Zangolotudos I. El término pertenece al genial sketch de los uruguayos Spalter y Almada en Hiperhumor. Hay que ser muy zangolotudo para creer que vas a obtener una respuesta como la gente de quienes ven la política como un instrumento de poder total, y sólo esperan del otro sujeción absoluta. El cruce de posiciones con las autoridades provinciales es absoluto, y refleja los errores tremendos de política pública en las que ha incurrido el dúo Montenegro/Rabinovich. Vinieron a comerse la ciudad, y se van a ir atragantados por la realidad. Seriamente, no pueden ser más zangolotudos.
Zangolotudos II. Al inicio de la cuarentena, el intendente no dudó en exhibirse con la titular del PAMI, Luana Volnovich, en la inauguración área Covid-19 del hospital Bernardo Houssay. Allí, precisamente, inició la trasmisión del virus de forma masiva en la ciudad. En el parte del día 3 de octubre, el HIGA dice claramente que estaban ocupadas 80 camas UTI entre las camas habituales y las que suma el Hospital Modular. De dichos pacientes, sólo 5 estaban con asistencia respiratoria mecánica. No se sabe qué pasa en el Houssay, que debería ser un actor central. El director médico del nosocomio tiene prohibido hablar. El titular de PAMI Mar del Plata, Fernando Mogni, no existe. Montenegro, en vez de hacer acting con audios “filtrados”, debería ir a pedir explicaciones en nombre de los marplatenses.
Zangolotudos III. Eso sí, sigue el reparto de cargos y ascensos en connivencia con el sindicato, otro socio de ruta al que le entregaron prebendas perdidas y le siguen pagando bonificaciones y extras como si estuvieran trabajando para la sociedad. Llegaron de vivos, y los tomaron de tontos. Ahora, ante los hechos de una población enojada por el desastre económico, o el video de un actor local ridiculizando las disposiciones, como el que viralizó el empresario Leo Flota, tomado un café bajo la lluvia en la vereda de Adorado de Alem, lleva a que el que tenga que poner la cara —es un modo de decir— sea Alejandro Rabinovich. Otro acting que busca correr del foco de la furia citadina al lord menor.
Apelación. La que clavó el estudio que representa al comitente del edificio de Bolívar y Güemes en conflicto con el consorcio Diana, que se lanzó a una aventura jurídica al reclamar por haber perdido “la vista al mar”. Un caso único que el juez de primera instancia en el contencioso administrativo Simón Isachs puso en alzada nuevamente desde la mirada crítica al accionar del ex intendente Daniel Víctor Katz Jora, y de quien era su secretario de Obras, el también arquitecto y socio en el estudio, Jorge González, más conocido como “El Guasa”. Tal como hemos señalado, el socio está hoy en la misma secretaría, integrando el gabinete de Monteoscuro. La apelación —muy técnica— revela hasta qué punto en este tardío decisorio hay interrogantes. Conocido el mismo, los querellantes del consorcio dañando por la pérdida de la vista al mar (no es un chiste) reaparecieron con su letrado platense exigiendo un arreglo en millones por los daños alegados. Si se llega a esa locura, será de ver cómo prueban el daño. Va para largo, y habrá más.