No es el bloqueo, es el comunismo

Cuando desembarcaron Fidel Castro, Ernesto “el Che” Guevara, y el resto del grupo definido como “revolucionario”  del yate Granma, traían consigo el derecho de los justos: fin de la opresión, fin del poder de la mafia en la isla y, esencialmente, un programa de cambio que establecería condiciones ecuánimes de desarrollo y oportunidades para todos.

Fue una patraña que llevó a engaño hasta a el propio Estados Unidos, que por un tiempo apoyó el derrocamiento de Fulgencio Batista. Cuando los revolucionarios se quitaron la máscara, y se implantaron como un poder absoluto, se produjo la primera gran migración que dio origen a la enorme colectividad cubana en Florida.

Desde 1953 a la fecha, el Partido Comunista cubano ha mantenido la centralidad del poder. Los disidentes han sido asesinados o encarcelados en condiciones inhumanas y sin juicios justos, ya que la independencia judicial no existe. El poder judicial es una extensión del poder político.

La excusa permanente es el bloqueo determinado por todas las administraciones norteamericanas desde el arribo al poder en 1953 hasta hoy. El bloqueo no existe. Existe un embargo estadounidense, que es virtual. Ejemplo: es posible leer en Miami locales de venta de celulares y tecnología con un cartel que reza “carga aquí el prepago de tu familiar en Cuba”.

En las amplias manifestaciones de estos días quedó a la vista que, a pesar del régimen y luego de décadas, de miles de asesinados, y de cientos de miles de exiliados en la desesperación de buscar la libertad, hay al fin, tecnología mediante, un camino cierto de cambio.

El ministro de relaciones exteriores de Cuba aseveró: “Tengo pruebas irrebatibles de que la mayoría de los usuarios que participaron en esta campaña se encontraban en Estados Unidos y que utilizaron sistemas automatizados para la viralizacion de los contenidos, sin ser penalizados por la red social Twitter”. Léase: no es que hay hambre, que no hay medicamentos, que no hay libertad y la miseria escampa. No, el problema es Twitter.

Obvio que hubo fake news. Las hubo, y han sido expuestas en trabajos de diversas agencias como ha sido el caso de la española EFE. Nada de ello cambia los hechos.

La tecnología auxilia a la búsqueda de la verdad. Y la verdad siempre buscará la libertad.