Conserva de alimentos techie: el proyecto argentino que busca combatir el hambre

Investigadores del CONICET elaboraron papeles bioactivos con propiedades antimicrobianas y antioxidantes para mejorar la conserva. Detalles de su importante proyecto, que los llevó a ganar un premio.

El hambre que pasan millones de personas en todo el mundo podría solucionarse en gran parte si los alimentos donados llegaran en condiciones óptimas para la ingesta humana.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) el envasado de alimentos forma parte de los factores que inciden en la pérdida de los mismos junto a la recolección, transporte, infraestructura o a los mecanismos de mercado, o de los precios, así como a los marcos institucionales y legales.
Esto hace que hasta un tercio de todos los alimentos se estropee o desperdicie antes de ser consumido por las personas.
Un grupo de científicos argentinos liderado por la doctora Raquel Evangelina Martini, investigadora adjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el Instituto de Investigación y Desarrollo de Ingeniería de Procesos y Química Aplicada (IPQA, CONICET-UNC) estudia el desarrollo de materiales para optimizar la conservación de alimentos.
La investigación está enfocada en obtener un papel o cartón con propiedades bioactivas (antioxidante, antimicrobiana, insectífuga y/o insecticida) para el envasado de alimentos. Su fin es proporcionar protección y preservación del producto, crear el máximo atractivo para el consumidor y también garantizar un producto rentable y con bajo impacto ambiental.
El proyecto “Desarrollo de papeles bioactivos para el envasado de alimentos” fue ganador de la edición 2017 del premio que entregan Arcor y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT). El mismo se hizo acreedor de 150mil pesos que deberán ser destinados a la ejecución del proyecto.
La “Mención Especial Fundación Arcor” fue para Marina Francisca De Escalada Pla, investigadora adjunta del CONICET en el Departamento de Industrias de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) por el “Desarrollo de un alimento a base de calabaza fortificada con hierro y probióticos”.
Esta mención especial aporta 80.000 pesos para la ejecución y/o implementación de la iniciativa que busca reducir la anemia. El proyecto se basa en la elaboración de un producto listo para consumir a partir de calabaza fortificada con hierro y probióticos en simultáneo, “empleando técnicas sustentables y de fácil transferencia al sector productivo agroindustrial”, según describió en un comunicado Arcor.
El ministro Lino Barañao enfatizó la importancia de que el premio esté destinado al sector alimentos, “un área en la que la Argentina tiene enormes ventajas competitivas y que puede ser no sólo una fuente de divisas sino también un generador de empleo de calidad en todas las regiones del país”.

Acerca del proyecto ganador

Existen diferentes problemas de conservación durante el almacenaje y transporte de alimentos. Una de las principales causas es el deterioro de alimentos por ataque de microorganismos, como mohos, levaduras y bacterias, el cual, además de generar pérdidas de alimentos, puede ser nocivo para la salud humana.
Otro deterioro común, es la oxidación de componentes alimenticios por acción del aire, siendo uno de los más recurrentes la oxidación de lípidos, produciendo sabores típicos de rancidez, compuestos tóxicos y pérdida de calidad nutricional.
La otra fuente de importantes pérdidas cuantitativas y cualitativas en los alimentos es la infestación por plagas de insectos poscosecha. Estos pueden atacar materias primas almacenadas, así como productos alimenticios semielaborados y finales debido a su capacidad de ingresar en productos alimenticios envasados durante su distribución o almacenamiento.
“Por tal motivo, el objetivo del proyecto es obtener un papel o cartón con propiedades bioactivas tales como antioxidante, antimicrobiana, insectífuga y/o insecticida para el envasado de alimentos, mediante el injerto de moléculas específicas de origen natural sobre celulosa. De esta manera, se protege al alimento desde el envase, pudiendo disminuir la cantidad de aditivos del mismo y asegurando extender su vida útil”, explica Martini.
Cabe destacar que dicho proyecto está en desarrollo y Martini junto a su equipo buscan mejorar el proceso para hacer el escalado del mismo y lograr un proceso viable industrialmente. “El objetivo es seguir ampliando y afianzando la línea de investigación de envases activos y otros proyectos relacionados”, agregó la doctora en Ingeniería Química.
En relación al premio Martini expresa que “resulta un incentivo más para seguir adelante. Además, por la difusión que tuvo el premio sirvió para acercar el trabajo científico a la sociedad y poder mostrarle a la gente nuestros proyectos y que puedan relacionarlos con la vida cotidiana”.
Forman parte del proyecto liderado por Martini, Silvia Barbosa, investigadora principal en la Planta Piloto de Ingeniería Química (PLAPIQUI), Nicolás Gañán, investigador asistente, Florencia Muratore, becaria doctoral y Laura Goñi, becaria posdoctoral, quienes se desempeñan en el IPQA.