El punto de quiebre de la relación entre el ex tenista Guillermo Pérez Roldán, y su padre y entrenador, Raúl. Una historia oscura de maltratos, violencia, abusos, y hasta enajenación de los bienes del deportista.
Ambiguo resulta decir «Pérez Roldán» en el tenis argentino, porque durante muchos años era sinónimo de rigor, pero también de oportunidad de éxito. Así lo fue durante varias décadas, cuando Raúl Pérez Roldán dirigía su academia de tenis en la ciudad de Tandil, una meca para chicos y chicas que soñaban trascender en el «deporte blanco».
No se puede eludir la influencia de Raúl Pérez Roldán en el tenis nacional, ni que Tandil fue cuna de grandes profesionales. El más trascendente de ellos, Juan Martín del Potro, pero hubo otros, como Juan “Pico” Mónaco, Mariano Zabaleta, Máximo «Machi» González y Mariana Pérez Roldán.
Aunque nada era gratis: rigor físico y psicológico como instrumentos de logros y resultados eran moneda corriente para el padre de los Pérez Roldán, a sabiendas de una comunidad que no ignoraba lo que pasaba y miraba para otro lado, seducida por promesas de triunfos. Porque así también funcionaban las cosas.
Hasta la Asociación Argentina de Tenis (AAT), en un intento por conseguir mejores tenistas, le confió a Raúl Pérez Roldán el cargo de director de su Escuela de Menores, lo que hoy sería un «oficial de desarrollo». Obnubilados por la avaricia de los trofeos y posibles posicionamientos institucionales en el plano internacional, concedieron ante aquel sujeto su cantera deportiva.
Por estos días se ventila en la Cámara Federal de Mar del Plata la denuncia de Graciela Pérez y de Guillermo Pérez Roldán contra Raúl, en el marco de un expediente, iniciado en Azul, donde le achacan, al denunciado, delitos como reducción a la servidumbre, administración infiel, lavado de activos y hasta abusos sexuales.
Aquellos delitos que se investigan datan entre 1976 y 1988. Y no están prescriptos. Los camaristas Eduardo Jiménez y Alejandro Tazza coincidieron en dos cuestiones importantes: que la acción se encuentra vigente, y que son delitos de acción continuada.
En la oscuridad
Corría la década del setenta cuando Graciela Pérez era una incipiente figura del tenis nacional y su entrenador era Raúl Pérez Roldán. Hoy ella puede contar lo que vivió cuando era una adolescente: en la causa, aparece la acusación de violaciones reiteradas y maltratos físicos frecuentes y psicológicos. Relata Graciela que, en una oportunidad, falseó un viaje para no volver a su casa, porque cuando llegara sus padres iban a darse cuenta de las marcas que el entrenador había provocado en su rostro por los golpes que le había dado.
Una década más tarde, la situación se agravó cuando Guillermo trascendió al plano nacional: Maltratos de distintas formas. Condicionamientos por los resultados escolares y deportivos. Cuenta «Guillo» en el expediente que las presiones físicas y psicológicas eran de todo tipo, y que lo arrastraron a intentar suicidarse en dos oportunidades. Según explica en la causa, también sufrió la pérdida de confianza depositada en su padre porque éste se apoderaba de sus bienes, mediante la administración desleal de los mismos.
El ex tenista tandilense, representante argentino en Copa Davis, y que alcanzó el puesto 13 del ranking mundial, expone su calvario y dice que la violencia que le ejercía su padre «era solo el medio» para lo que resultaría una clara maniobra de lavado de activos.
¿Cuál era ese método que usaba Raúl Pérez Roldán con sus dirigidos? El miedo para lograr al resultado, sin importarle la edad de los chicos que recibían el castigo. Porque el miedo calaba en lo más sensible de la persona: la conciencia. Y el silencio social era cómplice de aquellos tormentos que recibían los jóvenes tenistas.
Dentro del expediente hay un párrafo donde Guillermo desnuda la maniobra de su padre para apoderarse de los bienes y después blanquearlos en el sistema económico. Cuenta que Raúl, para obtener la ganancia que pretendía, usaba una sociedad, Bakota SA, para comprar inmuebles y vender en la provincia de Buenos Aires y luego depositaba el dinero en el banco Indosuez de Montecarlo.
«Un plan criminal»
Juan Ignacio Pascual es abogado de Guillermo Pérez Roldan y quien lleva adelante la acción judicial. En declaraciones a la FM 99.9, explicó varias cuestiones de la causa que ayudan a comprender la acción gravosa del padre contra el hijo. Asegura que «hay que entender la conducta de Raúl era un proceso de captación inicial que derivaba en la reducción a la servidumbre, utilizando el desarrollo del deporte para conseguir bienes económicos». Tras cartón, llegaría el «apoderamiento de los bienes que luego ponía bajo un manto de licitud ante la sociedad».
