Boko Harum, el grupo islamista radical que puede sumergir a Nigeria en el caos

Una secta violenta que mantiene secuestradas a más de 200 niñas y amenaza con venderlas.

El gobierno de Goodluck Jonathan aceptó ayuda de los EE.UU. y las potencias europeas para buscar a las muchachas. Pero hay temores de que la situación se salga de cauce definitivamente y la crisis en el rico país africano se extienda.

Con brutales ataques a iglesias y escuelas, raptos masivos de niñas y un rechazo fanático a la cultura occidental, la secta islamista Boko Harum amenaza con desestabilizar a Nigeria y tiene al mundo en vilo a la espera de una nueva masacre. El incremento de su violencia en el país más poblado y rico de África y el reciente secuestro de casi 300 chicas causaron estupor en la comunidad internacional, al tiempo que alarmaron a Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, que esta semana enviaron equipos a la ex colonia británica para ayudar a buscar a las rehenes.

Con la meta de fundar un Estado islámico, Boko Harum nació hace más de una década en el empobrecido norte de Nigeria, de mayoría musulmana, reclutando a jóvenes desempleados con un discurso crítico de la corrupción del gobierno central y la desigualdad con el sur, de mayoría cristiana y rico en petróleo. Su mismo nombre explicita su motivación central: Boko Harum, en lengua hausa, significa “La educación occidental es pecado” o, quizás más propiamente, “La cultura occidental es sacrilegio”.

Se estima que más de 10.000 personas murieron ya en Nigeria por la cruenta campaña del grupo, que el lunes pasado masacró a tiros a entre 200 y 300 personas en un poblado del norteño Estado de Borno. El rapto masivo ocurrió el 15 de abril en Chibok, también en Borno, uno de los Estados más afectados por la violencia de Boko Harum y que, junto a Yobe y Adamawa, está bajo estado de sitio desde hace un año, cuando el Ejército nigeriano lanzó una amplia ofensiva.

Además de aceptar la ayuda extranjera, el gobierno del presidente Goodluck Jonathan ofreció U$S 300.000 por datos que ayuden a hallar a las 276 chicas, de entre 12 y 17 años. Esta semana, el líder de Boko Harum, Abubakar Shekau, con una ametralladora en bandolera, reivindicó el secuestro de las jóvenes y dijo que las venderá “en el mercado para comerciar chicas”. “¡O están con nosotros, los verdaderos musulmanes, o con Obama, François Hollande, George Bush, Clinton! No me he olvidado de Abraham Lincoln. A Ban Ki-moon y su gente, y a cualquier infiel, ¡maten, maten, maten, maten, maten! ¡Esta guerra es contra los cristianos!”, agregó en su arenga lunática.

LOS ORÍGENES DE BOKO HARUM. En la década de 1990, mientras predicaba en una mezquita de Maiduguri, la capital de Borno, el clérigo Mohamed Yusuf empezó a atraer cada vez a más jóvenes, especialmente a desempleados y sobre todo a los “almajirai”, estudiantes coránicos itinerantes cuyas familias son demasiado pobres para darles educación. Abogando por un islam radical y rigorista, Yusuf fundó Boko Harum en 2002, acusando a los valores occidentales introducidos por los británicos de ser responsables de los males que aquejan al país.

Pese a su orientación radical, Boko Harum posee una base étnica e histórica que data del califato de Sokoto, que dominó el norte de Nigeria, el sur de Camerún y Níger hasta la colonia británica, impuesta en 1903. Desde entonces existe en la zona una gran resistencia de los musulmanes a la educación occidental, usada por misionarios cristianos como herramienta para la evangelización.

Según Yusuf, “un Estado laico no puede aplicar correctamente la ley islámica”. En 2009, las autoridades nigerianas lo arrestaron por sus sermones incendiarios y sus llamados a la Jihad, la guerra santa. Murió ejecutado mientras estaba preso, lo cual desató una ola de violencia que dejó 700 muertos en pocas semanas. Su mano derecha, Shekau, pasó a liderar la secta.

“No vayan a creer que la Jihad ha concluido. Todo lo contrario, apenas comienza”, dijo el flamante líder en un video de 2010. Desde mediados de 2011 se estima que Boko Harum asesinó a unas 3000 personas en ataques a iglesias, escuelas, mercados y comisarías en el norte de Nigeria.

También golpeó en la capital, Abuya, con una bomba que dejó 76 muertos el mes pasado e incluso con un ataque a la sede de la ONU en agosto de 2011 que causó más de 20 víctimas fatales. El presidente Jonathan llegó a decir que la crisis “es incluso peor que la de la Guerra Civil” que entre 1967 y 1970 dejó al menos 1 millón de muertos.

Gran parte de la alarma mundial generada por Boko Harum proviene de la importancia de Nigeria, llamado el “gigante de Africa”, por ser el país más poblado del continente y por su potencial económico. Gracias a sus grandes reservas de petróleo, Nigeria desplazó este año a Sudáfrica y es la primera economía africana. Para 2050 se espera que esté entre las 20 principales del mundo.

Divididos en más de 500 etnias, los 170 millones de nigerianos habitan un país literalmente partido en dos, en el que los índices macroeconómicos no ocultan la gran desigualdad entre un sur cristiano rico en petróleo, desarrollado y beneficiado por las inversiones estatales y un norte islámico semidesértico y pobre. De hecho, pese a su robusto PBI, su índice de desarrollo está entre los más bajos de África, y el 70% de los jóvenes del norte no tiene trabajo, condiciones propicias para el reclutamiento de Boko Harum.

Los analistas creen que existe un riesgo real de que la violencia de Boko Harum se contagie a toda el África negra, donde hay más de 170 millones de musulmanes en países sumamente pobres que, sin nada que perder, podrían ser presas fáciles de los extremistas.