Tras el control de los rebrotes en la ciudad costera de Dalian y la región de Xinjiang, se respira una normalidad casi absoluta mientras se acelera la carrera contra el coronavirus.
Tras los últimos rebrotes en la ciudad costera de Dalian y en la región musulmana de Xinjiang, ya controlados, China lleva un mes sin informar de contagios locales de coronavirus. Desde hace 30 días, todos los casos detectados son importados del extranjero, como los ocho diagnosticados el lunes en el último recuento oficial. Según informa la agencia estatal de noticias Xinhua, cuatro fueron localizados en Cantón (Guangdong), uno en Shanghái, otro en la provincia de Sichuan y el último en Yunnan. Todos ellos son viajeros que proceden de otros países, en su mayoría chinos que regresan a su país porque las fronteras siguen cerradas para los turistas extranjeros, y deben someterse a la prueba del coronavirus al llegar y hacer una cuarentena de dos semanas en un hotel designado por las autoridades.
Con este mes sin casos de transmisión doméstica, China sigue avanzando hacia la normalidad mientras la pandemia repunta en Europa y América tras el fin de los confinamientos masivos. Aunque se puede dudar de las cifras oficiales que da el autoritario régimen de Pekín, que ocultó la epidemia al principio, lo que es innegable es la normalidad casi absoluta que ya se respira en este país. En Shanghái, que tiene más de 20 millones de habitantes, ya se ve a mucha gente sin mascarilla no solo por la calle, sino incluso dentro de las tiendas y centros comerciales. En los cines de mayor tamaño, como los que proyectan la película «Tenet» en pantalla Imax, ya se ha levantado la prohibición de beber y comer palomitas que todavía impera en salas más pequeñas y las parejas pueden sentarse juntas sin butaca de separación en medio.
Incluso Wuhan, donde estalló el coronavirus en enero, luce una asombrosa normalidad, como pudo comprobar este corresponsal el mes pasado. Nueve meses después, el epicentro de la pandemia canta victoria sobre la enfermedad Covid-19 justo cuando la segunda oleada empieza a golpear a buena parte del mundo antes del otoño, en el que se prevén nuevos repuntes al mezclarse con la gripe.
Para prevenir ese zarpazo, las farmacéuticas de todo el planeta continúan trabajando en sus vacunas a marchas forzadas. En China, que tiene cuatro candidatas en su última fase de ensayos clínicos, las primeras vacunaciones para el público en general podrían estar disponibles en noviembre o diciembre. Así se lo anunció a la televisión estatal el lunes por la noche una experta de bioseguridad del Centro Nacional de Prevención de Enfermedades, Guizhen Wu. Sin especificar cuál, ella misma se inyectó una de estas vacunas en abril y asegura que no ha sufrido reacciones adversas, según informa Reuters.
Desde julio, cientos de miles de médicos, soldados, empleados de transportes públicos y funcionarios que viajan al extranjero han sido vacunados en China. Desarrollada por la empresa Cansino, una de estas vacunas está siendo probada en el Ejército, mientras que las otras tres son de la firma Sinovac y de la farmacéutica estatal Sinopharm. Tal y como anunció el mes pasado su presidente, Liu Jingzhen, esta última podría empezar a comercializarse en diciembre con dos inyecciones a un precio de mil yuanes (120 euros). Mientras el coronavirus sigue desbocado por el mundo, la carrera por la vacuna se acelera antes de que llegue el temido otoño.