Juan Torres López, catedrático en Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, habló esta mañana en la 99.9 sobre los documentos divulgados por Wikileaks donde se evidencia la presión de los diplomáticos estadounidenses para que el gobierno de Haití no aumente el salario de los trabajadores. El reclamo se generó por la presión de dos empresas. “Tener en las manos una prueba como ésta, permite que la ciudadanía de todo el mundo conozca la inmoralidad y el grado tremendo de criminalidad de estas grandes empresas”, indicó.
En distintos puntos del planeta, las empresas manejan y someten a los gobiernos utilizando estrategias y metodologías que el común de las personas solo creería que suceden en películas. Unos cables publicados por Wikileaks, luego fueron replicados por los medios de Haití, demuestran cómo los diplomáticos de Estados Unidos ejercieron presión al gobierno de ése país con el objetivo de que no aumente el salario de los trabajadores, a pesar de que se trataba de un magro incremento.
Empresas de renombre internacional activaron la queja y utilizaron a los funcionarios para que los aumentos se cancelaran. Este tema fue analizado en un artículo (“La diplomacia al servicio de le esclavitud”) por el catedrático en Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres López, quien esta mañana dejó sus precisiones a través de la 99.9.“En Haití, como en otros países, empresas multinacionales se localizan imponiendo gobiernos a sus servicios que disminuyan el tipo de protección social e impongan a la fuerza, con sangre por delante, salarios de esclavitud”, destacó en principio.
Lo que sucede en Haití es apenas una muestra de lo que ocurre en otras latitudes: “lo que pudimos conocer con Wikileaks es un caso más. Se había planteado en Haití un aumento de 24 céntimos la hora a 61 céntimos. Hubo un movimiento de las compañías; entre ellas Levy Strauss, que decía que un aumento de más de 7 céntimos la hora podía perjudicar sus beneficios. Enseguida, el embajador estadounidense presionó al presidente de Haití para que no se produzca ese aumento”.
Quizás las pruebas no supongan una solución inmediata para los trabajadores haitianos. Pero López Torres destacó que “tener en las manos una prueba como ésta permite que la ciudadanía de todo el mundo conozca la inmoralidad y el grado tremendo de criminalidad de estas grandes empresas”.
Si bien se puede pensar que las empresas relacionadas con estos negocios no son de las que más ganan, varios estudios señalan situaciones llamativamente paradójicas: “la paradoja de todo esto es que estas empresas tienen beneficios tan extraordinarios gracias a la esclavitud real sobre los trabajadores, que ni siquiera pueden gastar ese dinero. Un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo muestra que en los países más desarrollados hay un total de casi 6,5 billones de dólares que tienen las empresas en cash y no invierten. Con salarios tan miserables, ni siquiera hay capacidad de compra para todo lo que podrían producir. No es solo una inmoralidad, también es un absurdo desde la racionalidad económica”.
La economía, en muchas oportunidades, sirve para satisfacer a unos pocos. “Una sociedad inmoral que solamente cuenta lo que se manifiesta en dinero, no puede satisfacer. Hay que incluir en los balances todo tipo de costos. Levy Strauss está generando un verdadero perjuicio a sus cuentas y las de toda la humanidad, hay que pedirle que rinda cuentas”, opinó el analista. Y brindó un ejemplo claro: “esto está llevando a que hoy en Estados Unidos el 1% más rico de la población se esté quedando con el 95% del incremento del ingreso que se genera. Ninguna sociedad puede funcionar con una desigualdad tan grande”.
La acumulación de poder es una debilidade humana. En ese sentido, Juan Torres López eligió una frase de un ex presidente argentino para definir lo que sucede en este tipo de casos: “recuerdo siempre la frase que decía Carlos Menem: ‘pueden salir una y mil veces a la calle que seguiremos haciendo lo mismo’. Eso es porque no les importa lo que la gente diga, les da igual aunque sean millones. Es muy difícil combatir tanto poder y obcecación”.