Las manos atadas

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La Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo revocó el fallo que había impedido la consulta popular en Mar del Plata por el tema de la policía municipal. La ciudad arde de violencia cada día, pero al intendente no se le ocurre otra cosa que hacer.

Aquella fue la expresión poco feliz que tuvo el intendente cuando el fallo de un juez de primera instancia le impedía realizar la consulta popular con la cual tenía pensado dirimir si los habitantes de la ciudad estaban dispuestos a financiar otro invento parche para paliar la inseguridad. Ante la mirada del país entero, la ciudad se convierte en un enclave de violencia que se compara con pocos, y el intendente no atina a nada más que a proponer esta especie de engendro armado que intentó formar, en lugar de mejorar el servicio que ya pagamos. En medio de una propuesta de escaso formato, esperaba que sus nuevos muchachos tuvieran una convivencia armónica con la Bonaerense.
Pero él decía tener las manos atadas: si no hacía lo que quería, no pensaba hacer nada. Y cumplió. Hoy las estadísticas son inquietantes: uno de cada tres marplatenses fue víctima directa de un delito en los últimos dos años, tal como lo indican tres estudios independientes abordados por una ONG, una fundación privada y una consultora locales. Uno de los estudios revela además que Mar del Plata cuenta con dos policías cada mil habitantes, cuando debería tener el triple.
Entre la carencia de datos oficiales, hay números elocuentes del departamento de Estadísticas de la Procuración de la Corte Bonaerense: dicen que en Mar del Plata hubo 25.047 causas penales en 2008, cuando en 2007 se habían iniciado 20.948. Es decir, el delito registró un aumento del 19,5% de un año a otro, y desde ese momento no ha parado de crecer.
Ante cada crimen aberrante, los vecinos han salido a la calle hastiados, y la respuesta del Gobierno local siempre fue un pedido de fuerzas federales. Así fue que se apostaron aquí efectivos de Prefectura. “La Policía ha sido superada por la delincuencia”, fundamentó su pedido el intendente como única respuesta. Los prefectos demostraron que no eran una solución: con un presupuesto muy costoso, los prefectos recorrían la ciudad tomando mate, y pidiendo documentación de los coches. Otro fracaso.
Pero la cosa no parece mejorar jamás. Un sondeo de una consultora privada indicó que la cantidad de policías en Mar del Plata es insuficiente para cubrir el índice aconsejado de seguridad, que es de 6 agentes cada mil habitantes: tendría que haber unos 3.900 efectivos. El estudio señala que, en un año, el 33,3% de los hogares fue víctima de la inseguridad.

De mal en peor

El panorama es complicado para la vida cotidiana. Se venden fondos de comercio de distintos negocios, mientras hay lugares que no son marginales, donde los repartidores de mercaderías no pueden llegar y han debido modificar de distribución: no se puede andar de noche. La situación es límite, aún para el funcionamiento del Hospital Regional, y otras instituciones donde el personal no tiene otra opción que llegar en horario nocturno, y allí son presa de asaltos violentos inmanejables a los que la policía parece no concurrir: siempre les falta algo.
Los visitantes -que son quienes sostienen el turismo- desde hace tiempo se encuentran con una ciudad inquietante, de casas enrejadas, con garitas y vigilantes privados en los barrios más distinguidos. Con taxis siempre más expuestos, que esperan contar algún día con una mampara resistente a las balas para aislar al chofer, a la vez que todos recuerdan cómo al taxista Luis Severiens le pegaron un tiro en la nuca para robarle la recaudación.
Los que gustan de venir, encuentran una ciudad que tiene su propio conurbano, con la desocupación en dos dígitos, y con índices de pobreza que se ubican sobre el 30%. Una ciudad donde, fuera de temporada, nadie osa parar en un semáforo después de la caída del sol, y mucho menos dar un paseo nocturno por la rambla. Así nos han dejado.
En el HIGA de Mar del Plata, los casos de politraumatismos crecieron más del 50%, los heridos con armas blanca y de fuego se duplicaron, y los atendidos por hechos de violencia aumentaron en un porcentaje mayor. Estas son las estadísticas comparativas de enero de 2013 y 2014, de cómo se ha modificado y transformado el Hospital Interzonal General de Agudos, que ya no contiene la demanda de su naturaleza de origen, por todo el contexto que abarca la atención de la problemática de violencia. Faltan camas, órdenes de internación y turnos para el universo de enfermos que padece las dolencias propias de la atención para las cuales fue creado el nosocomio. Hoy se los atiende de manera ambulatoria.
Allí se sufren permanentemente agresiones verbales y físicas a los médicos, escasez de instrumental e insumos para cirugía, falta de raciones de alimentos adecuadas para los pacientes internados y una infraestructura vencida por los años. Hoy la realidad lo ha convertido en un nosocomio que invierte su presupuesto y recursos técnicos, humanos y profesionales, en la atención que demandan los hechos de violencia urbana y familiar, derivados en muchas oportunidades de hechos ilícitos, heridos en enfrentamiento con personal policial, ajuste de cuentas, vandalismo, peleas entre vecinos.

