Deseo y decepción
Los brutales atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA son una mancha imborrable en la vida democrática argentina. Nada está claro, y cada camino que se inicia lleva a una nueva decepción.
Editoriales desde la redacción de N&P
Los brutales atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA son una mancha imborrable en la vida democrática argentina. Nada está claro, y cada camino que se inicia lleva a una nueva decepción.
La presentación que realizó la jueza Sandra Arroyo Salgado rodeada por los expertos por ella designados trajo a la luz un conjunto de determinaciones que han colocado a los peritajes oficiales en un punto de contradicción tal, que ciertamente llevan a coincidir con la fiscal Viviana Fein en el sentido de que jamás se ha visto tanta discrepancia entre una tarea pericial y otra.
Con el último mensaje al Parlamento en representación del pueblo argentino, Cristina Fernández viuda de Kirchner introdujo el párrafo final a un tramo de la historia nacional signado por la esperanza colectiva de dejar atrás la decadencia que como sociedad, entre retazos de progreso y avances sociales, hemos sabido conseguir.
Podrán debatir sobre números hasta el ridículo -la Policía Federal insiste en que sólo acudieron a la marcha 50.000 personas-; podrán denostar a los marchantes caracterizándolos de “clase media”, como si serlo fuera una mancha social grave, pero lo que no pueden hacer es modificar en cada argentino que salió a la calle la sensación intensa e inmensa de saber que estamos en democracia porque actuamos democráticamente como sociedad, sin pancartas, sin banderías, sin odio
Todo lleva a creer que la convocatoria original de los fiscales federales a marchar en silencio en homenaje a Alberto Nisman será de un impacto emocional sin precedentes en la sociedad argentina. Está todo dado para que así sea: las encuestas indican que siete de cada diez argentinos buscan un cambio de rumbo y de conducción política.
No será un día más en la vida de la República. La jornada está destinada a marcar un antes y un después en la percepción respecto del poder y la naturaleza del mismo en la vida de los argentinos.