Entre civiles y policías, hay 36 procesados por integrar la banda de Los Monos

El punto de partida de la investigación fue un crimen dentro de la familia de la banda de Los Monos: la ejecución de Martín “Fantasma” Paz, el 8 de septiembre de 2012. 

Banda-de-Los-MonosEl punto de partida de la investigación fue un crimen en el mismo seno familiar de la banda de Los Monos: la ejecución de Martín “Fantasma” Paz, el 8 de septiembre de 2012. La víctima era cuñado de Claudio “Pájaro” Cantero, sindicado como el líder de un clan ligado al narcotráfico, que ocho meses después corrió la misma trágica suerte al ser asesinado frente a un boliche de Villa Gobernador Gálvez. El resultado de esa pesquisa, que tuvo una innegable resonancia política, se extendió hacia los negocios delictivos del grupo y ayer derivó en el procesamiento masivo de 36 personas. De ese total, 32 fueron acusadas de conformar una asociación ilícita, entre civiles y policías, dedicada a cometer delitos que van desde amenazas y homicidios hasta el tráfico de drogas. Los otros cuatro imputados solo quedaron ligados a ilícitos conexos como encubrimiento o tenencia de armas.
Es la segunda vez que integrantes del grupo familiar del barrio La Granada, mencionado desde hace más de una década en las crónicas policiales rosarinas, son enviados a juicio. La ocasión anterior fue por el crimen del adolescente Walter Cáceres, en una emboscada a micros de la barra brava de Newell’s Old Boys en febrero de 2010 frente a ese mismo barrio del sur de la ciudad. Entonces, los cuatro acusados, entre ellos el asesinado Pájaro Cantero, terminaron absueltos por falta de pruebas tras un juicio oral que se realizó en 2011. Meses antes, 14 personas habían sido sobreseídas en una causa conexa por asociación ilícita que no prosperó. Entre los favorecidos estuvo Ariel Máximo Cantero, padre del clan y actualmente prófugo.
En la causa actual, que se inició con el crimen de Martín Paz y derivó hacia las actividades ilícitas del grupo, a los procesados se les reprocha conformar una agrupación delictiva con lazos definidos y permanencia en el tiempo para cometer delitos varios, entre ellos, el narcotráfico. En la resolución de 408 páginas que firmó el juez de Instrucción 4, Juan Carlos Vienna, más una serie de anexos que elevan a 900 las fojas del fallo, se precisa que la actividad de compra-venta de drogas entre los negocios del grupo “surge con prístina claridad“. Como se trata de un delito que excede la esfera provincial, el magistrado ordenó remitir copias a la Justicia Federal para que “tome conocimiento“.
Entre los procesados, los desvinculados y aquellos que fueron favorecidos con el archivo de las actuaciones, la resolución alcanzó a unas 60 personas, algo inusual en los tribunales locales. En total, fueron procesadas 36 personas. Es decir que si la medida queda firme (deberá sortear las apelaciones ante la Cámara Penal que plantearán las defensas) quedarían en condiciones de ser sometidas a un juicio escrito por tratarse de una investigación iniciada bajo el viejo sistema penal. La mayoría de los implicados se encuentra con prisión domiciliaria o en libertad, aunque el núcleo duro de Los Monos permanece tras las rejas. Vienna, ayer, dispuso la prisión preventiva de todos los procesados, un paso formal previo al juicio.
De los procesados, 26 fueron responsabilizados por asociación ilícita. Pero ninguno fue sindicado como jefe u organizador en la parte resolutiva del dictamen. Este grupo aparece encabezado por el detenido Ariel Máximo “Guille” Cantero, hermano de Pájaro, acusado de asociación ilícita agravada y cohecho activo con un embargo de un millón de pesos. Le sigue su madre, Patricia Celestina Contreras, también por asociación ilícita agravada y tenencia ilegítima de un arma de guerra. La mujer sigue bajo arresto domiciliario.
Los otros procesados como integrantes de la banda son el supuesto operador financiero del grupo, Mariano Ruiz (preso); su novia, Natalia Luna Schneider; y su hermano, Agustín Mario Ruiz; la pareja de “Guille”, Vanesa Jaquelina Barrios; y la pareja del prófugo hijo adoptivo de los Cantero Ramón “Monchi” Machuca, Silvana Jésica Gorosito. Todos ellos, más Lorena Miryam Verdun, Cristian Hernán Bustos, Ariel Fernando Bortolotto y Sergio Fabián Ríos, suman una acusación por encubrimiento agravado.
Entre los civiles se suman como integrantes un allegado a los Cantero que había sido absuelto en el juicio por el crimen de Walter Cáceres, Carlos Fernando “Chino” Fleitas (preso); el representante futbolístico Francisco Rafael Lapiana; Norberto González, Gisela Carolina Vilches (también tenencia de arma), Susana Estela Alegre y Miguel Angel Vilches. Además, hay tres hombres presos y ligados a la administración de búnkers de drogas: Leandro Alberto Vilches (le endilgan, también, la tenencia de armas y cohecho activo), Angel Emanuel “Pibu” Villa y Jorge Emanuel Chamorro.
A ellos, dentro de la misma organización delictiva, se agrega la lista de 13 uniformados de la policía santafesina, de la División Drogas de la Policía Federal y de Prefectura Naval . Todos cargan con una acusación incluso más pesada, porque a la asociación ilícita se le añaden delitos propios de su rango funcional. De ellos, solo uno, Gustavo “Gula gula” Pereyra recibió la falta de mérito.
Hay otros cuatro procesados por delitos ligados, aunque no como miembros de la agrupación criminal sino por delitos conexos. Por tenencia ilegal de arma figuran Macarena Anabella Cantero, hermana de Guille; Alejandra Amelia Lescano, amiga de Cantero padre; y Alfredo Ojeda. El cuarto es el ex subcomisario de Sustracción de Automotores, Germán Herrera, por colaborar con la banda e incurrir en cohecho y encubrimiento agravado.

