Verde que te quiero verde

Desde el inicio de la política del cepo cambiario, lo que ya era complejo de resolver se está tornando imposible. El ministro de Economía, Axel Kicillof, y el jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, juegan sus últimos cartuchos en este febrero de 2014.

Capitanich, como Juan Carlos Pugliese en la crisis final del Gobierno de Alfonsín, clama por una comprensión social para la que no hay espacio: se ha instalado el sálvese quien pueda, y nada parece poder pararlo.
El diario La Nación, atacado a batería de tweets por la presidenta Cristina Fernández, reveló reuniones del ministro de Economía con bancos privados extranjeros, para que éstos ingresen al país 10.000 millones de dólares. Según sostiene el medio capitalino, “el ministro les confió a los banqueros su interés en salir a buscar dólares en el exterior, ya sea mediante la emisión de nueva deuda o a través de líneas de crédito comerciales que los bancos pudieran conseguir. Algunas entidades ya se habrían puesto a trabajar para organizarle a Kicillof una gira de inversiones a Nueva York para este mes”.
Como muestra de buena voluntad, entre los banqueros también se estaría hablando ya de la posibilidad de recaudar en el extranjero unos US$ 1.000 millones en prefinanciaciones de exportaciones (lo que ayudaría a morigerar al menos en algo la caída de reservas). Sería un primer paso, y para los bancos no sería tan difícil de llevar a cabo, ya que entre varios podrían conseguir ese monto de sus corresponsales en el extranjero y luego colocarlos localmente entre empresas exportadoras de buen perfil crediticio, como las cerealeras.
Kicillof apuntó a la banca internacional, que es la que tiene el mejor acceso a los mercados del exterior. Además, si bien todos los bancos tienen localmente algo de dólares en sus carteras, la realidad es que estas divisas ya están contabilizadas dentro de las reservas del BCRA: como no están prestadas, en su mayoría, quedan depositadas en cuentas corrientes en la autoridad monetaria.
Desde el Gobierno les hicieron saber a las entidades financieras extranjeras que para mejorar el clima de negocios estaban dispuestos a seguir avanzando en las negociaciones por las deudas con el Club de París y con Repsol, grupo que reclama una compensación por la estatización de YPF. Pero admitieron que no tenían intenciones de negociar con los denominados “fondos buitre”, que son los que se quedaron afuera de los canjes de deuda y hoy siguen reclamando un resarcimiento por el default de 2002 en los tribunales internacionales. La línea de irreductibilidad es cada vez más tenue ante la situación desesperada de las cuentas públicas.
En relación a las últimas intervenciones de Capitanich, la Mesa de Enlace del campo emitió un contundente comunicado, en el convergen las opiniones de las cuatro organizaciones del rubro. En él se señala: “Las liquidaciones por venta de soja ascienden a más de 13.700 millones de dólares, cifra que es la misma cantidad a la registrada en igual lapso de 2013″. Por lo que a continuación se pregunta: “¿Por qué motivo el Gobierno no los pudo retener en sus reservas?”, al tiempo que destacó el escenario de “incertidumbre” que se le presenta el productor con una inflación “que supera el 30 por ciento anual”.
No es amor lo que hace falta, sino señales para salir del espanto.