El héroe sanitarista del universo de tribus del PJ está oculto de la vista pública, luego del escándalo del vacunatorio VIP. Gines González Garcia fue expulsado de la función por un pecado menor en línea con sus miserables pecados veniales.
Pecados veniales que no pueden atribuirse a ignorancia. Sí a la soberbia supina. Soberbia que le llevó a decir en enero de 2020 que “no me preocupa el virus, China está muy lejos, no va a llegar”. O convencer al presidente que era tan débil la amenaza, que el virus se curaba con una infusión a 90º C. Quizá eso fue lo que llevó a Alberto Fernández a no considerarlo en la reunión que mantuvo con los líderes de Pfizer en Olivos, sin Ginés presente.
Pecado venial de soberbia que lo llevó a enfurecerse con el laboratorio estadounidense y su socio alemán Biontech que, según el ex ministro, lo puentearon, y de allí su furia. Excusa para tapar su relación espuria con Hugo Sigman, siempre lejos de los focos de medios de CABA, protegido por la articulación de Adrian Kochen entre periodistas y dueños de medios.
Gines González Garcia dio largas ex profeso a la negociación con Pfizer que ofrecía 13 millones de dosis. La partida finalmente la adquirió Uruguay. No es lo único: trasciende en estos días que Ginés torpedeó la compra de vacunas del fondo COVAX: Luciano Laspina reveló que el ex ministro optó por comprar en Covax el equivalente de vacunas para el 10% de la población (unas 9 millones de dosis para 4,5 millones de personas), cuando el mecanismo permitía reservar un máximo equivalente al 40% (unos 18 millones de personas). “Apenas el 10% de esas necesidades, es decir, el 25% del compromiso máximo posible de entrega para 2021. ¡Como si nos sobraran vacunas! ¡Y esto fue hace poco más de 2 meses, no en 2020!”.
El cierre impulsado por Axel Kicillof y sus ministros del área de Salud es la consecuencia de una política perversa que buscó favorecer a Hugo Sigman y a los negocios millonarios que desparraman dólares para unos muy pocos. Los negocios de Sigman se entrecruzan de tal modo con el Estado que la jefa de gabinete, Sonia Tarragona, fue la mano derecha de Silvia Gold, esposa y socia de éste en la fundación Mundo Sano, uno de los emprendimientos del exitoso matrimonio de psicólogos.
No es que no hay vacunas porque nos pidieron en garantía los glaciares. No es que no hay vacunas porque la demanda mundial es superior a las posibilidad de entregar a países como Argentina. Mendigamos vacunas porque Ginés González García es una falso ídolo sanitarista que cumple con todos los pecados que la moral cristiana afirma que envilecen al hombre: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia.
Miles de muertos por el accionar de sujetos viciosos, millonarios, ausentes de toda idea de moral pública y compromiso social.