Dice Pascual que se enmascaraba así «un plan criminal» y que esto ocurrió con Guillermo Pérez Roldán, pero podía suceder con otros prospectos de la academia de su padre. Subraya que «no eran conductas individuales sino una conducta de larga duración, con inicio en los ochenta y que continúa en ejecución. Es un plan común y general en el tiempo».
Para Guillermo Pérez Roldán, el vía crucis es largo y doloroso: se trata de cómo su padre actuó contra él, reduciéndolo a una mínima expresión en su personalidad. Pero hubo más jugadores que pudieron haber sufrido maltrato. Que llegaron a la academia con ilusiones, conocieron a aquella persona a la que —en principio— respetaron y más tarde terminarían temiéndole.
«Guillermo tenía la posibilidad de callarse, pero eligió ventilar el caso, exponiéndose al revivir lo sucedido», explica el abogado y destaca que «ha conseguido que el Juzgado Federal de Azul y la Cámara Federal de Mar del Plata le den la posibilidad de iniciar el proceso».
Es que la justicia entendió que la acción se encuentra vigente, es decir, que no ha prescrito el delito, un dato relevante toda vez que los hechos vienen al presente traídos desde hace más de treinta años, pero fueron cometidos durante la niñez y en situación de vulnerabilidad de las víctimas, por lo que la acción no se extinguió.
En el fondo de la cuestión, el abogado del ex tenista remarca que éste quiere dar esta pelea como reflejo hacia sus hijos y hacia la sociedad, y para que esto no se repita.
Investigar y resolver
Jiménez y Tazza opinaron sobre los hechos a medida que van analizaron lo actuado en primera instancia y la apelación de la querella sobre los puntos que el juez de Azul desestimó o entendió que no hubo delito. O, incluso, que si lo hubo ya estarían prescriptos, por ser la pena máxima —15 años— mayor al tiempo transcurrido desde los hechos al presente —32 años—.
En el texto de la resolución a la que tuvo acceso N&P,se menciona que el objeto procesal a investigar en este caso debería centrarse en establecer si los denunciantes fueron maltratados y explotados económicamente por su entrenador deportivo. Y que luego pudieron ser víctimas de la administración infiel de sus bienes por parte del entrenador, para entonces dedicarse al «blanqueo» de ese dinero mal habido.
Y queda claro que los hechos no se deberían escindir ante el fuero ordinario y la justicia federal, pues se perdería la visión conglobada del caso y se expondría a las víctimas a dos procesos paralelos, en contradicción con los postulados de la Ley de Víctimas.
La aclaración es oportuna porque en Azul se planteó que la posibilidad de lavado de activos fuera investigada en el fuero federal y el resto de los delitos en la justicia provincial. En la parte resolutoria los jueces de la Cámara Federal de Mar del Plata revocaron parcialmente lo dispuesto en primera instancia en Azul.
Tal como puede leerse en el expediente, eso quiere decir que Jiménez y Tazza dispusieron que «se investiguen las conductas denunciadas y que el juez se expida en consecuencia respecto de la solicitud de los denunciantes de ser tenidos como querellantes respecto de la totalidad de los delitos que advierten». Por economía procesal, porque se corre riesgo de fallos contrapuestos, y porque habiendo delito de competencia federal, todos los diferendos deben ser tratados en el fuero federal.
Al mismo tiempo, confirmaron la decisión de la instancia anterior en aquello que no era necesario ni detener ni prohibir la salida del país en contra del encartado, haciendo mención a la «provisoriedad que caracteriza esta etapa procesal» en el actual proceso. Sin embargo, la querella justificaba el pedido en que Guillermo y su familia viven en Chille, y busca preservarlos de presiones de su padre o que este, sintiéndose acorralado en el decurso de la investigación, se profugase o intimidase a testigos.
Es importante destacar que el objetivo de los demandantes es reparar el daño, pero también visibilizar lo ocurrido, y llamar a la sociedad a una alerta en cuestiones similares para impedir, fundamentalmente, que se reiteren episodios como los vividos por Graciela y Guillermo.
Por eso —como en el tenis al que los tres involucrados tanto conocían— Guillermo está tie break contra Raúl. Pero este punto de quiebre, en esta ocasión, no se disputa sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros, ni siquiera en un court de Tandil. Tampoco será la llave para ganar un game del partido. Se juega en los fueros federales, y sí puede ser el punto de inflexión para que toda una sociedad se abra de cara a exponer lo incorrecto. Repudiar lo indebido. Frenar el abuso. Y condenar el delito.