Esta frase, perteneciente al poema “Eloisa to Abelard” de Alexander Pope, inspiró al genial guionista Charlie Kaufman para escribir el libreto de una película centrada en la idea de una mente que brilla por haberse limpiado, a través del olvido, de las manchas del sufrimiento impuesto por la vida misma a lo largo de la búsqueda de la felicidad. El justicialismo se recicla en sus muchas tribus y habla en presente, alegando desconocer su pasado y ofreciendo respuestas para un futuro venturoso.
En el film de marras, el actor Jim Carrey busca olvidar al amor de su vida mediante un ingenioso medio que borra de la mente aquello que provoca dolor o miseria, sólo para volver una y otra vez a los brazos de esa misma amada. Es el castigo de quien, al no poder recordar, se repite sin opción a un destino diferente.
Algo de eso parece suceder en torno al peronismo en sus distintas variantes que se reciclan una y otra vez para repetir continuamente la misma historia. Animal mutante, el PJ en sus distintas tribus se reanima con la sola ambición de manejar el poder para su autosatisfacción. Es una ambición basada en la peregrina idea de que sólo ese partido puede gobernar y conducir el país a la felicidad. Las variaciones económicas de estos últimos años revelan que no hay argumentos lógicos que puedan sostener esa idea.
Es un caso curioso cómo las tribus del peronismo hablan del presente y alegan saber cómo construir el futuro cuando una y otra vez han sido la matriz del fracaso. En los despachos de la Gobernación circulan encuestas que hablan de una situación muy ajustada para la reelección de María Eugenia Vidal enfrentando al nada peronista Axel Kicillof.
El colmo de esta crucial situación de mentes sin memoria ni registro de los hechos quizá la exprese como nadie el ex gobernador y candidato derrotado en 2015, Daniel Scioli. El mismo que enfrenta cuando menos cinco causa penales —tres elevadas a juicio—, que devastó la hacienda pública a niveles extraordinarios, avaló el desquicio del cepo cambiario y cayó ante la mega corrupción en el sector energético. Scioli afirma que las políticas gubernamentales son “ajuste, salarios a la baja, una injusta distribución del ingreso y una inflación absolutamente descontrolada” para aseverar luego que “otro camino es posible” y que, de acceder a la Casa Rosada, su gobierno será de “unidad” y “concertación”.
Obvio que coincide en el silencio con Roberto Lavagna al callar sobre la corrupción y el saqueo al país. Jamás tiene una palabra sobre los 120 detenidos y procesados por hechos de corrupción en el más flagrante saqueo a la Republica jamás perpetrado. Para no desentonar con otros referentes del peronismo, hay puntos de contacto tribal entre ellos: Scioli anuncia que no habrá más “tarifazos”, reducción de impuestos, aumento de jubilaciones, mejoras en la seguridad ciudadana, mayor presupuesto en educación, ciencia y tecnología, acceso a tierra, techo y trabajo y un “drástico replanteo” de los compromisos impuestos por el Fondo Monetario Internacional. Lo dice quien llevo los impuestos y gabelas provinciales niveles nunca vistos para financiar la mayor estructura política del país, que sólo se recrea para satisfacerse a sí misma. Tal como dice el personaje de Carrey en un pasaje de la película que da pábulo a este desarrollo: “bendito sea el que olvida porque a él pertenece el paraíso”. Es decir, a ese lugar eterno en donde parecen habitar dirigentes fracasados que anuncian la ventura por venir.