Sucesos explosivos

La investigación en el caso de las lesiones a Azul Zabaleta, la alumna del colegio Don Bosco a quien le estalló cerca un explosivo que casi la deja sorda. El llamado a declaración testimonial del sospechoso, y el posible esclarecimiento de los hechos.

La Fiscalía 3 del Fuero Penal Juvenil de la ciudad de Mar del Plata, a cargo del fiscal Walter Martínez Soto resolvió citar a declaración —para los primeros días de marzo—, en calidad de «imputado», al joven sospechado de haber detonado el explosivo que le causara gravísimas lesiones —a priori— a Azul Zabaleta, ambos alumnos del Instituto Don Bosco.

Vale destacar que, por cuestiones de índole legal, se protege la identidad de los menores en el marco de toda investigación que tramita en el Fuero Penal Juvenil, atento a la Convención de los Derechos del Niño. Por lo tanto, en el contexto de la tarea periodística, referiremos al imputado como IG.

En una entrevista realizada en el aire de la FM 99.9, el fiscal de la causa señaló que existe «prueba contundente», colectada en el decurso del proceso, como para pedir la elevación a juicio del sospechoso. Sin embargo, entiende que «es importante escuchar el testimonio —de IG— para poder evaluar la prueba de cargo y de descargo», antes de tomar una conducta que derive en ventilar los hechos en audiencia pública. En criollo, también cabe la posibilidad de que el caso no llegue a ser elevado a juicio, dependiendo de lo que el menor tenga para contar, si es que lo hace, porque le asiste el derecho de no declarar.

Días antes de que pueda ser escuchado IG, fueron citados por la misma fiscalía y a declaración testimonial las autoridades del establecimiento: el profesor Federico Pablo Barbini, director de la institución educativa, y su segundo en jerarquía, Nicolás Leguizamón, vicedirector; al igual que el profesor Mario Luis Casetta, representante legal y director general de la escuela, serán oídos a partir del 23 de febrero y en distintas jornadas.

Desafíos desafortunados

No se pudo determinar si lo que derivó en un hecho que causó lesiones gravísimas a Azul Zabaleta fue parte de un desafío o «challenge» de la red social china TikTok, tal como se divulgó en el principio de los relatos, cuando la confusión y el estupor se apoderaban de amigos y allegados de la estudiante.

Lo que sí está acreditado en el expediente al que tuvo acceso N&P es que el pasado 8 de julio de 2022 «fue colocado en el cesto de basura ubicado en la galería de planta baja, próximo a la salida del patio, un dispositivo de fabricación casera, no incendiario».

Este artefacto era una bomba fabricada por inexpertos. Dice el expediente, con terminología técnica y precisa, que aquel dispositivo casero estaba «destinado a la liberación súbita, rápida y violenta de la energía potencial química de los elementos». Ergo: «un caño», como se le suele decir en la jerga a las bombas caseras.

Puede leerse en el expediente que la explosión fue la consecuencia de las «lesiones auditivas en la persona de Azul Zabaleta, alumna de dicho establecimiento (Don Bosco), curables a mayor de 30 días, siendo de carácter grave secundario a la explosión o blast, producida a muy corta distancia de su cuerpo, según constancias obrantes en la causa».

Y hubo una modificación en la carátula inicial, ya que la imputación cambió de «lesiones gravísimas» a «lesiones graves», porque —afortunadamente y por el trabajo de los médicos que le fueron dando tratamiento profesional— la alumna recuperó parte de la capacidad auditiva, que en un momento le había sido disminuida en un 96%.

Todo esto ocurrió un mediodía, a las 12:10, horario habitual en el que cientos de chicos y chicas circulan por el patio, las galerías internas y espacios comunes del colegio, a pocos instantes de que también puedan estar en el lugar niños de la escuela primaria que comparte edificio con la secundaria donde ocurrió el hecho.

