Enfermas de cáncer abandonadas por sus maridos en Argelia tras una mastectomía

“¿El cáncer? No es nada en comparación con el hecho de ser rechazada tras 18 años de matrimonio”, cuenta Linda que, como muchas argelinas, fue abandonada por su marido tras sufrir una mastectomía, extirpación de una mama, por culpa de la enfermedad.

Después de la operación, su marido la llamaba “nass mraa” (media mujer) o “lamgataa” (la mutilada), recuerda años después esta asistente médica, madre de tres hijos, que la apoyaron frente a su padre.

Zohra también se sometió a una mastectomía en 2015. Tras 25 años de matrimonio, su marido pidió el divorcio y la dejó sin recursos. “Fue odioso”, dice esta ama de casa de 53 años.

Linda y Zohra no son casos aislados. “Cientos de argelinas son abandonadas por sus maridos a raíz de un cáncer de mama”, se indigna Samia Gasmi, presidenta de la asociación Nur doha (Luz del día), que ayuda a los enfermos de cáncer de ambos sexos.

“Algunas se hunden en la depresión (…) Otras acaban en centros de acogida porque no tienen adónde ir”, explica Gasmi.

Resulta complicado hablar de cáncer de mama o de mastectomía en Argelia, donde todo lo relacionado con la vida íntima suele ser tabú. Las mujeres entrevistadas por la AFP pidieron guardar el anonimato y se negaron a mostrar su rostro en las fotografías.

“Consideran su enfermedad como algo vergonzoso”, dice Gasmi.

Casados “por amor”

Para Yamina Rahou, socióloga en el centro de investigación en antropología social y cultural de Orán, ese sentimiento de vergüenza procede del “sufrimiento de ser amputada de una parte [del cuerpo] que simboliza la feminidad”.

El teólogo Kamel Chekkat, de la asociación de ulemas de Argelia, niega cualquier vínculo entre esos comportamientos y el islam. “No es un problema de religión, sino de educación. La religión exhorta a los esposos a apoyarse mutuamente” y, para el islam, “el hombre respetable honra a su mujer y el hombre vil la humilla”, asegura.

Hayat conoció la humillación cuando su novio rompió con ella, justo después de que le anunciara su enfermedad y la mastectomía a la que fue sometida de forma urgente. “Me dijo: ‘Quiero a una mujer entera, no tres cuartos de mujer’”, recuerda, llorando, esta estudiante de 30 años.

El marido de Saïda ni siquiera esperó a que saliera del hospital para pedirle el divorcio, la custodia de su hijo y vaciar su cuenta corriente.

Esta médica de 55 años se encontró en la calle y tuvo que instalarse en un hotel. “No podía más”, recuerda.

Aunque con el tiempo logró recuperar a su hijo, sigue sin entender la actitud de su marido 15 años después de lo ocurrido. “Nos conocimos en la universidad, nos casamos por amor. Participaba incluso en las manifestaciones a favor de los derechos de las mujeres, ¡pero no dudó un segundo en abandonarme como una mierda!”, lamenta.

En el caso de Safia, una profesora de 32 años, fue ella quien dejó a su novio después de que le quitaran los dos pechos. “Preferí romper con él antes de que lo hiciera, su familia ya no me quería”, cuenta.

“¿Quién querrá a una mujer como yo?”

El cáncer de mama es el más frecuente en Argelia. Como a nivel mundial, el número de casos registrados ha aumentado -cinco veces más cada año que hace dos décadas- debido a mejores métodos de diagnóstico, al aumento de la esperanza de vida y también a cambios en los hábitos (menos actividad física, sobrepeso, tabaquismo…), según los expertos.

Cada año se registran entre 9.000 y 10.000 casos de cáncer de mama en Argelia, indica Farid Cherbal, profesor de genética del cáncer en la universidad de Argel. Y cerca de 3.500 argelinas mueren a causa de esa enfermedad.

Para quienes sufren una mastectomía, el acceso a la reconstrucción del seno es restringido. Los centros públicos que la ofrecen gratuitamente están saturados y la operación es muy costosa en el sector privado.

Linda “la mutilada” está hoy divorciada y en remisión y asegura que la enfermedad la “ha liberado” de un marido, que la golpeaba y le quitaba el salario.

Con la quimioterapia y la radioterapia, Safia ha perdido 10 kilos desde su operación hace un año. Tiene pocas esperanzas respecto al futuro. “Mis padres me respaldan, pero ¿quién querrá a una mujer como yo?”, se pregunta.