Un nuevo estudio revela que los humanos modernos, nosotros, nos cruzamos con los denisovanos hace «solo» 15.000 años, mucho más recientemente de lo que se creía.
Un equipo internacional de investigadores, dirigido por Murray Cox, de la Universidad Massey, en Nueva Zelanda, presentó la semana pasada ante los expertos reunidos en la American Association of Physical Anthropology Conference, celebrada en Cleveland, una serie de datos que podrían alterar lo que sabemos sobre la evolución de nuestra especie. Los resultados se publicarán próximamente en una revista científica.
Cox, en efecto, aseguró que nuestros antepasados directos pudieron haber estado mezclándose con los denisovanos hasta hace «solo» unos 15.000 años, mucho más recientemente de lo que se pensaba hasta ahora. Para llegar a esta conclusión, Cox y su equipo llevaron a cabo un detallado análisis del ADN de habitantes actuales de Indonesia y Papúa Nueva Guinea.
Como los paleontólogos saben muy bien, cuando Homno sapiens salió por primera vez de África, nuestra especie se fue encontrando, y mezclando, con otras clases de homíninos ya extintos, entre ellos los neandertales y los denisovanos. Esos «encuentros» dejaron su testimonio en nuestros genes de forma que, en la actualidad, todos los humanos de ascendencia no africana llevan en su ADN cerca de un 4% de ADN de neandertal, mientras que algunas poblaciones asiáticas conservan un porcentaje similar de ADN denisovano.
Los misteriosos denisovanos
El problema es que sabemos mucho de los neandertales, pero aún muy poco sobre los denisovanos. Los únicos restos descubiertos hasta ahora consisten en unos pocos dientes y algunos pequeños fragmentos óseos desenterrados en una cueva siberiana. Pero las pruebas genéticas sugieren que los denisovanos también debieron vivir mucho más al este y al sur de Siberia. Y que nuestra especie se cruzó con ellos por lo menos en dos ocasiones, en Asia y Australasia, como demuestran los genomas de algunas poblaciones de Papúa NuevaGuinea, que conservan hasta un 5% de ADN denisovano.
Hasta ahora, sin embargo, los estudios genéticos llevados a cabo se han centrado en una pequeña parte del ADN de las personas analizadas. Por eso, y para tener una imagen más completa, Cox y su equipo decidieron llevar a cabo el que es el primer estudio a gran escala de genomas completos de habitantes actuales de Indonesia y Papúa Nueva Guinea. Los investigadores, en efecto, secuenciaron para su trabajo el ADN completo de 161 personas diferentes.
Resultados sorprendentes
Los resultados fueron sorprendentes. Según Cox, en efecto, en esa parte del mundo nuestros antepasados directos se cruzaron por lo menos con dos grupos diferentes de denisovanos: uno hace cerca de 50.000 años; y otro, y ahí está la sorpresa, mucho más recientemente, hace como máximo 15.000 años. Cox llegó a esta última fecha tras comprobar que los genes del segundo «cruce» son mucho más comunes en las personas que viven en la isla mayor de Papúa Nueva Guinea que en las que viven en las numerosas islas cercanas. Y eso indica que la mezcla sucedió después de que los ancestros isleños se hubieran marchado.
La evidencia arqueológica sugiere que esa migración a las islas ocurrió hace 30.000 años. Pero al comparar los genomas de los «continentales» y los isleños, el equipo de Cox retrasa esa fecha hasta hace «solo» 15.000. De hecho, la única explicación para los datos genéticos encontrados es que hubo cruces adicionales entre «continentales» y denisovanos.
Lo cual hace posible la siguiente pregunta: ¿Sería posible que en alguna de esas islas remotas existiera aún alguna población que descienda directamente de los denisovanos? El propio Cox asegura que no cree en esa posibilidad, ya que «incluso las islas más aisladas tienen demasiado contacto como para que algo como eso no se haya notado ya». Poco probable, sí, pero no imposible.
Diversidad entre los denisovanos
Los nuevos datos revelan, también, una considerable diversidad genética entre los propios denisovanos. Por ejemplo, el primer grupo que se cruzó con nuestros antepasados en Papúa Nueva Guinea es, genéticamente, tan distinto al hueso de la cueva de Siberia como lo es con respecto a los neandertales, que es una rama completamente diferente del árbol genealógico al que los denisovanos pertenecen.
Lo cual nos indica que, hace mucho tiempo, existió sobre la Tierra una población que fue tan rica y diversa como la de los humanos modernos, la nuestra. Sería, desde luego, emocionante descubrir algún día que algunos de ellos, escondidos quizá en alguna remota isla del Pacífico durante milenios, hubiera conseguido sobrevivir hasta nuestros días.