Abundante prueba

En el inicio de la investigación las actuaciones estuvieron a cargo de la Fiscalía 5 Departamental y luego fueron derivadas al Fuero Penal Juvenil. Desde ambas esferas judiciales se colectó abundante prueba documental, testimonial y material utilizado en ese episodio. Todo sirvió para que los investigadores pudieran trabajan en la pesquisa, a la que se incorporó también las tareas realizadas en el allanamiento al edificio de la calle Don Bosco 1985.

En efecto, algunos de esos hechos materiales fueron importantes, como el secuestro de los teléfonos celulares de alumnos que luego fueron peritados en el marco del proceso. También el colegio aportó imágenes de video propias para colaborar con la investigación.

Por otro lado, a lo largo de los meses, se fueron incorporando al expediente testimonios de identidad reservada; informes profesionales que le fueron realizados a Azul Zabaleta, resultados de los informes producidos por la Delegación Explosivos Mar del Plata y por la Jefatura de Región 19 DIEGEP.

Se sumaron las testimoniales a personas allegadas a Azul como sus abuelos, quienes ese día llegaron al colegio a buscar al hermano menor de la alumna y se enteraron de lo que le había ocurrido a su nieta. Y también se escuchó lo que tenían para contar otros adolescentes relacionados con la joven.

Además, se incorporaron la historia clínica de la paciente, que fue remitida por la Clínica 25 de Mayo y el informe del Dr. Sven Foesber, médico otorrinolaringólogo que la atendió en el CEMA. Constan en la causa los dos informes de la Dra.Rocío García García y el del Dr. Adolfo Peñeñory, ambos integrantes del Cuerpo Médico Forense de Policía Científica, como así también conclusiones proporcionadas por otros peritos especializados en diversas áreas.

Hay varios informes de situación de conflicto firmados por personal del colegio, y están los partes de asistencia de los alumnos involucrados y presentes aquel día. Detalles de las entrevistas que mantuvieran integrantes del plantel docente y directivos con el alumno sindicado y su madre. Y hasta el resultado de un informe de relevamiento vecinal que se hizo en el área donde vive IG y que fue encarado por el Gabinete de Menores de la DDI.

Grandes interrogantes

Uno de los puntos a develar pasa por la sanción que se podría llegar a dictaminar.

Si bien es prematuro evaluar lo que ocurriría en el marco de la investigación, es posible conocer las penas que se aplican en casos como el mencionado. A priori, se trata de una pena en expectativa máxima de hasta 10 años de prisión. Lo que no significa que IG vaya a ser sometido a la misma.

¿Por qué? Martínez Soto explicó que cuando se trata de un menor imputado «se suele practicar una reducción, en el marco de lo establecido en la Convención de los Derechos del Niño y la Ley Penal Juvenil de la República Argentina». Además, existe jurisprudencia de Cámara de Casación y de la Suprema Corte de Justicia, respectivamente, que permitirían inferir que la pena podría terminar en una condena en suspenso, si se fijara en hasta 3 años de prisión.

Hay algunos elementos para arribar a esa conclusión: que el joven IG atravesó todo el proceso de la investigación en libertad; que entregó su teléfono celular para ser periciado; que se ha mantenido a derecho a través de su abogada y que no se ha verificado alguna situación que hiciera suponer que podría darse a la fuga. Y un dato no menor es que todavía no se ha escuchado su versión sobre lo ocurrido.

El otro gran interrogante es qué pasará con la institución.

¿Qué responsabilidad les cabe a los directivos del colegio en sus diversos roles? ¿Quién cuida, fundamentalmente, de los alumnos durante los distintos momentos de la jornada educativa? Máxime cuando, al calor de los hechos, circularon fuera del expediente muchas versiones de los chicos y miembros de la comunidad educativa que contaban que no era la primera vez que sucedían situaciones violentas o peligrosas y que se salían del control de las autoridadesdel colegio.

La de Azul Zabaleta es una historia de dolor. Ella es la víctima. Cualquiera sea el resultado en el expediente, nadie puede obviar lo evidente. Una adolescente llena de vitalidad y alegría quien, de un momento para otro, sufrió una agresión que le cambió su vida. Perdió gran parte de su audición y si bien no fue necesario que se le realice un implante coclear, ella ya no es la misma desde aquel fatídico 8 de julio de 2022.