Detenidos e interrogantes

Esta semana, las detenciones de Carlos Zannini, Luis D’Elía, Youssef Khalil, Hectór Timerman y Fernando Esteche, más el pedido de desafuero a la expresidenta Cristina Elizabet Fernández, lo trastocaron todo. Hubo al por mayor alborozo en las redes, enojo en los afectados y denuncias de los acólitos políticos, que señalan, a su juicio, la utilización de la justicia como instrumento de disciplinamiento de la oposición.

Hay que recordar que sin prisión preventiva y por los mismos delitos quedaron procesados Eduardo Zuain, Oscar Parrilli, Andrés Larroque, Angelina Abbona y Alan Bogado. Bogado es un actor interesante en este caso complejo. Se trata de quien, según sus propias palabras vertidas en varios reportajes, se había infiltrado en la comunidad islámica de la Argentina manteniendo una buena relación con Youssef Khalil, referente de la mezquita de Floresta, y con quien aparece en las escuchas de la causa. Khalil es referido por los medios como “iraní” o “libanés”, según el caso, y es el elemento que vincula a la dupla Esteche-D’Elía en triangulación con la Casa Rosada y el clero iraní.

Un elemento poco citado a raíz de estos últimos acontecimientos es el de la posición que asumen los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA. No hay unanimidad al respecto. El grupo nucleado en la Asociación 18J no se pronuncia sobre estos hechos, y sí publica sobre un juicio ignorado por los medios nacionales e internacionales: el falso procesamiento a los primeros imputados por el atentado y los funcionarios judiciales y políticos implicados.

Quien sí habló (lo hizo para Página 12) fue el hermano del canciller Timerman: “La DAIA y la AMIA son responsables de esta cacería humana”, advirtió Javier Timerman, hermano del ex canciller procesado con prisión preventiva domiciliaria dispuesta por el juez Claudio Bonadío. Hijo del periodista Jacobo Timerman, radicado en los Estados Unidos, comparó a los dirigentes de la comunidad judía con los que abandonaron a su padre cuando denunciaba los crímenes de la dictadura y los calificó como “personajes de cuarta que lo único que saben es arrastrarse, no ante el poder sino lo que ellos creen que es el poder”. Hombre que se definió con “grandes amigos en el gobierno” e, incluso, “cariño por la familia Macri”, Javier Timerman calificó a Bonadío como “una bestia humana”, manifestó tristeza por “la degradación de la justicia” pero sobre todo porque “la sociedad lo permita”. Sigo estando a favor de un montón de medidas económicas de Mauricio Macri y no las voy a cambiar porque mi hermano esté preso”.

Claudio Bonadío es peronista, llegó a juez por la acción de Carlos Corach y el gobierno de los Kirchner lo protegió sistemáticamente. Lejos del entusiasmo de un importante sector de la población que no distingue muy bien un procedimiento judicial correcto de uno que no lo es, los interrogantes de esta situación que incomoda profundamente al gobierno de Mauricio Macri traen más confusión y olvido sobre las víctimas de los dos atentados criminales que sufrió Argentina, que aún están lejos, lejísimos, de ser esclarecidos.