El origen. Aunque el crimen de Martín “Fantasma” Paz no resultó cerrado ni aclarado en el marco del expediente, ya que nadie está procesado específicamente por ese hecho, fue el punto de partida de la investigación que terminó extendiéndose a su círculo familiar y al clan Cantero. Es que su hermana era por entonces la novia de Pájaro Cantero, quien estuvo en la escena del homicidio la tarde del 8 de septiembre de 2012, cuando a su cuñado lo ejecutaron con tres tiros desde una moto mientras circulaba en una flamante cupé BMW por Entre Ríos y 27 de Febrero.
Tras el asesinato, el padre de Paz dio cuenta de que atrás del crimen estaba la organización criminal vinculada a la familia Cantero. Una versión que —plasmada en investigaciones infructuosas o en comentarios informales— circula en la crónica policial desde hace más de una década, cuando comenzó a informarse de la secuencia de muertos en el barrio Las Flores por la ya saldada disputa entre las bandas de Los Monos y Los Garompas.
En base a los comentarios que recibía de su hijo, Paz padre mencionó a los integrantes de la familia y los roles que desempeñaban en el clan. Los ligó a delitos varios e hizo saber que “esta organización sería la responsable de la muerte de su hijo”, que era parte de esos negocios al administrar fondos del grupo. “Mi hijo era consciente de que ese dinero venía de las drogas, pero me decía que no me preocupara, que no se iba a meter en quilombo con ellos”, declaró. De ese punto de partida surgieron informes de inteligencia, pericias a los celulares de Paz y un árbol de escuchas telefónicas que derivaron en esta causa.

El testigo. A eso se sumó el testimonio de un testigo de identidad reservada que habló sobre los orígenes de la banda. “Los Cantero siempre estuvieron en el tema del robo de caballos. Incluso gente de antes les dice Los Cuatreros”, contó. Y pasó a detallar cómo la escructura creció mediante la venta de protección a otros narcos: “manejaban La Granada, Las Flores, 17 de Agosto. La policía no entraba. Tenían un control absoluto de esos barrios”, dijo. Luego, el negocio se extendió a la administración de búnkers, remises truchos, el regenteo del estacionamiento en las afueras del Casino y hasta el trabajo con máquinas retroexcavadoras que alquilaban. “Tienen una organización y tienen un encargado para cada cosa”, acotó el testigo, y detalló los bienes de la banda, muchos de ellos inventariados y secuestrados en la megacausa.
La intermniable pesquisa desembocó en la resolución de ayer, que tiene a las escuchas telefónicas como prueba vedette. La mayoría de los acusados fueron procesados por integrar una banda de tres o más personas destinada a la comisión de “delitos indeterminados” tales como “tenencia y portación de armas, homicidios, homicidios calificados, lesiones, extorsiones, amenazas, daños, cohechos y encubrimientos, así como tráfico de estupefacientes”, enumeró el juez Vienna, quien recibió amenazas a lo largo de la investigación y por eso le asignaron custodia.
La asociación, planteó, cuenta “con una organización interna estable, con funciones definidas y una existencia desde antes del 8 de septiembre de 2012”, fecha en que mataron a Paz. “El objeto fundacional, prioritario y aglutinante de la banda investigada —definió Vienna— es lo que podría denominarse como el ‘negocio de la violencia’, que preexiste y es presupuesto de todo otro negocio. A saber: la organización de violencia sistemática a los fines de provocar y usufructuar un territorio liberado. La imposición por el miedo, lo cual otorga un valor agregado a los testimonios recabados en la presente investigación”.
Respecto al tráfico de estupefacientes, el magistrado señaló que “surge con prístina claridad dentro de las actividades del grupo, como una de sus fuente de ingresos y asimismo como otro de los mecanismo de control. No estamos en presencia de meros ‘narcotraficantes’, amparados en el secreto y la clandestinidad, abocados al mero intercambio, sino, por el contrario, nos hallamos frente a abiertos controladores de zonas y personas, proveedores de ‘seguridad’, prometedores de violencia, que en dicho marco usufructúan negocios diversos y exclusivos, legales o no, entre ellos el de la droga”.