Cartas de un judío a la Nada
Budapest, 1852 La casa estaba en uno de los peores barrios de la ciudad. Lejos de los teatros, los torreones y las casas ricas de los nobles. Allí no había sedas ni rectísimas calles adoquinadas. Fuera de las murallas, los caminos eran de barro y los techos, de paja. Y en el peor rincón de aquel distrito condenado, atendía la adivina.