La vida es movimiento, Eso es algo que Karolina Swiecika, a sus 26 años, sabe bien. Está en el hospital militar de la ciudad polaca de Breslavia. Los médicos le animaron a caminar unas horas después de someterse a una cirugía de la columna vertebral. Ahora vivirá con un implante de titanio en sus vértebras lumbares, fabricado con una impresora 3D. Espera un futuro en el que “tenga una vida normal y quizá también un bebé”.
Al igual que Karolina, alrededor de 75.000 pacientes se han beneficiado de estos implantes impresos en 3D, gracias al proyecto “La columna vertebral del futuro”. El presupuesto total es de 7,9 millones de euros, de los cuales casi el 60 % ha sido financiado por las políticas de cohesión de la Unión Europea.
Los implantes se fabrican LfC, una empresa cerca de Zielona Góra, localidad próxima a la frontera oeste del país. Allí trabajan sesenta personas que los dibujan, hacen prototipos y los fabrican para cada vértebra. Se han registrado casi un centenar de patentes. También se diseñan los instrumentos para los cirujanos, por ejemplo un aparato que sirve para medir el espacio intervertebral y así luego elegir el tamaño adecuado del implante. El intercambio con ellos es constante. Hay dos zonas, las vértebras cervicales y lumbares, que son especialmente delicadas.
De vuelta a Breslavia todo está listo para la intervención. Los neurocirujanos Bogdan Czapiga y Marta Kozba han dejado de contar los implantes que han colocado. El primero de ellos explica que “la siguiente etapa de cooperación será el llamado ‘factor médicamente personalizado’, lo que significa que los implantes de columna vertebral se producirán en una impresora 3D para cada paciente, teniendo en cuenta su anatomía y morfología personal”.
Han pasado 5 semanas desde que uno de estos implantes fue insertado en el cuello de Marek Gliszczynki. Ha recuperado la sensibilidad, la fuerza en sus manos y la alegría de vivir. Asegura que se siente “mucho mejor” y que quiere volver a los deportes acrobáticos y “disfrutar de la vida”.