Irreparable mal

Atención a afiliados de PAMI | La entidad en el centro de la mira. Tratan mal a los adultos mayores en pos de una modernización aparente, pero inútil. Los afiliados no pueden hacer trámites digitales porque no saben cómo, y nadie los ayuda.

La Cámara Federal de Apelaciones de Mar del Plata, con la firma de los jueces Eduardo Jiménez y Bernardo Bibel, acaba de revocar la sentencia de grado anterior, y de ordenar a la ANSES que restituya un beneficio jubilatorio suspendido a Mirta Evangelista, que tiene 66 años y carece de otros ingresos con los que hacer frente a varias enfermedades. La decisión se funda en la consideración de que el daño infligido a un adulto mayor tiene carácter de irreparable, es decir, que no habrá tiempo ni posibilidades de compensar el daño que generaría una decisión arbitraria e injustificada sobre su salud.

“En relación con el peligro en la demora consideramos, sin incurrir en prejuzgamiento, que el supuesto perjuicio es inminente y responde a una necesidad efectiva y actual (la actora posee 66 años de edad, padece graves afecciones de salud y el beneficio suspendido era su único sustento económico), y ante la posibilidad de que el accionante triunfe en su reclamo, entendemos que denegar la medida cautelar le ocasionaría un perjuicio que se tornaría irreparable o al menos de difícil solución ulterior, ya que resultaría imposible subsanar una circunstancia que deviene agotada por el transcurso del tiempo”, indica la sentencia. Porque cuando se maltrata a un anciano, cuando se le quitan los derechos y se le ocasiona sufrimiento, no hay tiempo para volver las cosas a su cauce natural. Y no hay perdón.

Puede verse cada mañana, en PAMI, cómo los abuelos o sus familiares se encuentran con todos los obstáculos posibles para realizar un trámite. Sacar un turno u obtener una medicación que se necesita urgentemente puede ser un verdadero infierno para quien no sabe hacerlo. Ese destrato despertó la empatía en un grupo de mujeres que decidieron concurrir por las mañanas con el fin de ayudar a los abuelos en la puerta de la entidad.

Una de ellas es Claudia, quien contó a través de la 99.9 el proceso de conflicto que se inició en la UGL Mar del Plata: “el miércoles pasado pasé caminando por la vereda y escuché gritos. Subí por la escalera y me senté, saqué fotos y filmé el maltrato hacia los adultos mayores. Me revelé y puse un comentario en un grupo de Whatsapp, y entonces la señora Marilyn me contestó que vendría al otro día a las 7 de la mañana”.

Desde ese momento se organizaron para concurrir todos los días, porque se propusieron intervenir ya, y dar ayuda a los afiliados que no sabían cómo hacer los trámites digitales. Las mujeres se habían puesto de acuerdo para ayudar a personas que no tiene idea de cómo hacer una gestión por la página web, y menos aún desde un teléfono celular con letras minúsculas. Pero, inmediatamente, empezaron a sufrir distintos tipos de intimidaciones por parte de los encargados de brindar seguridad en la sede: “tres veces el personal de seguridad nos ha amenazado diciendo que si no nos retiramos del hall nos envían un móvil policial para llevarnos a la comisaría. Le pregunté qué estábamos haciendo que fuera delictivo, y me dijo que teníamos que irnos. El Sr. Alejandro Lavandeira se presentó y me dijo que era del área jurídica, y que no podíamos estar ahí porque éramos gestoras, cuando no es así. Soy una maestra acompañada por un grupo de señoras solidarias que —al ver esta situación— tuvimos empatía. Porque alguien tenía que hacerse eco de esto”.

Solidaridad

Ellas llevan apenas una semana tratando de ayudar y ya se han encontrado con miles de situaciones increíbles. Desde el martes pasado, sin embargo,  algo comenzó a modificarse: hubo empleados que tomaron conciencia de la situación, y con sus propios celulares empezaron a ofrecerse para sacar turnos en la puerta de entrada, que era precisamente los que estaban haciendo las voluntarias. Mejor.

Porque el procedimiento de atención de los empleados, que seguramente recibieron órdenes, es el siguiente: cuando los adultos mayores quieren sacar un turno, les dan una fotocopia para que entren por la página de Internet, un procedimiento incomprensible para muchos. Claudia, luego, agregó: “las personas que quieren comenzar los trámites no vienen una vez, sino dos o tres en la semana. Porque les dicen que vengan en 24, 48 o 72 horas, y luego les dan la fotocopia en vez de dársela de entrada. Hay gente con capacidad reducida que llega y la hacen esperar en la fila: les cierran la puerta en la cara y les dicen que espere”, refiere dando ejemplo de la pésima atención a la que se somete a los ancianos.