Al límite

La semana pasada, otra muerte violenta producto de la inseguridad dio paso a un extenso reclamo que paralizó el transporte público de la ciudad. Un taxista fue asesinado, baleado durante la madrugada en un intento de asalto. Sus compañeros decretaron un paro total en reclamo de mayor seguridad para prestar el servicio, al que se sumó, a primera hora de la mañana, todo el transporte público de pasajeros local. Con sus vehículos y con piquetes de neumáticos incendiados, cortaron las principales avenidas del centro y los accesos por rutas. Los visitantes que llegaban por el fin de semana largo demoraron horas en salir de la ciudad.
Por esa razón, parte de la cúpula de la policía bonaerense llegó hasta esta ciudad para reunirse con los gremios que agrupan a los taxistas, evaluar alternativas para mejorar la respuesta ante la ola de robos y convencerlos de que levanten las medidas de fuerza. Con promesas de 50 efectivos y 10 móviles como refuerzos se logró a última hora de la tarde suspender los cortes de ruta. Pero el paro de taxis y remises siguió en pie.
Pero recientemente, en una reunión desarrollada en La Plata, el ministro de Seguridad de la Provincia, Alejandro Granados, prometió que en pocos días más se rediseñará el funcionamiento de la policía y que volverá a centralizarse un grupo de respuesta rápida, como funcionara hace años en la ciudad. Se trata del antiguo Comando Radioeléctrico, que luego pasó a llamarse Comando de Patrullas Bonaerenses, y que se disolvió cuando se diseñó el plan de cuadrículas, que obviamente jamás funcionó.
Esa nueva medida se implementará en 12 distritos, uno de los cuales es Mar del Plata, y se denominará Comando de Patrullas Comunitarias, según informó Granados, al término de una reunión que mantuvo con taxistas y funcionarios municipales.
Al encuentro asistieron el propio jefe comunal de General Pueyrredon, Gustavo Pulti; el jefe de la Policía, Hugo Matzkin; el secretario general de Supetax, Donato Cirone; el secretario general del gremio de choferes de remises, Pedro Funes; el secretario General de CGT regional, Pedro Fernández, y el secretario municipal de Seguridad, Adrián Alveolite. Allí, Granados también prometió un refuerzo de 80 efectivos policiales para controlar los corredores seguros, la multiplicación de operativos de interceptación sorpresivos y la presencia del segundo jefe de la policía bonaerense, comisario general Osvaldo Castelli, de jueves a domingo en Mar del Plata. Adicionalmente se contará con un helicóptero de la fuerza, en algunos de esos controles. Indicó que para este plan se utilizarán efectivos que realizaban tareas administrativas en comisarías y en la sede ministerial, además de los efectivos que prestaban servicios en puestos fijos y edificios públicos, y que tras ser reasignados al CPC, serán reemplazados por policías retirados convocados para reincorporarse a la fuerza.
El intendente escucha y asiente. Él se decretó “con las manos atadas” desde la suspensión de la consulta popular sobre el proyecto de Policía Comunal, por un fallo judicial que decía que no se habían cumplido los plazos que indica la norma, ni para imprimir la documentación ni para notificar a las autoridades de mesa. Ni siquiera se habían impreso los padrones, que se entregaron en formato CD.
No obstante, en la oposición creyeron que en aquel momento el intendente en realidad había agradecido que el juez frenara el plebiscito. Las encuestas eran desfavorables, y la decisión de no apelar oportunamente generó más dudas. Los sondeos de opinión y la percepción eran contundentes: el domingo, el proyecto de la Policía Municipal que promovía el intendente Gustavo Pulti iba a recibir un cachetazo. Era difícil imaginar un escenario de éxito.
La resolución del juez Simón Isacch había llegado a última hora del viernes, y cambiaba el panorama por completo. Los marplatenses no se expresaron sobre la Policía Municipal. A partir del encendido discurso del jefe comunal, llegaron las sospechas: para muchos, el fallo de Isacch salvaba a Pulti y no era casual. Algunos entienden que, de haber querido, había tiempo para apelar, y otros consideran que no tenía sentido por la hora en que llegó el dictamen.
A partir de esa inacción del municipio es que comienzan a tejerse otras versiones. La amistad de Maximiliano Mastakas, el abogado que impulsó el amparo, con el subsecretario de Control Adrián Alveolite, fue uno de los temas de los que mucho se habló.
Recién ahora, un recurso tardío hizo que la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo, que tras la renuncia de la jueza Sardo quedó integrada por los magistrados Elio Horacio Riccitelli y Roberto Daniel Mora, decidió revocar aquel fallo de primera instancia, diciendo que en realidad, quien se ocupó de presentar el recurso no estaba suficientemente habilitado: la ley solicita que quien interpone el pedido justifique estar involucrado en la cuestión, más de lo que le cabría a cualquier ciudadano. Eso es todo. Veremos si, como manda la sentencia, es realmente el abogado Mastakas obligado a pagar las costas del proceso que le corresponden al perdedor.
Es posible creer que, tras este resultado que lo beneficia, el intendente vuelva a plantear como única respuesta ante el baño de sangre que cruza la ciudad, la creación de un nuevo gasto para sostener a su propia tropa, cuando la ciudadanía cree que ya tiene una policía que no se ha podido sostener, mejorar ni capacitar. Mal puede resultar oportuno mantener a otra fuerza, menos capacitada, menos organizada y con un objetivo bastante utópico.
Pero quizá el intendente esté pensando que por fin le han desatado las manos, aunque no está muy claro qué pensaba hacer con ellas.