El Director Terapéutico de Posada del Inti habló en la 99.9 sobre el incremento de casos de cocaína fumada y los efectos que trae para los pacientes: “hay un grave deterioro que se evidencia a muchos niveles”.
El consumo de drogas sigue siendo un problema muy grande en Argentina al que no se le da la magnitud necesaria. A futuro, está generando una infinidad de inconvenientes que tendrán incluso un impacto directo en el sistema de salud.
En Mar del Plata, Posada del Inti está advirtiendo acerca del incremento en el consumo de cocaína fumada que trae graves consecuencias. El Director Terapéutico de la institución, Licenciado Leandro González, indicó en la 99.9 que “de alguna manera, hay un grave deterioro que se evidencia a muchos niveles. Hay un evidente deterioro congnitivo que impacta aún más en una franja de inicio precoz en el consumo, hay chicos de 11 o 13 años que están consumiendo cocaína fumada”.
Para explicar lo que significa ese término, dijo que “el proceso de la hoja de coca va desde un momento inicial, la hoja que se cosecha; hasta el clorhidrato de cocaína que es el que se inhala en la calle. Hay un proceso químico casero que la lleva para atrás a una etapa anterior donde se cristaliza y puede ser fumada. El paco es una de las cocaínas fumadas pero en otro proceso, de lo que estamos hablando es del crack que cambia la modalidad de consumo que lo hace más compulsivo con un efecto más fuerte y más breve”.
Los efectos están científicamente comprobados, pero en Posada del Inti lo ven todos los días: “podemos decir que hay una disminución en la capacidad funcional, en la capacidad de interacción personal. Lo que ocurre en los procesos de desintoxicación, es que estas habilidades se van recuperando, pero en otros casos hay deterioros que son casi permanentes. Como sociedad nos debemos un debate amplio y honesto sobre las drogas, no todas son iguales, no todos los usuarios de drogas son lo mismo, hay que poner todas las cartas sobre la mesa. Hay que trabajar mucho en la prevención”.
Mientras siguen alertando de estos peligros, puertas adentro tienen que lidiar con estados siempre deficientes en dar respuesta y en colaborar con la tarea cotidiana: “como institución fuimos un barco que ha navegado por las tormentas del estado. El viento nos llevó para distintos lugares pero por suerte siempre continuamos a flote. Hubo una reestructuración institucional que redujo los lugares de atención, algo que fue muy penoso. Nosotros ahora estamos atendiendo a 130 personas cuando hemos llegado a 200 y si pudiéramos abrir todos los espacios llegaríamos rápidamente a esa cifra nuevamente”, advirtió González.
Por último, señaló que hay otro problema ligado a las drogas del que no se habla y tiene un impacto muy concreto: “hay un fenómeno que está invisibilizado y a la vez íntimamente asociado al abuso de drogas en sectores populares que es el suicidio adolescente. Uno puede percibirlo en las entrevistas, chicos con 18 años que ya tienen dos o tres intentos de suicidio y otros que directamente no sobreviven a los intentos. Eso no es tomado como un problema de salud pública, cuando lo es. Es una muerte silenciada porque no hay registro”.