El excomandante serbobosnio Ratko Mladic, uno de los protagonistas de la Guerra de los Balcanes, volvió a escuchar la sentencia por parte del Mecanismo para los Tribunales Penales Internacionales: cadena perpetua por genocidio y crímenes de lesa humanidad.
Lo apodaban “el carnicero de los Balcanes” y no en vano. Ratko Mladic, comandante militar del ejército serbobosnio durante la Guerra de los Balcanes, es responsable de la matanza de Srebrenica, donde murieron 8.000 musulmanes en julio de 1995.
También se le considera culpable del asedio en 1992 a Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina, que duró 43 meses y donde perdieron la vida más de 10.000 personas, entre las cuales se cuentan 1.500 niños.
Por estos crímenes de lesa humanidad y genocidio, Mladic recibió este martes 8 de junio la sentencia definitiva que lo condena a cadena perpetua. Así lo determinó el Mecanismo para los Tribunales Penales Internacionales, con sede en La Haya, Países Bajos, después de que la defensa del militar pidiera una revisión de la sentencia que había recibido en primera instancia.
Según los abogados de Mladic, el excomandante estaba acusado de algunos sucesos puntuales sobre los que no tenía responsabilidad. Sin embargo, la máxima instancia de la Justicia internacional tumbó sus alegaciones y confirmó la sentencia.
Un protagonista de la guerra en Bosnia
Mladic, de 78 años, nació en Bosnia cuando el territorio todavía formaba parte de Yugoslavia, un país que agrupaba naciones actualmente independientes como Serbia, Croacia, Montenegro y Macedonia, además de Bosnia.
Hizo carrera militar como yugoslavo bajo el orden comunista que regía en el país, liderado por Josip Broz Tito. Pero en 1991 empezó la desintegración de Yugoslavia y nació el conflicto no solo entre los países sino también entre las distintas etnias y religiones que habitaban los territorios.
En ese contexto, Mladic fue nombrado en 1992 comandante del Ejército de la República Serbia de Bosnia, un territorio que se había proclamado en enero de ese mismo año y que defendía la superioridad de la población serbia, cristiana en su mayoría, sobre el resto de población de Bosnia, de etnia croata o de religión musulmana.
La actual Bosnia-Herzegovina fue uno de los países de la antigua Yugoslavia que se llevó la peor parte en la guerra: era la región donde convergían muchas de las etnias de los Balcanes, por lo que se convirtió en escenario de las tensiones raciales, territoriales y religiosas del conflicto.
Así, Mladic se convirtió en uno de los peores perpetradores de los crímenes de este conflicto. En Srebrenica, una ciudad en el este de Bosnia-Herzegovina, aniquiló a 8.000 musulmanes bajo una consigna que en ese momento fue televisada: “Regalemos la Srebrenica serbia al pueblo serbio. Ha llegado el momento de vengarnos de los turcos”, declaró Mladic.
El excomandante también dio indicaciones de limpieza étnica durante el sombrío asedio de Sarajevo, cuando ordenó a su artillería que rodeaba la capital apuntar a una zona de la ciudad donde no había “muchos serbios”.
Mladic estuvo fugado de la Justicia internacional durante 15 años, principalmente gracias a la protección de Serbia y a la ayuda de militares retirados en el país.
En 2011 fue arrestado en Lazarevo, un pueblo serbio a unos 100 kilómetros al norte de Belgrado. Desde entonces ha estado detenido en la unidad de detención de la ONU en La Haya.
Mladic, una figura en el centro del conflicto todavía latente
Mladic nunca reconoció totalmente su culpabilidad frente a los crímenes de los que se le acusa. E igual que Mladic, así opinan todavía muchos serbios, que niegan que en Srebrenica se cometió un genocidio.
Por ejemplo, Milorad Dodik, representante de la comunidad serbobosnia en la Presidencia bosnia, aseguró que la sentencia de la Justicia internacional contribuye “a que se refuerce más la desconfianza entre los pueblos (…) se ha desmoronado la confianza en la Justicia internacional”, aseguró el político.
En cambio, las víctimas de la matanza se reunieron en el centro memorial de este crimen. “Es bueno que se sepa que se cometió un genocidio”, afirmó Nura Mustafic, que perdió a tres hijos y a su marido en Srebrenica.
El representante musulmán en la Presidencia Bosnia, Sefik Dzaferovic, declaró que “el mundo civilizado lo recordará (a Mladic) sólo como a un criminal de guerra, nada más”.
Por su parte, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, la chilena Michelle Bachelet, celebró la sentencia contra Mladic: “Pone de relieve la determinación de la Justicia internacional de hacer rendir cuentas sea cual sea el tiempo que tome”.
“Los crímenes de Mladic son la abominable culminación del odio avivado por las ambiciones políticas. La decisión de hoy es sobre su responsabilidad individual por sus terribles actos, no sobre un castigo colectivo ni sobre dar la culpa a una comunidad en particular”, apuntó Bachelet en un comunicado.
A pesar de los juicios y sentencias internacionales, Bosnia y Herzegovina sigue siendo un país dividido y roto por el conflicto que vivió hace tres décadas, con unas tensiones étnicas y religiosas no resueltas y una población que vive en un precario equilibrio.