Argentina se ubica décima en el ranking de países con el índice de inflación más alto del globo, con un 11,13% anual, superando en varios puntos a varios estados de América latina, Europa, Asia, y lejos de las potencias económicas. Eso, claro, si usted le cree al INDEC. Porque si vamos a los números reales, estamos peor que el Congo en guerra.
Argentina –aún tomando cifras oficiales- supera únicamente a países tales como Guinea (19,4%), Eritrea (16,8%), Congo (15%), Sierra Leona (14%), Pakistán (12,9%), Uzbekistán (12,9%), Surinam (12,4%) y Egipto (12%). Si bien la economía del país logró reponerse rápido de la crisis mundial y creció con fuerza, el problema de la inflación todavía marca una preocupación general, sobre todo porque la suba de precios impacta siempre más en los pobres.
Claro que si nos movemos con las numerosas y coincidentes estadísticas de varias consultoras privadas, por primera vez en una década Argentina terminó el año pasado como la nación sudamericana con mayor índice de inflación, al superar a Venezuela, según las estimaciones de economistas de ambos países: Argentina cerró 2012 con un alza de precios estimada en un 25%, mientras que Venezuela habría conseguido mantener la inflación por debajo del 20% y por primera vez desde 2003 ocuparía el segundo puesto regional.
“Los operadores saben que el dólar a cinco pesos no puede durar mucho”.
Rodolfo Terragno
Este es un problema recurrente, histórico, con final siempre inconcluso, que en más de una oportunidad condujo a colapsos profundos y duraderos de los que deberíamos aprender para no repetirlos. Usar la memoria, antes de que sea tarde. Sobre el problema dialogamos con un político e intelectual de experiencia como Rodolfo Terragno. Esto nos planteó desde su punto de vista.
Noticias & Protagonistas: Usted realizó una exposición con Javier González Fraga ofreciendo propuestas para frenar la inflación y no terminar en las hecatombes sucesivas de los últimos 50 años. ¿Cuáles son las líneas centrales de ese trabajo?
Rodolfo Terragno: La inflación se puede combatir de dos modos. Uno es cuando hay un exceso de gasto público, ajustando racionalmente con el mínimo de sufrimiento posible las prestaciones sociales; o cuando hay un exceso de circulante, controlando la disponibilidad. Esto puede parecer difícil. Pero a sucesivos gobernantes les pareció fácil controlar la inflación abaratando el dólar, o haciendo valer artificialmente al peso más de lo que realmente vale.
N&P: ¿Por qué este último mecanismo conduce a la baja?
RT: Porque medidos en dólares, los costos argentinos son altos y eso favorece la importación. Entran productos importados más baratos, lo que obliga a que productores locales reduzcan ganancias o costos y entonces se produce una competencia que baja los precios. Pero como los costos medidos en dólares son altos, es fácil importar pero difícil exportar. Y si se sigue –aunque hoy no se nota por los precios de las materias primas- se puede recibir menos dólares y el mercado interno se inunda de importados.
N&P: ¿Pero eso no lleva a la quiebra a los que no pueden ajustar precios?
RT: Claro, y aumenta el desempleo. El Estado gasta más dólares pero tiene menos ingresos, entonces se estrangula la balanza comercial, y termina en hecatombe. Esto pasó con la tablita, con la convertibilidad, y está pasando con el tipo de cambio administrado. Por distintos procedimientos, los gobiernos controlaron el valor de la moneda corrigiendo de a poco, pero termina siempre mal. Lo extraño, porque esto es conocido por economistas, es que el establishment económico no fije esta idea; se crea una situación complicada. En 1999 los rivales éramos De la Rúa y yo; para mí había que salir del 1 a 1, pero la gente tenía miedo de volver a la híper. De la Rúa tenía más chances porque él quería conservarlo. Yo seguí en lo mío, lo escribí y expliqué lo que pasaría.
N&P: ¿Hubo economistas que lo acompañaron?
RT: El Dr. Montamat hizo un estudio sobre las obligaciones a vencer, las reservas, los ingresos, exportaciones, egresos, y concluyó que todo explotaba en marzo de 2001. Cuando se produce esto, toda esta hecatombe prevista, se intentó explicar aun hoy, que fue porque renunció Chacho, que De la Rúa era incompetente, cualquier cosa, menos la explicación técnica que predijo claramente lo que iba a pasar. Si seguimos así, repetiremos la experiencia; el gobierno de Cristina Fernández lo está repitiendo, no Néstor Kirchner, que tenía más claro el tema de la competitividad.
