Seis días después del tifón Haiyan, en Filipinas, la desesperación se hace dueña de las almas de los miles de damnificados, que reciben ayuda en escasa proporción y ya están en riesgo de muerte.
Más de mil soldados estadounidenses llegaron para ayudar en los esfuerzos de rescate y recuperación. Los grupos humanitarios destacan la urgencia de agilizar la distribución de víveres, ante la amenaza de muerte por hambre que sufren los damnificados.
El gobierno filipino informó ayer que, debido a la desesperación por alimentarse, miles de personas asaltaron un almacén de arroz. Durante el saqueo, colapsó el techo de la edificación y ocho personas resultaron muertas.
Médicos Sin Fronteras (MSF) advirtió que muchas víctimas del tifón Haiyan en Filipinas recibieron ayuda aún por problemas logísticos. “Un gran número de personas aún no ha recibido asistencia, sobre todo en las islas de la periferia, donde ni el gobierno filipino ni las agencias internacionales han podido llegar”, señaló la ONG en un comunicado.
MSF, por su parte, explicó que se están utilizando todos los medios posibles para llegar a las zonas afectadas en la región central de Filipinas, incluidos el norte de la isla de Cebú, el este de la isla de Samar, la isla de Panay y el oeste de la provincia de Leyte, para evaluar la situación y prestar atención médica. “El panorama es desolador. La ciudad ha sido arrasada. Casas, estructuras médicas, arrozales, barcos de pesca, todo ha sido destruido. La gente está viviendo a la intemperie, no queda un techo en pie en todo Guiuan”, explicó Alexis Moens, jefe del equipo de evaluación de MSF. Y agregó: “las necesidades son inmensas y hay una gran cantidad de pueblos de los alrededores que aún no están cubiertos por ninguna de las organizaciones de ayuda”.
Según el portal de noticias Rappler, los sobrevivientes en Guiuan asaltaron a los guardias que custodiaban las tiendas para robar alimentos, tras pasar varios días sin poder comer y tomar agua. El gobierno y las agencias internacionales reconocen que se han visto desbordados por los enormes problemas logísticos provocados por el tifón, que ha sido histórico por la violencia con la que afectó la zona. Además, la región sigue sufriendo los efectos de un fuerte terremoto y varios tifones previos.
Entre todos los problemas que sufren en estos momentos los damnificados, está el peligro de epidemias de neumonía, tifus u otras infecciones, así como la falta de seguridad en muchas áreas. MSF anunció que está incrementando su personal y que en los próximos días recibirán la ayuda de 100 personas en la zona, incluyendo “médicos y cirujanos, enfermeros, logistas, psicólogos y expertos en agua y saneamiento”.
Además, enviarán 9 aviones con material de ayuda desde los almacenes internacionales de MSF con suministros médicos, materiales de cobijo, kits de higiene y equipos de agua y saneamiento. Tres de estos aviones ya han llegado a Cebú.
Hasta ahora, y según las cifras oficiales, al menos 2.357 personas murieron y otras 3.853 resultaron heridas en Filipinas, principalmente en las islas de Leyte y Samar.