La ciencia entra en disputa ante la pregunta de cuál es el momento ideal del día para hacer ejercicio. Los pro y los contra de hacerlo por la mañana bien temprano, o por la tarde después de una jornada laboral, en la opinión de especialistas.
Hacer ejercicio es parte fundamental de la vida de las personas, pero no todos tienen tiempo para hacerlo. A veces, el mejor momento es el que se tiene durante el día dentro de una agenda apretada. La ciencia, sin embargo, puede plantear mejores momentos para optimizar el rendimiento del ejercicio. “Tenemos ciclos para muchas cosas: para el sueño, para las hormonas y también para el rendimiento físico”, asegura el Dr. Jorge Franchella, director del Programa de Actividad Física y Deporte del Hospital de Clínicas. Existe un ritmo biológico de sueño y vigilia que regula la temperatura corporal, la presión arterial, la atención, las hormonas y el metabolismo. Es un periodo regido por el sol y coincide con el famoso “reloj interno”, que se altera cuando viajamos a otro país con una diferencia horaria grande.
“En los deportistas entrenados este ciclo tiene gran importancia, porque existen picos de rendimiento durante el día, según la capacidad física que se quiera potenciar. Por ejemplo, los récords de velocidad y atletismo se suelen romper entre las 19 y las 21, es el momento máximo de capacidad de esfuerzo, resistencia y velocidad”, explica Franchella.
Pero para las personas del común, hay algunos trucos que ayudan a encontrar nuestro mejor momento para hacer gimnasia. En general, las personas son “matutinas” o “vespertinas”, porque funcionan mejor por la mañana o por la noche. La recomendación para el ejercicio es no “obligar” al cuerpo a despuntar el día con una rutina agotadora si lo único que pide es envolverse entre las sábanas y seguir descansando: “una persona que en general se levanta a las 7 y decide arrancar 6:30 para hacer ejercicio, está forzando el reloj biológico y después pasará el resto del día dormido. El primer consejo es que empiece a hacer actividad a partir de la hora en que se levanta normalmente”, recomienda el doctor Alberto Intebi, director del Instituto Argentino de Psiconeuroinmunoendocrinología.
Los estudios científicos, por otro lado, indican que los deportistas mañaneros son los más perseverantes. Una de las teorías planteadas es que al poner el ejercicio primero que todo, las personas quedan liberadas del estrés y las presiones laborales que se van sumando con las horas subsiguientes. También tiene sus ventajas comenzar el día haciendo ejercicio: “estamos en mejores condiciones físicas porque el cuerpo está descansado”, afirma Franchella, y agrega que el “efecto residual”, esa energía arrolladora que nos inunda después del gimnasio, dura varias horas. “En tu cuerpo queda una memoria de bienestar”, explica. Por su parte, Intebi, indica que “el cuerpo genera endorfinas y óxido nítrico, que contribuyen con un mejor estado del humor. Las situaciones de estrés impactan menos. Si uno espera a terminar el día para hacer actividad física, se pierde este beneficio sobre el humor”, aporta Intebi.
Pero no todo es positivo, porque el ejercicio en la mañana tiene ciertas contraindicaciones. La temperatura corporal está baja entre una y tres horas antes de despertarnos. Los músculos estuvieron dormidos durante mucho tiempo y, si no se elonga bien, crece el riesgo de lesiones. También, la circulación sanguínea es lenta y la hormona cortisol está en su auge y puede aumentar la fatiga.
En otro sentido, las investigaciones apuntan que el atardecer es el mejor momento para moverse. La temperatura del cuerpo está alta entre las 16 y las 17hs., por lo que los músculos están mejor preparados. Además, la fuerza, la performance anaeróbica y la resistencia también mejoran. Sin embargo, el que sale del trabajo y va al gimnasio después de las 19 lleva encima la carga del estrés y el cansancio: “si bien el ejercicio te ayuda a desahogarte, después de un día laboral tu cuerpo está más contracturado. He visto muchas lesiones musculares de personas que llegan de trabajar estresadas y tensionadas, que no llegan a relajarse y entonces el ejercicio les suma sobrecarga”, advierte Franchella. Una clase de spinning a las 20hs. es una inyección de energía para un cuerpo que se está preparando para dormir. Aumenta el ritmo cardíaco, sube la temperatura corporal y “chau sueño”. Por eso, Intebi aconseja terminar la actividad dos horas antes de acostarse.
Para quienes hacen un horario de oficina, el almuerzo aparece como una buena opción para el gimnasio. La recomendación es comer después del ejercicio y evitar la actividad al aire libre: “si se realiza dentro de un lugar cerrado, no está mal. El problema es en el exterior, porque de 11 a 16hs. los rayos son peligrosos y es el pico de calor”, avisa Franchella.
La ciencia no se pone de acuerdo sobre cuál es el mejor momento para ejercitarse. A eso, Franchella suma otra cuestión: “los picos de máximo rendimiento muscular y de máximo rendimiento aeróbico no coinciden. Las mitocondrias, encargadas de la oxigenación, rinden más alrededor de las 15hs.; mientras que el mejor momento para los músculos se encuentra en torno a las 19hs.. Por esto, no puede establecerse un momento ideal para una persona común”. Intebi, entonces, es más categórico: “los beneficios del ejercicio son tantos que lo más importante es hacerlo, a la hora que sea, 30 minutos cada día”.