Las claves del sonido fantasma

Una investigadora argentina descubrió que unos 300 medicamentos producen acúfenos, ruidos fantasma vinculados con la exposición puntual a sonidos demasiado fuertes, como la música en los auriculares.

acúfenosUn equipo internacional dirigido por una destacada científica del Conicet descubrió claves acerca del mecanismo de los acúfenos, esos ruidos fantasma que atormentan a muchos. Los investigadores encontraron que aproximadamente 300 medicamentos pueden producir acúfenos como efecto secundario. Al estudiar sobre qué sustancias del organismo actúan esos fármacos, sentaron bases para la búsqueda de nuevos abordajes con medicamentos. En realidad, hasta el 20% de la población tiene acúfenos (también llamados tinnitus), aunque solo una minoría les presta atención y sufre por ello. La causa suele ser el “trauma acústico”, que puede responder a la exposición puntual a un sonido demasiado fuerte o a la exposición a un sonido fuerte y prolongado; muchas veces, el de los auriculares con que se escucha música.
El trabajo fue publicado en la revista Pharmacometrics & Systems Pharmacology. El equipo estuvo dirigido por Ana Belén Elgoyhen, profesora en la Facultad de Medicina de la UBA e investigadora principal del Conicet. Participaron científicos de Estados Unidos, Alemania y Nueva Zelanda. El texto señala que “entre el 10 y el 20 por ciento de la población mundial experimenta tinnitus” y que “estas tasas van en aumento y crecen con la edad. El tinnitus severo, que afecta al 1 o 2 por ciento de la población general, puede conducir a ansiedad, depresión, disfunción cognitiva, insomnio, y a una importante disminución en la calidad de vida”.
Para explicar su metodología de trabajo, el equipo destaca que “en la última década, todos los aspectos de las ciencias de la vida han sido testigos de una explosión fabulosa de información disponible, acumulada en bancos de datos”. Los investigadores utilizaron un banco de datos sobre efectos colaterales de medicamentos y encontraron que 275 fármacos pueden provocar acúfenos. Razonaron que un camino para encontrar las causas de los acúfenos era ver sobre qué lugares y funciones del organismo actúan los medicamentos que pueden provocarlos.
“Sabiendo ya qué drogas pueden causar acúfenos, utilizamos otras bases de datos para establecer qué proteínas son los blancos de esas drogas –explicó Ana Belén Elgoyhen–. Encontramos 1.300 asociaciones de drogas y proteínas; a partir de esto teníamos que establecer cuáles eran significativas para el tinnitus”. Una de estas asociaciones resultó referirse a la aspirina, “pero esto no nos sorprendió porque, aunque muchos no lo sepan, la aspirina en altas dosis puede afectar la audición y causar acúfenos”, señaló Elgoyhen. Otro hallazgo, que sí sorprendió a los investigadores, fue la relación entre acúfenos y la enzima ACE, involucrada en la hipertensión arterial: “podría ser que las alteraciones del aparato cardiovascular, causadas por esta hormona, causen tinnitus por alteración del flujo sanguíneo cerebral”, proponen los autores.
A partir de este trabajo, “un paso ulterior será buscar drogas que interfieran con alguno de estos sistemas para ver si son efectivas en el tratamiento de los acúfenos”, anticipó Elgoyhen. Una posibilidad sería “ensayar, para el tratamiento de acúfenos, drogas que ya están en el mercado para otras patologías. Yo no me encargaré de esto, ya que hago investigación básica, pero lidero un grupo mundial de centros médicos que sí tratan pacientes con acúfenos”, comentó la científica, que en 2012 fue distinguida como Investigadora de la Nación Argentina.
Darío Roitman, jefe del Consultorio de Acúfenos de la Cátedra de Otorrinolaringología del Hospital de Clínicas de la UBA, comentó que “el trabajo del equipo dirigido por Belén Elgoyhen es interesantísimo: puede permitir el desarrollo de nuevos medicamentos y discernir áreas cerebrales vinculadas con los acúfenos. Por ejemplo, en los últimos congresos sobre el tema se destaca la importancia de las áreas de la atención, en el lóbulo frontal: cuando un fármaco como la quinina, que se usa contra el paludismo, afecta el lóbulo frontal, puede aparecer como efecto secundario un acúfeno, que, recomponiendo el lóbulo frontal dañado, llega a curarse“.

Reentrenamiento

“En un país que tenga cierto desarrollo industrial, como es el caso de la Argentina, el ruido resultante hace que el 20 por ciento de la población tenga acúfenos. Pero solo el 5 por ciento sufre por ello; el resto se adapta muy bien, no les presta atención”. Una cuestión es, entonces, qué hace cada uno con su acúfeno: “los mensajes del nervio auditivo llegan a una parte del cerebro llamada sistema límbico que, en milisegundos, compara el mensaje entrante con la memoria de sonidos y toma la decisión de prestarle atención o no. Si el mensaje es nuevo o llamativo, si le interesa, libera un neurotransmisor llamado glutamato, gracias al cual el cerebro presta atención a ese sonido. Si decide no prestarle atención, porque es un sonido habitual o repetido, libera otro neurotransmisor llamado GABA, que inhibe la percepción de ese ruido. En el caso del acúfeno, cuando perturba al sujeto es porque el sistema límbico lo ha considerado importante y liberó glutamato, y cuanto más importancia le da y más peligroso lo considera, más glutamato se libera”.
Actualmente se aplican “tratamientos de reentrenamiento con unos aparatitos que parecen audífonos y son generadores de sonido neutro: se ponen a un volumen muy bajo, similar al del acúfeno, con el propósito de que el cerebro lo registre como ruido neutro y produzca GABA: si el tratamiento da resultado, luego de nueve meses a dos años el cerebro pasa a liberar GABA ante el acúfeno, que así deja de ser percibido”.