Semana de furia I. Lo que ha ocurrido en la semana que concluye es para la ciudad un relevamiento claro y cierto de lo que en verdad sucede. Ya no hay relato, o dudas: la ciudad está mal. Mal administrada, sin efectivos suficientes para dar cobertura integral, con una dirigencia que sólo se ocupa de sí misma. Las horas de terror que se vivieron podrían haberse evitado o minimizado; existieron las alertas. Lo que no hubo ni hay es vocación de servicio al vecino. La devastación del local de Adidas en plena peatonal, a metros del centro de monitoreo en el cual Pulti reunió a los medios de corte y pegue de gacetillas del poder, es elocuente respecto del vacío de autoridad reinante. En tanto Perogrullo/Cospelito decía “no hay saqueos en Mar del Plata”, vándalos coordinados destrozaban y vaciaban ese comercio, robándose unos dos millones de pesos en mercaderías y provocando daños cuantiosos en la infraestructura del local que pertenece a quien hoy es el inversor a título personal más importante de la ciudad, Alejandro Rossi.
Semana de furia II. Alejandro Rossi no está en la ciudad en este momento; tampoco estaba la noche en que se inició esta malhadada situación. De viaje en el exterior, dicen que su voz tronaba de furia ante la situación padecida y el estado de indefensión que la misma provoca. Claro está que, aunque notorio, no fue la única víctima. Comerciantes de menor impacto económico también quedaron devastados, quizá para siempre. El trabajo de toda una vida, el patrimonio de familias que viven con lo justo de una actividad comercial, irrecuperable, todos abandonados a su suerte. Todos dejados a un paso del sálvese quien pueda y como pueda.
Semana de furia III. En las horas de locura, un vecino de la ciudad puso en Internet la frecuencia de la radio policial. Cientos, quizá miles, escuchaban en directo lo que el despachante de la radio reseñaba para los móviles y el personal, que intentaban dar protección a los vecinos y buscaban con pocos medios detener a quienes robaban a su aire por media ciudad. Esa acción permitió que muchos pudieran tener una idea clara de qué estaba realmente ocurriendo. Pulti amordazó a los medios a los que tiene en su nómina intentando un relato menor en cuanto a lo que ocurría en la ciudad. Noticias & Protagonistas fue informando por las redes sociales acerca de los pormenores de la tarea policial. En un momento, la información llevó a que entre el despacho de servicio del 911 y policías en la calle se diera esta conversación: “Atento, en zona de 180 y Luro, grupo de personas se acerca a Luro Autohogar. Envíe personal disponible”. Respuesta: “Estoy en Toledo, a cuatro cuadras. Si me voy, lo hacen. Tenemos merodeadores por aquí”. Respuesta a la respuesta: “Bueno, elija: a alguno de los dos lo van a hacer”. Los canales locales transmitían El Zorro y El Chavo del 8. Por suerte, la presencia de los medios y portales de noticias on line permitió destrozar el cerco informativo.
Odio. Si hay algo que siempre ha caracterizado a Gustavo Arnaldo Pulti es su enojo, su furia contenida y sutil, indiscriminada. La ruptura del cerco informativo por parte de vecinos que subieron el 911 a la red, lo llevó a comisionar al titular de Inspección General, Eduardo Bruzzeta, a buscar y perseguir a quienes cometieron semejante atrevimiento. Bruzzeta dice haber allanado un taller en Independencia al 3700, en donde estaría la o las personas responsables de tal acción. El título de la gacetilla municipal publicada por la prensa adicta da una somera idea del odio: “Cayeron los responsables de subir a Internet la radio de policía”. ¿Cayeron? ¿Son delincuentes, acaso? ¿Hay una orden de captura, una causa abierta? ¿Cuál sería el daño que provocaron? Si la lesión es al cerco informativo del intendente, deténganos a nosotros también, señor policía. Somos culpables semana tras semana.