El kirchnerismo, siempre golpista

Hicieron de un Estado autosatisfactivo su razón de ser y ahora, todo lo que afecte sus privilegios es un causus belli que justifican con un río de palabras

El DNU presidencial es una herramienta de gobierno que está amparada en la Constitución, que no establece si debe ser de sólo tres líneas para definir un aspecto particular de las políticas públicas, o un digesto que busca darle forma al fin de una era de abusos fácticos por parte de las corporaciones que afectan a toda la sociedad.

Las cuatrocientas presentaciones en contra del DNU de la presidencia Milei revelan, sin mayores consideraciones, a qué aspectos toca y perjudica de un sistema que se comenzó a consolidar en el gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía. La medida afecta a este Estado autosatisfactivo, no a la sociedad civil, que es rehén del sistema.

Y en el río revuelto, el kirchnerismo busca crear condiciones de pánico. Se ve a diario en las alocuciones grandilocuentes de los noteros que persiguen a quienes cargan combustible o hacen compras, esgrimiendo como alegato contra el actual gobierno los datos de los aumentos de precios. Las respuestas que reciben, hasta ahora, los dejan muy mal parados.

También de esto se trata lo que sucedió cuando Fabián Waldman de la FM La Patriada le formuló una pregunta —que más que pregunta, fue un discurso político— al vocero presidencial Manuel Adorni, quien se limitó a responder en términos similares desde la posición ideológica del gobierno. Lo increíble, es que FOPEA —que, básicamente, nuclea a periodistas de Clarín, La Nación e Infobae— le haya recriminado al vocero su modo de responder.

Es que el DNU afecta a tantos intereses que, aquellos que deberían sumarse a la defensa de los intereses en conjunto de la sociedad, terminan participando en una crítica frívola que en realidad no suma al debate real. Lo que sí es real, y revela la necesidad de ajustar actos y procedimientos, es cuando, el vocero —que es economista— habla desde su expertise, que es la economía.

En referencia a ello, el economista Juan Carlos De Pablo cuestionó a Adorni diciendo: «Tengo dos estimaciones privadas: FIEL y Castiglioni y Tiscornia. A FIEL le dio 22,8%, a Castiglione 23,4%. ¿Qué quiere decir el “en torno” mi querido Adorni? ¿Qué es esto de tirar números de 30, 40 y dale que va?». «No estoy diciendo que 22% es una bicoca, estoy diciendo “muchachos ya tenemos bastantes problemas con los problemas”», reporchó el economista.

Ahí hay un llamado de atención que es válido: no se puede ser frívolo cuando se le está pidiendo a la sociedad tremenda capacidad de resiliencia ante el desafío de contener y soportar estos cambios. Otro ejemplo claro, es lo que ocurre en torno a las modificaciones que se proponen para la Ley Federal de Pesca.

Cambiar es una consigna a la que adhiere de forma mayoritaria la sociedad argentina, pero no es unánime. Las fuerzas que pujan por mantener el status quo son poderosas. La severidad en el manejo de estas situaciones y la eficiencia a la hora de comunicar, son esenciales para darle claridad a este proceso y desmontar la maquinaria golpista siempre acechante.