Matilde fue otra de las víctimas del abusador Edmundo O´Neill, ex camarista de Mar del Plata, sobre quien pesaba una denuncia de abuso sexual sobre niñas que finalmente fue archivada. El testimonio vertido en la 99.9, deja la esperanza de que, al dar a conocer el tema, se puedan evitar otros casos de este tipo.
El caso del camarista Edmundo O´Neill que se dio a conocer recientemente gracias al escrache que realizaron las víctimas de sus abusos cuando eran niñas, años atrás y que no le permitieron firmar su obra en la Feria de Libro; suma testimonios realmente escalofriantes de alguien que fruto de la impunidad de la justicia, hoy camina libre por la ciudad.
En la 99.9, Matilde brindó su palabra para ahondar en este caso y evitar que otras personas caigan en estos abusos. Después de esta convulsión mediática, afirmó: “siento que tantos años de angustia hayan podido salir a la luz. El corazón late fuertísimo. Si bien no revertirá lo que pasó, puede prevenir incidentes de esta índole. El abuso, sobre todo en edad infantil, es una cosa tremenda”.
La relación con O´Neill tenía que ver con una amistad entre las familias que compartían muchas cosas juntas: “de chicas frecuentábamos la casa, éramos muchas familias amigas que compartíamos la misma playa y el mismo balneario. Era una casa donde a uno lo invitaban y los padres compartían de todo. Las veces que me tocó sufrir este tipo de abuso, sólo vi niñas”, explicó.
Los padres de Matilde, al momento de descubrir el abuso, intentaron convencer al camarista marplatense de que tratara su desorden con algún especialista, incluso el padre fue a hablar con él: “en mi caso, debo haber dicho algo en mi casa y mis papás gracias a Dios me escucharon y tomaron en serio lo que dije. Decía cosas que no son normales para una nena de 6 o 7 años, cosas obscenas o absurdas junto con algunas actitudes particulares mías que les hicieron prestar atención, hacer la denuncia e ir a hablar con Edmundo para que pueda hacer un tratamiento y evitar eso”.
Claro que antes, el impulso llevó a los padres de la víctima a actuar violentamente: “cuando se abrió la causa mis papás fueron y declararon en la causa. Mi papá fue a hablar con Edmundo y su familia. Todo el mundo le pregunta a mi papá como hizo para controlarse, pero lo fue a ver a su trabajo y le dijo que lo iba a tirar por la ventana, que de esa no zafaba; pero O´Neill con su forma de ser lo convenció diciéndole que iba a hacer el tratamiento”, relató sobre la manipulación que ejercía en ese entonces sobre las personas el acosador.
El problema es que aún hoy, las propias víctimas de Edmundo O´Neill se lo siguen cruzando en sus habituales caminatas por la calle Güemes en nuestra ciudad: “es una sensación muy rara, siendo la víctima cuando uno se lo cruza se siente violada nuevamente. No se entiende que siendo uno la persona dañada tenga ese sentimiento, uno lo tiene que aprender a manejar con el tiempo”, puntualizó Matilde.
Si bien no encontrarán una forma de revertir el pasado, la condena social puede abrir los ojos de otros padres que puedan atravesar la misma situación con sus hijos: “nada cambiará el momento que pasamos, la infancia que nos robaron, pero la condena social tiene que hacernos tomar conciencia de lo que dicen los chicos, hay que escucharlos y creerles. Nosotras hemos padecido una persona perversa y con poder político”, finalizó.