Pero como no pudieron persuadirlas con las amenazas, Claudia refiere que desde adentro comenzaron a filmarlas para amedrentarlas: “somos intimidados por los empleados, siempre uno de arriba los manda. Da miedo ser filmado de la forma intimidatoria como lo están haciendo. Todo por hacer un bien, agarrar el celular y tratar de conseguirle la medicación”, agregaba.

Pero ellas siguen con la convicción de que tienen que hacer eso, porque el maltrato es injusto. Son trámites de enorme urgencia, de gente enferma que necesita medicación o atención, o hisopados de COVID. Pero nadie les resuelve y, por el contrario, agravan los problemas.

Claro que era necesario hacer una prueba, y es por eso que personalmente nos dispusimos a ingresar a la página de PAMI y realizar una gestión a través de la web. Por ejemplo, un cambio de médico de cabecera. Hay un elegante instructivo que indica cómo hacerlo, hasta el momento en que el afiliado debe sacar una foto de su DNI y de su carnet de afiliado, y subirla a la página, para lo cual deberá realizar una serie de procedimientos complejos que dejan definitivamente afuera a la mayor parte de los ancianos.

Pero la cuestión es que el nuevo director, el tal Fernando Mogni —que se ocupa de decir que trabaja en la entidad desde 2013 para que no se piense que está allí por ser familiar de Fernanda Raverta— llegó con la firme convicción de que iba a modernizar la entidad. Que iba a dejar de ser una oficina con trámites de papel e iba a arribar a la era de la digitalización. Mirá vos.

Y se ocupó de decirlo en las notas de prensa que le realizaron apenas asumió. Hasta agregó que los médicos que no se modernizaran iban a tener que dejar de ser prestadores de PAMI.

Una vez más, la conclusión es la misma: la capacitación a los funcionarios cuya tarea implica a otras personas debe de ser generar la sensibilización, la empatía, la implicación ética. ¿Comenzamos la modernización del Estado por los adultos mayores que todavía no han podido acceder al uso completo del teléfono celular? ¿Por los que aún no comprendieron cómo cortar la videollamada? ¿Por quienes no saben usar Whatsapp? Ese es el sitio en el que cabe la modernización para ellos: el de la exclusión.

O, más aún: ¿qué sucede con los ancianos analfabetos? Con aquellos que nunca en su vida estuvieron cerca de un teléfono celular ni de una computadora. ¿En qué planeta vive el funcionario que cree que su misión es este proceso inhumano de modernización excluyente hecho únicamente para afiliados que cuenten con la ayuda de hijos alfabetizados informáticos dispuestos a hacerles los trámites? ¿De dónde ha salido semejante crueldad?

El PAMI no hace más que acumular acusaciones, pero la pantalla te invita a que dejes tu denuncia si tuviste problemas con algún médico para que descargues la disconformidad en otro canal digital que le es perfectamente inútil. Claro que es una crueldad descontrolada la que se ejerce con los adultos mayores apilados en el Hospital Interzonal o en clínicas de malísima atención, que a su vez acumulan más denuncias. Pero el director Mogni cree que la modernización comienza por el uso exhaustivo de la página web para realizar trámites.

¿No se le habrá ocurrido la peregrina idea de modernizar clínicas? ¿Aparatos? ¿Tratamientos? ¿Programas de atención a enfermedades crónicas? ¿La página web es su proyecto de modernización? ¿De verdad? ¿La receta digital?

La construcción del Hospital Houssay —ex EMHSA— había sido una esperanza para todos los viejos que creyeron que esta vez les tocaba a ellos. Que iban  aser atendidos en un sitio limpio, moderno, digno y preparado para ellos. Poco duró la esperanza: la mayoría de quienes tenían cápita en el antiguo EHMSA la perdieron con el pase al Houssay, pero claro que alguien se quedó con su sitio. Quizá un jubilado con hijos más poderosos.

Mogni tiene que iniciar el proceso de modernización por ahí. Porque la atención a los adultos mayores no nos haga sentir que estamos en la Edad Media. Las computadoras deben ser operadas por los empleados de la entidad cuyo único sentido debe ser allanarles el camino a los mayores que no tiene ninguna obligación de aprender a efectuar sus propios trámites. Y si no, a plagar el hall de voluntarios que lo hagan: eso es un hecho.