica a la seguridad en la ciudad. La primera responsabilidad, es de la provincia. La comuna debería pensar en, o ir a fondo y cortar los espacios de negocios que bien saben que existen, o apartarse del esquema de la seguridad en el que no tiene autoridad y calla, otorgando por creeré que es peor si se hacen públicas las corrupciones de variado tenor que en el área se dan a diario.