Es usado para abortar de manera segura hasta la semana 12 de embarazo. La producción del LIF pasó todas las pruebas y ya se distribuye gratis en el territorio provincial. Podrá llegar al resto del país si obtiene la autorización de la Anmat. El costo representa un 35% del valor de productos privados.
El misoprostol fabricado por el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) Sociedad del Estado empieza a distribuirse en los centros de salud y hospitales de la provincia de Santa Fe. La droga es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un medicamento esencial para hacer un aborto seguro y ambulatorio hasta la semana 12 de embarazo y en la salud pública es usado para las Interrupciones Legales del Embarazo (ILE) permitidas por el Código Penal desde 1921 y para otras prácticas ginecológicas.
El misoprostol santafesino se empezó a fabricar en enero de 2018 y ya pasó todas las pruebas para ser usado. Es la primera producción pública del país y abarca los formatos oral y vaginal. La distribución es gratuita y el costo de fabricación representa un 35 por ciento del valor de los productos comerciales de laboratorios privados. Por ahora, estará disponible en la salud pública de Santa Fe pero podrá llegar a otras provincias si obtiene una autorización de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat).
En diálogo con El Ciudadano el subdirector de Géneros e Interculturalidades del Ministerio de Salud de Santa Fe, Oraldo Llanos, confirmó que el misoprostol fabricado por el LIF ya pasó todas las pruebas y empezó la distribución. “Fue enviado a los depósitos regionales y será entregado bajo receta archivada con un registro y control por parte de los equipos de salud. Es una buena noticia que tengamos un producto público en un momento de crisis. Favorecer la salud de las personas cuando faltan insumos en todos lados y no hay cotización clara de los medicamentos es algo que nos da mucha alegría y tranquilidad. El abuso que existe en el mercado de precios con este producto público puede empezar a desarmarse”, explicó.
El LIF es el primer laboratorio público de Argentina que fabrica misoprostol. El resto de la producción está en manos de los privados Beta y Domínguez. Beta hace el Oxaprost que está combinado con diclofenac y no está indicado para interrumpir el embarazo, sino para problemas gástricos. La caja vale más de 6.700 pesos. A mediados de 2018 Domínguez fue autorizado a hacer el Misop y por primera vez la Anmat reconoció el uso ginecológico. A diferencia del Oxaprost, el Misop es misoprostol puro y vale 4.200 pesos.
En abril de 2018 El Ciudadano adelantó que el LIF había empezado a producir misoprostol. La noticia llegó durante el debate del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) cuando se abrió la discusión sobre la producción pública de misoprostol como una política necesaria a la hora de garantizar el acceso al aborto legal en Argentina.
Los estudios para fabricar la droga habían empezado en 2016 y en enero de 2018 se hicieron los primeros 100 mil comprimidos. Durante más de un año fueron estudiados y testeados a través de distintas pruebas de estabilidad. Finalmente, el producto está listo. El costo de los 12 comprimidos necesarios para interrumpir el embarazo equivale a entre el 30 y el 35 por ciento del valor de los productos comerciales.
Alcance
El misoprostol del LIF es para ser usado en la salud pública, tanto de Santa Fe como del resto de país. Su distribución es gratuita y no puede venderse en farmacias. Por ahora, estará disponible sólo en Santa Fe. Para tener alcance nacional es necesaria una autorización de la Amnat que ya está en trámite.
En la provincia hay dos laboratorios estatales que pueden garantizar la producción a escala nacional: el LIF y el Laboratorio de Especialidades Metabólicas (LEM), que depende de la Municipalidad de Rosario. Los dos ya venden otros tipos de medicamentos a otras provincias, al Ministerio de Salud nacional e incluso a otros países.
Protocolos
Santa Fe es una de las diez provincias argentinas que adhirió al protocolo de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) y desde 2013 distribuye el medicamento en hospitales y centros de salud. Aplica el protocolo con un criterio de ampliación de derechos en base a la definición de la OMS de la salud como física, psíquica, emocional y social. Rosario tiene una experiencia modelo: desde 2012 no muere ninguna mujer o persona gestante por aborto clandestino. El año pasado 2.138 personas accedieron a la práctica segura en la provincia, de las cuáles 1.312 lo hicieron en Rosario.
La mayoría de las interrupciones se hacen con misoprostol de manera ambulatoria, es decir, la persona puede hacerlo en la casa en el momento que prefiera, con el seguimiento del médico o la médica de cabecera antes y después. Desde 2016 también se utiliza el método de aspiración manual endouterina (Ameu), una intervención quirúrgica de baja complejidad que no necesita internación, como pasaba con el viejo raspaje que la OMS recomienda abandonar desde 2002.
“La llegada del misoprostol es un sueño hecho realidad. Es un producto que da un posicionamiento distinto para acompañar la salud de las personas porque es de calidad y de bajo costo. No solo es más barato sino que el uso del misoprostol ayuda a bajar los riegos producen las complicaciones por abortos inseguros. Es una inversión en salud, no un ahorro”, explicó Llanos.
Para el funcionario tanto la producción pública del misoprostol como la aplicación de los protocolos de ILE son un derecho adquirido en Santa Fe. “Esperamos que la diversidad en las opiniones sume y que no vayamos para atrás en la garantía de derechos. Además de lo sanitario esto tiene el valor simbólico del respeto al derecho de cada persona a decidir su proyecto de vida. La provincia acompaña en el marco de la legislación vigente en Argentina. Es una política integral, con soberanía de insumo y con el respeto por el derecho a decidir”, concluyó el funcionario.
La droga política
El misoprostol no nació como una droga para abortar. El uso para terminar con embarazos no deseados fue un descubrimiento de las mujeres en la búsqueda de métodos seguros. A mediados de los 80, Brasil aprobó la fabricación y comercialización del fármaco para problemas gástricos. En el prospecto decía que no debían usarlo las embarazadas y el dato sirvió para que las mujeres probaran y se pasaran el conocimiento. Algunas hipótesis dicen que el saber se diseminó de boca en boca en toda América Latina. Años después la venta libre quedó prohibida en Brasil pero el uso ya había sido comprobado.
El descubrimiento como método fue un cambio revolucionario. Por primera vez las mujeres y personas gestantes podían interrumpir un embarazo sin ir una clínica clandestina o recurrir a técnicas inseguras. En los países con aborto legal significó bajar los gastos de internación y anestesia porque la interrupción puede hacerse en casa en el momento que cada una elija.
Con los años la ciencia tomó ese conocimiento y determinó que es una droga que no se acumula en el cuerpo ni afecta la fertilidad y la OMS lo incluyó entre los medicamentos esenciales para un aborto seguro y ambulatorio.