Cámara oculta, no video

Luego de la sesión del Concejo Deliberante realizada el pasado viernes 30, la situación creada a raíz de la cámara oculta que Irma Eva Moyano y Martín Alberto Sánchez le realizaran a la presidenta del cuerpo deliberativo Vilma Baragiola, debiera ocupar, por variadas razones, el centro de la escena.

En su declaración ante la fiscal Lorena Irigoyen, Sánchez fue claro en sus conceptos: “En realidad, fue una charla de café informal. Ahí quedamos con Vilma en que sería necesario hablar con los otros bloques; entonces hablamos con Gustavo Pulti sobre la posibilidad de activar el expediente” (NdelaR: la norma que permitiría la demolición de la casa de Falucho y Santa Fe, que hasta el presente está protegida como patrimonio arquitectónico de la ciudad). Es decir que Sánchez, quien recorrió los medios llevando el video resultante de la cámara oculta realizada a Constantino y Baragiola, reconoce en sede judicial que mantenían contacto con Pulti para actuar en la búsqueda de movilizar tal expediente. Un dato político, ciertamente gravoso.
Sánchez, ex delegado de la transportadora de caudales MACO, muy cuestionado por sus compañeros de trabajo, agregó: “No hubo un expreso pedido de dinero. Se habló de las campañas, ya que el gremio hace colaboraciones siempre en apoyo de sus candidatos. Fue una charla muy amena, en la que considero que lo que se nos dijo es que si el año que viene vamos juntos (2015), les daríamos una mano en la campaña. Nunca se nos pidió algo vinculado al expediente”. En la misma pieza, Martín Alberto Sánchez señala que existe un responsable de las cámaras en el gremio, que no conoce el nombre del mismo y que es un contratado externo. Asimismo reconoce que el video de marras, resultante de la cámara oculta, fue editado.
Declara también Pablo Joaquín Ferreira, quien apunta: “Yo creo que la frase de Constantino no está ligada directamente a la desafectación del expediente. Se habló de elecciones, y como el gremio tiene un partido político, el año que viene, al haber elecciones, estaremos apoyando a quien diga Hugo Moyano”.  
Estas declaraciones deberían ser suficientemente explicativas de qué ocurrió en esa reunión, al menos en lo referido a una denuncia penal. Otra cuestión muy distinta es la génesis de esta situación por la que sacaron a pasear a Vilma Baragiola tres semanas hasta casi ponerla de rodillas. Gustavo Arnaldo Pulti es el actor en las sombras de esta situación. El pasado lunes, en el aeropuerto de Mar del Plata, Marcelo Artime, quien asume estar muy alejado de Pulti, le atribuía a Carlos Fernando Arroyo ser el eje de la conspiración para bajar a Baragiola de la presidencia del Concejo. Aseguró en esa oportunidad que el bloque de Acción Marplatense no tuvo nada que ver en la maniobra. Sin embargo, Arroyo se corrió de la opereta destitutiva, y no le dejó a Pulti más remedio que abrir el escenario a que sus concejales tuvieran que poner la cara en público.
Ariel Ciano, actor central en la operación de destitución, se niega a hablar en público. No le da el piné y le faltan agallas. Transpira, se agita, y siempre quiere parecer que sólo cumple órdenes. Y es cierto: no le da la cabeza. Al menos, no le da para nada bueno.
Esta limitación lleva a que Pulti recurra a dos integrantes de su bloque para perorar en público, hablando de ética y dignidad: Héctor Rosso y Claudia Rodríguez. Rosso y Rodríguez hablando de ética, en particular de la de otros es, como mínimo, patético. Rosso es quien actuó en el episodio de cámaras ocultas con el objeto de instalar la idea de una situación delictual en ocasión de un aumento de boleto (diez centavos), aduciendo un pago millonario imposible a la ocasión. Claudia Rodríguez tiene por delante explicar el vaciamiento de la Asociación Marplatense de Patín, un saqueo que ejecutaron ella y toda su familia. ¿Ética, transparencia? No se le da bien a Pulti y su secta devenida partido político la relación entre esa palabra y los hechos que protagonizan.