Malas lenguas 794

Entre grafitis y discursos. La política de cero polución visual de la Municipalidad de General Pueyrredon está llevando a un cambio de paradigma estético en Mar del plata.

Tal como señalamos en este medio en su edición número 2 (año 1997), existía una ciudad  oculta detrás de los carteles. Esta política, en la que GAP logra un éxito contundente, se ve empañada por la reluctancia de la administración a intervenir en la devastación estética y el daño patrimonial que provocan con su accionar malicioso los graffiteros.

Discursos y graffitis. La proliferación de estas pintadas sin arte alguno, con consignas en ocasiones llenas de odio y rencor hacia la sociedad, afean, provocan devastación en lo público y privado, y suponen a diario erogaciones económicas importantes. Ante una presentación al respecto del concejal Maximiliano Abad, Acción Marplatense hace saber que no va a actuar en contra de la “libertad de expresarse”, y los concejales del FPV señalan que, como peronistas que pintaban paredes para manifestarse ante la prohibición de su partido, no se sienten moral ni históricamente habilitados para hacer algo sobre el tema. ¿Delirio o estupidez?

Que no se olvide. Ante el escándalo del fallo que dejó en libertad a los 13 imputados en la causa por la desaparición de Marita Verón en Tucumán, queremos citar algunas cuestiones publicadas por N&P y calladas por años en esta ciudad por el resto del universo mediático local y su réplica nacional. Reproducimos: “Ya en 1998, en un artículo de Noticias & Protagonistas que llevaba la firma de su director, y cuyo título fue “Sobre putas y desaparecidas”, se detallaban los elementos que vinculaban al ex fiscal del Tribunal Oral Federal Marcelo García Berro con la desaparición de Verónica Chávez. En la agenda de Verónica se había hallado el siguiente texto: “Marcelo (abogado). Chevrolet Corsa 5187, Poder Judicial”. 

Esa columna dio lugar a una acalorada reunión de la que participaron un conjunto de magistrados convocados a la Cámara Federal para analizar la situación. Es entonces que se le atribuye al juez Roberto Atilio Falcone haber dicho: “Y bueno che, ¿quién no anduvo alguna vez de putas?”. La frase revela un modo de pensar, ni muy derecho ni muy humano”. Uno de los defensores del sospechado Marcelo García Berro ha sido César Sivo, quien suele presentarse como abogado por los derechos humanos.

Sobre derechos humanos y personas, no cosas. Se habla ahora de la no cosificación de la persona. Veamos, entonces, qué decía Sivo en un escrito judicial reproducido por este medio, sobre Verónica Chávez: “No es posible dar a la señora Palmira Díaz el rol de particular damnificado porque aún no se sabe si hay una conducta penal que amerite la iniciación de la investigación (a García Berro), mucho menos se ha definido un objeto procesal concreto”. Hasta aquí, prolijito: un abogado que intenta defender a su pupilo, un fiscal federal que, tal como aseveró en otro expediente, “consumía habitualmente prostitución”, que estaba vinculado a Verónica Chávez por citas de su agenda, testigos y cruces telefónicos.

Pero en su defensa de García Berro, Sivo, el experto en derechos humanos, se desnuda al correr del teclado. Dice: “Frente a esta incertidumbre procesal, no es posible legitimar la intención de la señora Díaz tal como ha sido resuelto. Véase que no está en condiciones de explicar cómo se fue Verónica Chávez, qué hizo después de salir de su casa, hacia dónde se dirigió, con quién estuvo, si eran varones, mujeres, funcionarios, policías, hippies, chulos, adolescentes. Si eran muchos o pocos. Si estaban en una choza o descampado, en un camping o una estancia, dentro o fuera de la ciudad, en una caballeriza…”. ¿Caballeriza? Interesante expresión de la defensa, de la que se puede inferir que Verónica Chávez, tan desaparecida como Marita Verón, era, en opinión de Sivo, “una yegua”.