Héctor Ciappesoni, director del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), indicó que en Argentina hay señales evidentes de cambio climático a partir del aumento de las temperaturas mínimas y máximas. Además, anticipó que es poco probable que haya ocho tormentas por mes en enero y febrero, como aseguró Mauricio Macri.
El director del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), Héctor Ciappesoni, se declaró públicamente en Tiempo Argentino evidenciando que es difícil que se cumpla el pronóstico que lanzó el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, afirmando que entre enero y febrero habría “ocho tormentas cada mes” después de pedir cambios en los hábitos de la gente. El meteorólogo aseguró que “es poco probable” y agregó que la corriente del Niño no tiene tanta afectación en la situación actual. “La incidencia de la corriente del Niño en las precipitaciones en la ciudad o la pampa húmeda no es tan intensa. Pero, por otro lado, no hay un Niño ni nada por el estilo. Como país, somos muy dependientes de la temperatura del Atlántico. La evaporación del Atlántico, con vientos del este, nos produce una irrupción de humedad importante en el territorio. La otra viene del norte, de los pantanales de Brasil. Tampoco es cierto que haya una corriente antártica, acá no pasa ninguna”, explicó el especialista.
Como contrapartida, afirmó que en 2012, año que está entre los diez más calientes de la historia, entre agosto y diciembre llovió mucho más que en los últimos cien años sobre la Ciudad de Buenos Aires. “La cantidad de precipitación caída es récord, con 921,3 milímetros. No es lo mismo lo caído durante todo el año (1557 mm, 8º en el ranking), donde el récord lo es del año 1959 con 1859 mm. Estamos en un año de exceso de humedad, con posibilidades de tormenta, pero no existe tanta posibilidad de que esto vuelva a ocurrir en los próximos días”, indicó.
La explicación de este fenómeno, para Ciappesoni, es que “hemos tenido una primavera muy lluviosa, entre las cinco más lluviosas en más de un siglo; pero no hay una sola causa. Generalmente se estudia a posteriori, para ver si hay un problema global que explique este exceso de precipitación. Suele tratarse de lo que se llaman ‘sistema de bloqueos’, que persisten en una zona durante mucho tiempo. Después, se desplazan o se desarman. Como pasó en San Clemente en 1990: había alta presión en el sur, baja presión en el norte, eso introducía aire del este en toda la provincia y hubo 15 días de precipitaciones entre fin de enero y fin de febrero”.
En cuanto a las características de estas lluvias, destacó que “son muy intensas en poco tiempo. Eso se ve. A principios de siglo, eso no sucedía tan a menudo”
Volviendo al tema del vaticinio de Macri, puntualizó que “deberíamos estar muy cerca de las marcas máximas para que eso se cumpla, y es muy poco probable. En promedio, son seis días con tormenta en enero, cinco en febrero y cuatro en marzo. Después, están los casos extremos. El enero del ’71 tuvo doce días de tormentas. Hubo un febrero con once días en 1984, y un marzo con 13 en 2002. Y los récords de mínima, que también los hubo, como en el ’65 o el ’82, con una tormenta por mes. Los que están hablando no son meteorólogos, hablan porque alguien los asesora; creo que en este caso hay que tener mucho cuidado con los asesores. La estadística no dice lo que ellos están diciendo. Al contrario, habla de seis días de tormenta por mes en enero. Si va a haber ocho, estaría por arriba del promedio y no creo que eso ocurra”.
También lanzó una fuerte crítica hacia el sistema de alerta del gobierno porteño: “me pone mal, porque nosotros dimos la alerta. Por ejemplo, en la última precipitación avisamos con 48 horas de anticipación al gobierno de la Ciudad, lo pusimos en la Web y se mandó por mail a todos los medios. Hasta pusimos que iban a ser 100 milímetros o más. Pero hay otras noticias y el anuncio sale al fondo. Estamos pensando en que nuestros avisos salgan por telefonía celular. Hay que hacer un sistema que ubique los teléfonos en la zona y se los alerte. Esto no es ciencia ficción, se puede hacer”, advirtió. Por último, el meteorólogo se refirió a la incidencia del cambio climático en este fenómeno: “soy parte de la Organización Meteorológica Mundial y tengo una visión crítica del tema. Vi algunas señales claras en la Argentina, como que las temperaturas mínimas se han elevado y las máximas han descendido. En promedio, la temperatura media aumentó. La ciudad en 1900 tenía once días con temperaturas de 0ºC o menores; ahora, escasamente una vez al año llega a menos de cero. Pero hay problemas: la edificación, la cantidad de coches, la calefacción en invierno, el aire acondicionado en verano… Eso implica energía eléctrica e implica calentamiento, y hace que en la ciudad haya aumentado la precipitación. Hay otra señal: antes llovía más en Ezeiza que en Buenos Aires, ahora llueve más en Buenos Aires que en Ezeiza. Y es por efecto del calor”.