La contaminación se triplica por el uso de leña para la calefacción

Las principales ciudades griegas han sido contaminadas por el uso de las chimeneas. El aumento del precio del gasóleo de calefacción ha obligado a los ciudadanos a utilizar leña, lo que ha multiplicado por tres el nivel de contaminación atmosférica.

En los últimos dos días, la concentración de dióxido de azufre y monóxido de carbono en Atenas, Grecia, ha alcanzado los 150 mg/m3. El nivel de urgencia está establecido en 50 mg/m3.

Hace alrededor de diez días que este fenómeno es perceptible, sobre todo en la zona norte y oeste de la capital. Sumado a eso, la falta de viento y un descenso de la temperatura han complicado más la situación.

Fuentes del Instituto del Medio Ambiente del Observatorio de Atenas realizarán entre el 10 de enero y el 10 de febrero un análisis detallado de las partículas en suspensión en el aire, ya que “además de dióxido de azufre o monóxido de carbono podría contener hidrocarburos cancerígenos”, explicaron.

De esta manera, Grecia vivirá durante el invierno una crisis energética, ya que en octubre, el impuesto sobre el gasóleo de calefacción se elevó hasta los 1,4 o 1,5 euros por litro (en España ronda el euro; en Irlanda, entre 90 céntimos y 1 euro, y en Reino Unido, 86 céntimos). El consumidor griego paga 42 céntimos de cada euro en impuestos. Sumado a que los ingresos disminuyeron a la mitad por culpa de la crisis, pocos ciudadanos disponen de suficiente presupuesto para combustible, por eso es que optaron por la calefacción a leña.

Como el Gobierno de Atenas ha reducido en un 60% el presupuesto para calefacción de las escuelas, en el norte de Grecia, unas 300 escuelas podrían cerrar sus puertas para evitar que los alumnos se congelen, si no reciben los fondos necesarios para calefacción.

La situación de los hospitales también se ve complicada, la falta de combustible para calefacción se suma a la escasez de material sanitario. El hospital general de Preveza clausuró su sistema de calefacción central por gasóleo, y lo sustituyó por radiadores eléctricos que sólo se encienden dos horas al día en las habitaciones. Por lo que, parte del personal sanitario y familiares de los pacientes internados llevan unos pequeños calefactores, aunque la corriente del centro ha sido conmutada para evitar un consumo descontrolado.