N&P: El rol de Chacho Álvarez como actor del retorno de Cavallo tuvo algo que ver…
RT: Pero es anecdótico; el mismo Cavallo sabía que había que salir, adoptó mi idea de la posible canasta de monedas. Ahora, independientemente de Cavallo, Machinea, quien fuera, si usted mantiene esa política, le sale todo mal. Había que tomar vencimientos, reservas, quiebras, crecimiento del desempleo, no era difícil verlo. De la Rúa no tiene formación económica pero tenía en su gabinete cinco economistas; es curioso, desde Defensa con López Murphy, Educación con Llach, Relaciones Exteriores con Rodríguez Giavarini, el jefe de la SIDE Santibañez y el propio ministro de Economía, aseguraban que debía sostenerse el 1 a 1 para evitar el desbande interno… entonces, que haya entrado Cavallo no sumó; él nos metió en el lío, y lo llamaron porque, ya que era el autor, a lo mejor nos podía sacar.
N&P: El Gobierno no parece querer modificar nada. Es un hecho cierto que preocupa la inflación, pero la agenda política no lo tiene como tema central. El próximo gobierno tendrá que decir qué hacer con todo esto.
RT: Debimos haber empezado hace tiempo, porque las cosas van agravándose. Si hubiéramos salido del 1 a 1 en 1999, no hubiéramos pasado lo que vivimos. El Gobierno actual se dio cuenta, de ahí que empezó a soltar de a poco el tipo de cambio, por eso sigue el blue; los operadores saben que a 5 pesos no puede durar mucho, pero el Gobierno trata de cortarlo; parece una novela de realismo mágico. Entrenan perros para husmear dólares en baúles de autos. Dicen que Moreno es loco; será, pero a través de él, lo que quiere el Gobierno es frenar estas cosas, y se van ajustando de a poco el tipo de cambio. Pero no es suficiente, porque el desfase es grande.
¿Por dónde empezar?
Para Terragno, el actual no es un gobierno austero, más bien tiene inclinación a lograr el voto fortaleciendo el consumo, y ahora entramos en año electoral. “Se hace lo contrario a lo que se debe; hay que racionalizar el gasto público, pero hay un alud de propaganda oficial costosísima en TV”, explica. Hay que racionalizar, pero todo se vuelve irracional, entonces no es difícil pensar que viene un colapso. Es curioso: en muchos sectores dicen que un opositor no puede decir que hay que achicar gastos, que debería tener cuidado, porque parece que estuviera pidiendo ajustes, protestando porque la gente tiene más capacidad de consumo. Terragno fija su posición al respecto: “A mí me parece que los dirigentes tienen la responsabilidad de decir la verdad, de anticipar lo que puede ocurrir si no se hace lo que se debe, y mostrar casi didácticamente lo que nos puede pasar, porque la demagogia nos lleva a un problema”.
A su criterio se puede reducir el gasto público sin las consecuencias sociales, no hace falta una concepción elitista. Todos los países que tienen menor desigualdad mostrarán que hay correlación entre tipo de cambio competitivo, regulación de medios de pago, y gastos racionales; no habría que tenerle miedo a las etiquetas, sino más bien conocer su contenido.
Claro que ese tipo de actitud requiere de coraje cívico, no comprar ni quedar condicionado por el titular de cada día. “No puede ser que porque la droga produce cierta excitación o sensación de bienestar, se salga a decir que hay que seguir con la droga”, explica con una metáfora el entrevistado, y sigue: “los precios no se pueden mantener artificialmente, en el largo plazo se convierte en un desastre. Hoy Argentina está debajo de países críticos como Eritrea, el Congo, Bielorrusia”, ejemplificó.
Entiende Terragno que es un asunto técnico que la gente no tiene por que saberlo, y es muy fácil inventar cosas que se comprenden pero que en realidad son falsas. “Desdibujan el concepto de ajuste, acusan y dicen que el radicalismo llevo al a inflación, pero eso es efectista”, se queja. Hoy lo que es imperdonable es tener inflación innecesaria. En los 80, las materias primas estaban por el suelo y había una inflación mundial enorme por los petrodólares.
Ahora venimos de años de precios insólitos, históricos, con inflación cero en el mundo, y nosotros estamos entre los cinco peores teniendo un contexto tan favorable: “levantamos muros en las Aduanas, impedimos que la gente compre dólares, tenemos un gasto público enorme, usamos plata de jubilados, reservas, cuando podemos poner el país en condiciones como las que no tuvo nunca. Hay que salir de esto”, concluyó.