Los setenta años de paz en Europa serán pronto un recuerdo. La invasión rusa de Ucrania lo está cambiando todo. Hay urgencia para hallar soluciones antes de que llegue el invierno, que es la gran carta de Vladimir Putin para acorralar a los gobiernos de la Unión Europea.
En tanto, en el plano militar, Rusia va de varapalo en varapalo al ritmo en que las tropas ucranianas —mucho más profesionales— corren y acorralan a la horda rusa —a un costo demencial en vidas y bienes—, los socios originales de la alianza del hierro y el carbón, Francia y Alemania, eligen caminos divergentes que hacen peligrar la unidad de occidente.
El canciller alemán, Olaf Sholz, abre las puertas a las inversiones chinas en el puerto de Hamburgo, desatando críticas internas y aspectaciones de críticas en toda Europa. Sin embargo, Sholz no cede y viaja al país asiático para asistir a una cumbre con Xi Jinping, buscando una alianza comercial que le dé garantías de mercado a los grandes grupos fabriles alemanes, en particular al conglomerado automotor.
Nada será ya tan sencillo como parecía en la Europa estable de los mil euristas. Llegar a fin de mes se está tornando un desafío: el 62% de los europeos ya ha restringido sus movimientos y el 47% ya ha renunciado a calentar sus casas a pesar del frío, según un estudio realizado por el instituto Ipsos entre 6.000 personas de seis países —Alemania, Francia, Grecia, Italia, Polonia y Reino Unido—, según el método de cuotas. También le sucedió al 34% de estas personas que abandonaron el tratamiento cuando tenían un problema de salud, y al 29% de ellas que se saltearon una comida cuando tenían hambre.
La debacle de la economía británica en medio del papelón de la rotación de roles gubernamentales entre los dirigentes conservadores han puesto en negro sobre blanco que el Brexit fue una patraña, y que su costo será enorme. Y una de las grandes fábulas que apoyó el argumento del Brexit, fue señalar que, con los recursos que le enviaba Inglaterra a Bruselas, se podía resolver el grave tema del financiamiento de la salud pública en dicho país. Pues no, la realidad es muy otra: un informe recogido en medios y agencias de noticias británicas asegura:
«Las largas listas de espera en la obtención de tratamientos médicos en el Sistema Público de Salud conocido como NHS, en el Reino Unido, están empujando a los británicos a pagar miles de libras por tratamientos privados, a través de préstamos bancarios o sistemas de crowdfunding.
Según cifras de la Red de Información de Atención Médica Privada (PHIN, por sus siglas en inglés), publicadas por la BBC, que no incluyen a quienes tienen un seguro privado, las consultas aumentaron en el último trimestre un 39% en comparación con 2019, antes de la pandemia de coronavirus.
Debido a los retrasos por la pandemia, la acumulación de consultas de rutina no atendidas dentro del NHS aumentó de 6,4 millones a 6,6 millones en mayo pasado, lo que significa que una de cada ocho personas en Inglaterra ahora está esperando recibir atención».
Por otro lado, según el diario Daily Mail, los servicios de ambulancia en toda Inglaterra es tuvieron en «alerta negra», es decir, bajo «presión extrema» en medio de la escalada de la crisis, que fue agravada por las altas temperaturas, llevando a las autoridades sanitarias a pedirle a los británicos que sólo llamen al 999 si su condición es realmente grave.