Por una escalera

Chapadmalal, las fiestas electrónicas y «veinte alocados» por frenar el desarrollo turísticoemprendedor. Una asociación conservacionista «camaleónica» y una mediación que puso rodilla en suelo de quienes buscaban obstruir y confundir con otra operación del mapuchismo post moderno.

Con el objetivo de ahuyentar la inversión privada, un grupo de vecinos de la zona sur del Partido de General Pueyrredon —enrolados en grupos radicalizados del conservacionismo—, intentan que no haya fiestas electrónicas en Chapadmalal.

Kanki Alonso —expuesto en sede judicial por Roberto Fiocca en el marco de una denuncia que dio origen a una instrucción penal preparatoria— es sindicado como uno de los promotores de estas manifestaciones a las puertas de los balnearios. Lo acompaña una veintena de personas que confluyen tras un mismo fin a la vista: ampararse en la defensa del medio ambiente mientras logran frenar el desarrollo emprendedor del lugar.

Semanas atrás, en la edición del 18 de diciembre y bajo el título Un hilo conductor, muchas «casualidades», N&P le corría el velo a una operación desplegada por este grupo de individuos que, en consonancia con el relato de mapuchismo post moderno, asumen derechos ancestrales sobre la tierra y yacimientos fósiles.

La Asamblea Luna Roja —por entonces activista frente al balneario El Calamar Loco-RCT— en su intento de evitar la llegada del DJ neerlandés EelkeKleijn, tiene integrantes comunes con la Asamblea Siempre Verde, ahora fundamentalmente activa militante contra la colocación de una escalera que facilite el acceso de los jóvenes a las arenas del sur, donde son espectadores de los eventos musicales. Los nombres de las entidades cambian, pero los integrantes se mantienen.

A su vez, esta masa crítica de vecinos interesados por diferentes cuestiones de la comunidad es la que compone el músculo de otras organizaciones desde las que hacen planteos sectoriales. Por ejemplo, abrazos simbólicos y marchas por falencias en las salas de atención primaria de la salud en la zona sur. O acuden a la Justicia buscando medidas cautelares para impedir la evolución de la exploración off shore frente a estas costas, pero a 300 kilómetros de la ciudad. Todo con diversas «skin», o pieles según la ocasión, como el camaleón.

Deteriorando un producto

Ahora van contra la programación de fiestas electrónicas en las playas. Por medio de estas, Mar del Plata está en la observación del turismo internacional y podría decirse que se ha configurado un nuevo producto turístico, más orientado al público joven.

Esos eventos —y otros que también se concretan en la zona de Playa Grande—, promocionados a través de diferentes dispositivos comunicacionales del momento, atraen personas de distintos lugares del país, y también de otros 47 países. Vienen a disfrutar de fiestas de alto nivel que se organizan aquí, y generan empleo directo para los marplatenses.

Tras el antecedente de El Calamar Loco, donde el colectivo Luna Roja desarrollaba asambleas en los accesos de RCT, sus integrantes rompían la ornamentación del lugar y amenazaban a los emprendedores, sobrevino la operación en la unidad turística fiscal Refugio Siempre Verde, por la construcción de una escalera que facilitaba el acceso a las playas en las que se hacen las electrónicas. Allí, el Ente Municipal de Turismo (EMTur) autorizó la obra.

En palabras del presidente del organismo turístico, Bernardo Martín, «la Asamblea Siempre Verde es una entidad camaleónica, conformada por los mismos 20 de siempre», en obvia alusión al colectivo Luna Roja. El modus operandi es el mismo, descripto por el funcionario municipal cuando dice «donde hay una alternativa de inversión van, se plantan y buscan que la inversión huya». Y agrega: «sería un error gravísimo que por 20 desvelados se deje de hacer las cosas que hay que hacer».

Conceptualmente, Martín tiene claro que lo que se organiza en Chapadmalal le dio a Mar del Plata una oportunidad de trascender a través del paradisíaco paisaje y alternativa recreativa, y sostiene que esta situación que se da hoy aquí es solamente comparable con la de Ibiza en el verano europeo.

Mezclándolo todo

Cuando el EMTur autorizó la construcción de la escalera en Siempre Verde, los conservacionistas asumieron la bandera de que se trataba de una amenaza al yacimiento paleontológico del lugar. Se quejaron de que no se hizo un estudio de impacto ambiental ni que tampoco se pidió opinión, ni se esperó informe concluyente del Museo Municipal de Ciencias Naturales Lorenzo Scaglia, con importante actividad de investigación en la zona de acantilados. Aunque, por todo lo alto, se trataba de una escalera que no requería demasiada excavación: más bien estaría apoyada sobre las paredes del acantilado.

En los micrófonos de la 99.9 el paleontólogo Matías Taglioretti comentó que estudios de tipo de impacto paleontológico suelen serle requeridos a los permisionarios, pero lejos de ser una controversia, admite que cada vez que la mano del hombre interviene sobre un yacimiento es una oportunidad para encontrar aquello que no está a la vista.

«La cuestión no es impedir o paralizar obras por potencialidad de hallazgos paleontológicos, sino atenderlos», asegura Taglioretti. Cuando se hace un informe, lo que se determina es si existe necesidad de seguimiento profesional en la excavación. Y, en caso de encontrarse restos fósiles, se llama a los paleontólogos, estos recuperan el material, y la obra sigue. Así de concreto y directo.

Reculando

Hay un hecho reciente que abre a la esperanza. En mediación penal celebrada en las últimas horas, Kanki Alonso —denunciado por promover los destrozos e invasión de propiedad privada en El Calamar Loco— se comprometió a no obstaculizar las entradas de la Unidad Fiscal comprendida por los balnearios Arameo y Siempre Verde.

Tampoco obstruirá el acceso al complejo gastronómico y hotelero Casa Pampa Playa y el complejo RCT, debido a la petición contenida en el inicio de la denuncia penal por Liliana Albano y Roberto Fiocca.

Las partes asumieron un «compromiso de paz social a los efectos de evitar todo tipo de acto que conlleve a la violencia» se puede leer del acta de la mediación, lo cual constituye un claro avance para la pretensión de los emprendedores de mantener sus posibilidades de desarrollo y trabajo, además de generar empleo en la zona y oportunidades turística que potencian al lugar.

Los tiempos van cambiando y la justicia va siendo, de a poco, menos permisiva en algunos casos. Sujetos que otrora aparecían intocables, o con fuertes beneficios de impunidad ante la evidencia de los hechos, ahora empiezan a tener que enfrentar sus responsabilidades como cualquier otro vecino de a pie.

Como ya se ha dicho antes en este medio: «algo pasa en el sur, y no es la ecología».

Las derivaciones políticas que tienen estas manifestaciones van en contra del desarrollo potencial de la zona. Impiden que se desplieguen inversiones que pondrían en valor el lugar, desde el aporte de más infraestructura y mejoras en los accesos. Fortalecerían las posibilidades de empleabilidad para vecinas y vecinos del barrio, quienes suelen ser los que primero acceden a los nuevos trabajos por una cuestión lógica de proximidad.

Que las cosas hay que hacerlas de manera adecuada y bien, no caben dudas. El fondo de la cuestión es asegurar que se respeten las normas y se cumpla armoniosamente con las pretensiones y necesidades de crecimiento y evolución que tiene la comunidad. No hacerlo, podría significar otra oportunidad desperdiciada. De esas que suelen ocurrir de tanto en tanto.