La vicepresidenta del MSR habló en la 99.9 y se refirió específicamente a un caso de usurpación que sufrió con una casa de su familia.
Las usurpaciones son una constante en la actualidad, pero tampoco son una novedad saliente. Se vienen dando desde hace años y uno de esos casos los vivió en Mar del Plata la vicepresidenta del MSR, Jorgelina Kos Grabar.
En la 99.9 repasó aquella experiencia que tuvo un final feliz: “la política tiene que cambiar algunas leyes y proteger más al ciudadano. La política está detrás de las usurpaciones y se está demostrando”, indicó como introducción.
Respecto de la propiedad en cuestión, explicó que “mis abuelos tienen una casita en Mar del Plata para utilizar de veraneo. Después de fallecer mi abuela, quedó un poco más abandonada hasta que en 2009 falleció mi abuelo también. Empezamos con el proceso de la sucesión sabiendo que llevaba un tiempo hasta que decidimos venderla. Fue pasando el tiempo hasta que una familia conocida de Mar del Plata, me dijo que si quería, le dejara la llave y poníamos un cartel de venta. Si alguien llamaba, él se encargaba de mostrarla”.
Fueron varios interesados, pero nadie aceleró en la idea de comprarla: “pasaron unas semanas hasta que un vecino me preguntó si vendí la casa y pensé, “se metieron”. Fue la policía y ya había toda una familia adentro, muchas personas y desde adentro mostraban un supuesto boleto de compra y venta. La policía les dejó un papel con mi nombre, apellido y teléfono”.
No le quedaba otra opción que venir a la ciudad y buscar una resolución por la vía judicial: “antes de viajar llamé a la comisaría cercana y mucha bolilla no me dieron. Después por un contacto, me respondieron, hice la denuncia y cuando llegamos a la casa de mis amigos donde estaba parando, el señor que cuidaba la casa recibió un llamado amenazándolo que habían visto que pasamos”.
Al momento de tratar de reconstruir los hechos, empezaron a notar que hay una desprotección desde el sistema judicial que es alarmante: “esta gente habrá ido a ver la casa, cuando fuimos a hacer la denuncia nos dimos cuenta que estamos super desprotegidos. Llamaba cada tanto a la fiscalía hasta que después de 5 o 6 meses, me dijeron que ahí no se dirime quien el propietario sino el ocupante. Ahí me di cuenta que estaba en problemas”.
La solución la encontró con un sistema de escrache público que realizó con su propia familia: “encontramos a las personas por Facebook y empezamos con una estrategia, hicimos una página de Facebook contando la historia de la usurpación con los nombres de ellos. Cuando nos dimos cuenta, había trascendido y se ve que les generó situaciones vergonzosas, a punto tal que nos llamaron familiares de esas personas pidiendo disculpas y que bajemos las fotos. Pude llegar a un acuerdo y se fueron”.
La conclusión es que sólo tuvo suerte, pero podría haber sido mucho peor: “el propietario está completamente desprotegido, hay un entramado de crimen organizado donde está metida la política e incluso en algunos casos la policía”.