La ANMAT ya autorizó el ensayo que impulsa un consorcio de investigadores del Conicet y de distintos laboratorios y universidades. El lunes comienzan a reclutar voluntarios.
La carrera urgente de la Ciencia para encontrar un remedio efectivo contra el coronavirus también se corre en la Argentina. Un consorcio científico de investigadores del Conicet, universidades, institutos médicos y laboratorios logró la aprobación de un protocolo clínico para aplicar en humanos la ivermectina, una droga muy extendida en medicina veterinaria que logró contener el COVID-19 en ensayos de laboratorio.
Según esas pautas de trabajo establecidas, los científicos convocarán a 45 pacientes voluntarios afectados por la enfermedad y les suministrarán dosis de la fórmula que se usa para el control parasitario en animales desde hace 40 años, pero que también se comercializa en farmacias para tratamientos contra los piojos en niños y adultos. El “manual de procedimiento” pasó las pruebas rigurosas del Comité de Bioética del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (Cemic), y en las últimas horas obtuvo la aprobación de la Anmat. El lunes comenzará la convocatoria de voluntarios.
Las personas incluidas en la experiencia científica firmarán un formulario de consentimiento (también avalado por el comité de ética médica) y no tendrán que exponerse a prácticas invasivas. “Ellos recibirán dosis controladas de la droga para verificar su éxito en el organismo. El fármaco está formulado en comprimidos o tabletas. Solo les pediremos más análisis o hisopados, para estudiar la evolución del virus atacado por la ivermectina”, explicaron los responsables de la iniciativa.
Hace un mes, un informe de la Universidad de Monash, en Melbourne (Australia), reveló que este medicamento mató al virus en menos de 48 horas. El descubrimiento provocó gran impacto en el mundo científico y derivó en una rápida reacción de especialistas locales que trabajan desde hace años con la ivermectina.
El primer paso fue la conformación del consorcio científico que será el responsable del proyecto que intentará determinar el efecto del fármaco en infectados que atraviesan la primera fase de la enfermedad. Es un equipo que estará dirigido por Alejandro Krolewiecki, del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales, de la Universidad Nacional de Salta (IIET- UNSa). Infectólogo, con años de trayectoria en el Conicet, este científico intervino en los procesos que llevaron la droga del tubo digestivo de bovinos y ovinos a los intestinos del hombre.
También el Centro de Investigaciones Veterinarias de Tandil (Civetan) participó de ese trabajo y ahora intervendrá en este capítulo de la pelea contra el COVID-19. La sociedad se completa con el aporte de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), el Hospital Juan P. Garrahan (que procesará las muestras en sus laboratorios); la empresa ELEA-Phoenix SA (que comercializa y fabrica la droga), la Fundación Mundo Sano y el Cemic. En este sanatorio, que tiene dos sedes en la Ciudad de Buenos Aires, se atenderán los voluntarios para la prueba.
La asociación público-privada presentó el proyecto en la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación y consiguió 100 mil dólares para su financiamiento. El de la ivermectina es uno de los 64 proyectos que serán solventados por ese organismo nacional, que recibió unas 900 carpetas con propuestas para distintos abordajes sanitarios, económicos y sociales de la pandemia.
“Cuando tengamos la autorización de la Anmat comenzaremos de inmediato a convocar a los voluntarios. A partir de ese momento, esperamos tener los primeros resultados en un mes o cinco semanas. Y el compromiso con la Agencia que financia el proyecto es entregar un informe completo en seis meses “, dijo Krolewiecki a Clarín. Trabajarán entre 50 y 70 profesionales en el ensayo.
“Este será el primer estudio que se realizará luego de la experiencia in vitro que resultó exitosa en Australia. Se trata de una prueba de concepto, o sea buscamos conseguir indicadores precisos para saber si la droga tiene actividad frente al virus en el humano infectado”, agregó el experto que trabaja en la sede de Orán de la Universidad Nacional de Salta.
Los laboratorios del Garrahan y de la UNQ serán el soporte para analizar las muestras extraídas a los voluntarios. Se realizarán varios hisopados y estudios de sangre para determinar la cantidad de virus en las secreciones respiratorias de quienes tomen dosis de ivermectina. En el Civetan se realizará el monitoreo de las concentraciones en la sangre de los pacientes en tratamiento. Además, los expertos deben establecer cuáles son las dosis adecuadas a suministrar, de acuerdo con la edad y el peso de los infectados.
Este equipo tiene experiencia con la ivermectina. Krolewiecki, el Civetan y la empresa Elea fueron los que lograron convertirla en un remedio para parásitos, piojos y sarna de humanos.
En los integrantes del grupo prevalece la cautela. Carlos Lanusse, director del Civetan y –con su grupo de expertos– referente mundial en la farmacología de estas drogas, aclaró. “No debemos generar expectativas desmesuradas. Entendemos que hay un profundo interés en relación con este tema porque existe una necesidad de buscar alternativas para el tratamiento farmacológico del COVID-19. Pero todo requiere una corroboración científica. Estamos encaminados y el resultado tendrá absoluta seriedad”, explicó Lanusse.
El protocolo clínico prevé que se indicará la droga en pacientes que atraviesan la fase temprana de COVID-19 y que no hayan requerido internación en terapia intensiva. En esa instancia se evaluará la respuesta del fármaco en disminuir la concentración de virus en la secreción respiratoria. Hay un mensaje para los eventuales voluntarios: “Nosotros ya hemos comprobado que es una droga segura y está en el mercado desde hace años”, señaló Krolewiecki.
La ivermectina tiene variadas denominaciones conocidas entre los productores ganaderos como producto antiparasitario. Es una droga semisintética: se obtiene a partir del fermento de un hongo al que se le realiza una modificación química en el laboratorio.
Si los ensayos terminan bien, el SARS-CoV-2, con ese nombre enigmático y amenazante, estará más cerca de quedar acorralado. Tal vez, controlado por una droga que mata parásitos de intestinos. En ese caso, el mundo quedaría sorprendido una vez más por los misterios indescifrables de la ciencia.